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Aquí encontramos aspectos como por ejemplo el crecimiento, la inflación y el empleo, entre otros. Por supuesto, conocer la situación o el estado de la economía es de suma importancia. Básicamente esto significa que si el Gobierno es prudente y austero en el uso de los siempre escasos recursos producidos previamente por parte de la población, entonces la tendencia será beneficiosa para todos, de una u otra manera, en menor o mayor grado.
Sin embargo, si el aparato de coerción llamado Estado, administrado por sus ocasionales administradores son derrochadores e ineficientes con aditamentos de corrupción, entonces el resultado será que la población se enfrentará a infortunios.
Caerán la producción y la productividad así como el empleo y los salarios. Y todo finalmente porque no habrá formación de ahorro e inversión. O lo que es lo mismo, no habrá creación de riquezas y menos distribución de la misma.
Al respecto, recuerdo que no hace mucho y de esto ni siquiera transcurrieron cuatro años, Paraguay era considerado en los mercados internacionales como una fortaleza en su macroeconomía. Que estamos bien en política monetaria, fiscal, en el control del déficit, en política cambiaria, la deuda y los tipos de interés y otros agregados. Y no tanto, porque las instituciones en general continúan siendo débiles en el país.
Personalmente y los amables lectores que siguen mi página saben, que desde hace un buen tiempo tengo una mirada crítica a lo que se venía haciendo. Eso de creer que el crecimiento estaba casi asegurado era sencillamente un exceso de confianza.
Y sucedió entonces que este año 2022, el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) se inclina al cero. El único país en la región cuyo PIB caerá tan fuerte, que sólo y de nuevo con un buen clima y los precios de los commodities harán que se evite una degradación, que hasta podría desembocar en situaciones de inestabilidad política y de ahí en inseguridad e incertidumbre.
La realidad
En cuanto a la economía estrictamente hablando, que implica necesariamente su relación con la política, los “policy makers” (hacedores de política), con tendencia hacia el populismo y la demagogia, emiten señales negativas hacia los mercados. Lo peor de todo es que los más dañados siempre y en todo momento son la gente pobre, esas familias que no pueden ni tan siquiera un día descansar porque si lo hicieran no comerían.
Estos “policy makers” están para defender sus intereses y de los grupos de interés que viven del dinero ajeno. Desarrollan sus propias decisiones con acuerdo a incentivos entre los que están su propia sobrevivencia y privilegios.
Tampoco es cierto aquello de “volver a crecer” como si la economía respondiera a reglas de las ciencias físicas o exactas. Eso de esperar crecer al 4% en el Producto Interno Bruto (PIB) refleja un bajo sentido aspiracional para un país como el nuestro, que bien puede lograr un 7% de expansión anual.
La realidad es que la macroeconomía es una parte de algo más determinante. Las propia economía es “un amplio orden de cooperación social” como acertadamente no se cansó en advertir a los tecnócratas y políticos el nobel de Economía F. Hayek.
Protagonistas estelares
La macroeconomía está relacionada al final y a cuentas a la pujante o debilitada economía en la que los individuos y las empresas son los protagonistas estelares y que no actúan como lo hacen los funcionarios del Estado o el Congreso. Es la economía privada la que decide a diario qué se produce, compra, vende e intercambia en los mercados, sin descanso alguno. La macroeconomía se halla en directa interdependencia con la microeconomía, la de los individuos y las empresas.
Si la macroeconomía está separada del análisis del comportamiento de los individuos y empresas conlleva a errores como los que se está cayendo a la fecha, cuando se persiste en seguir, por ejemplo y solo por citar, con medidas de modificar las tasas de política monetaria para irrigar con guaraníes el mercado. Esta disposición del Banco Central del Paraguay y del mismo gobierno, que parece ser toda una innovación técnicamente bien dispuesta, no es más que un placebo cortoplacista similar a lo que genera una aspirina en un cardiópata severo.
Una buena macroeconomía, es cierto, garantiza el funcionamiento en su conjunto de la economía para tener alguna certeza sobre ciertos agregados; no obstante, es insuficiente para lo que hoy se está dando en el país y para lo que se viene.
El crecimiento económico y su sostenibilidad está supeditado a la libertad económica.
La diferencia entre los países que prosperan y los que no lo hacen, entre los que siguen estancados en la corrupción y los que son transparentes, entre los que crean más empleos y los que generan desempleo, entre los que atraen inversión y los que la ahuyentan, entre los que elevan su inversión per cápita y los que se estancan, se encuentra en la libertad económica.
Libertad económica
La libertad económica no solo guarda relación con el entorno de negocios y radicación de capitales; también significa calidad de las instituciones políticas e independencia y efectividad judicial. Libertad económica significa sobre todo el grado de autonomía del individuo sobre el Estado. Cuanto más el ser humano pueda disponer de su libertad y propiedad privada, más progresarán él, su familia y la sociedad a la que pertenecen.
Para acometer esta tarea se requiere fortalecer el Estado de Derecho, el respeto a la Constitución y a la propiedad privada, preservar la imparcialidad e independencia del Poder Judicial, elaborar leyes que saquen de las espaldas del ciudadano el peso de gobiernos que se dedican a poner trabas, impuestos, burocracias inservibles y regulaciones absurdas. La libertad económica es el resguardo de la autonomía individual bajo el imperio de la ley.
Estamos en este momento ante una situación muy especial. Si nos argentinizamos no caeremos como nuestro país hermano como por un tobogán tal como sucede a la fecha; si seguimos así tal como estamos caeremos como una plomada hacia el suelo.
Hay un proceso doloroso del cual Paraguay no necesita pasar como lo hicieron otros países. Aquí cerca Argentina y Brasil son dos gigantes con pies de barro a los que no debemos imitar. La libertad económica no es un abstracto ni un tema sin importancia. Está visto que no es suficiente la buena macroeconomía. Ciertamente la macroeconomía es importante porque su debilidad afectará a la población en general.
Más importante aún, para sostener en el tiempo los beneficios del progreso, no hay mejor forma que fortalecer la libertad económica, pues la misma es la llave maestra para salir del infortunio que padece el país.
Judicial
Libertad económica no solo guarda relación con el entorno de negocios y radicación de capitales; también es calidad de instituciones políticas e independencia y efectividad judicial.
Libertad
Cuanto más el ser humano pueda disponer de su libertad y propiedad privada, más progresará él, su familia y la sociedad a la que pertenece.
(*) Catedrático de materias jurídicas y económicas en UniNorte. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”; “Cartas sobre el liberalismo”; “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes” y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la Libertad y la República”.