Este escenario complicado se potencia por el hecho de que en el futuro oficialismo y en la oposición existe un gran vacío de liderazgo, lo que hace que algunos busquen con mucho ahínco la “bendición” del que tendrá, en pocas semanas más, el poder real en el país, para “ligar algún cargo”.
Un senador colorado electo nos comentaba días pasados que le daba cierta vergüenza ajena ver cómo sus correligionarios disputaban ferozmente entre sí por llenar de elogios al nuevo líder. Lo peor es que, en la interna pasada, varios de ellos lo habían tratado, por lo bajo, de advenedizo y narcotraficante. Cosas de la política…
Si bien es lógico que el escenario político local gire en estos momentos alrededor de lo que diga o haga el presidente electo, no se debería llegar al punto de que algunos renuncien a su dignidad (suponiendo que la tengan) y se olviden mágicamente de todo lo que pensaban y expresaban anteriormente. La gente no es tan olvidadiza como algunos políticos quisieran.
La Cámara de Senadores es uno de los espacios en los que ahora se aguarda la palabra del “líder” para definir los cargos de la mesa directiva, que asumirá en poco más de dos semanas.
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El presidente del futuro Poder Legislativo puede ser un colorado, lo cual conlleva el riesgo de dar la imagen de que ese partido acapara todos los espacios, como en tiempos pasados. Además, ante la pelea interna que existe por el cargo, que amenaza inclusive con provocar fisuras antes de tiempo en la bancada, la decisión que tome Cartes será clave.
¿Elegirá a alguien de su entera confianza, aunque carezca en absoluto de experiencia política y legislativa? ¿Se decantará por una figura de consenso (que no hay) o por una figura que transmita firmeza o, tal vez, por una mujer? ¿Elegirá potenciar al representante de algún sector interno partidario o dejará que entre ellos se peleen por el cargo “a votazo”, con el consiguiente riesgo de enojos y división?
La otra alternativa, tal vez inclusive más cómoda para Cartes, es negociar ese cargo con la oposición. Pero... ¿con quién? ¿Con el PLRA, pensando que no constituyen ningún riesgo y que sería un premio consuelo para tenerlos de su lado, al menos en este primer año de mandato? ¿Con el Frente Guasu y abrir así un frente de críticas y disgusto dentro de su partido y el ataque de algunos medios de prensa que le querrán marcar agenda? ¿Al representante de un partido “chico” y asumir el riesgo de que se produzca a corto plazo un vacío de poder en el Congreso?
El abanico de posibilidades está abierto. El aparente exceso de expectativas que hay, especialmente dentro de su partido, sobre lo que decidirá el presidente electo puede ser la crónica anunciada de grandes frustraciones posteriores, que se comenzarán a sentir plenamente en cuanto se hagan públicos los nombres del futuro gabinete.
A partir de ahí, habrá que ver si se mantienen incólumes las loas a la unidad partidaria, las promesas de priorizar, por sobre todo, los “intereses nacionales” y los elogios rimbombantes, como el de aquel dirigente que llegó a considerar a HC como una “reencarnación de Bernardino Caballero” y después se arrepintió.
mcaceres@abc.com.py