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En el ámbito político se relativiza todo a niveles impensables y hasta simpáticos. Simplificando un poco podemos decir que lo que ayer era bueno o excelso, mañana puede ser malo o inclusive abominable. Mucho tiene que ver en el tema la falta de memoria que tenemos todos sobre el pasado inmediato. Por eso, a veces, es bueno recurrir al archivo de declaraciones y posturas de algunos referentes de la política en el pasado reciente.
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que ser socialista o de izquierda no era tan terrible. Me viene a la memoria cuando Nicanor Duarte Frutos, aquel que fue presidente del Paraguay en el periodo 2003-2008, no sé si se acuerdan, redefinió en la convención colorada del 28 de abril de 2007 la ideología del Partido Colorado como "Socialismo Humanista". Aunque Nicanor nunca aclaró ni publicó algún libro sobre qué era eso del socialismo humanista, ciertas frases de su discurso en aquella ocasión perfilaron una suerte de definición. Dijo por ejemplo: "Es el conjunto de pensamientos y de acciones a favor de los que menos tienen". "Asume como principio insustituible la solidaridad que garantice la evolución hacia una sociedad igualitaria, sin privilegios ni clases explotadas" (¿lucha de clases? ¡vade retro!). "Tiene como centro de su acción la dignificación de la persona y su crecimiento como tal", etc., etc. Los correligionarios lo aplaudieron de pie aquella vez.
Un poco más atrás en el tiempo, en agosto del 2006, en un discurso ante la plenaria, el senador Galaverna definió a la entonces ministra de Educación Blanca Ovelar como integrante del "ala izquierda del coloradismo". Me provocó tanta extrañeza que en un comentario de esa época consigné que desconocía la existencia de tal ala en el añejo partido de Bernardino Caballero e inclusive me pregunté si no habría sido una broma de Calé.
De aquel periodo presidencial se recuerdan también las veleidades chavistas de Nicanor, quien se esforzaba en presentarse como amigo cercano del presidente venezolano. Creo que ya en esos momentos nadie (incluyendo a Chávez) tomaba muy en serio a Duarte Frutos.
De estas cosas poco y nada se comentan ahora. Evidentemente, existe una memoria selectiva que procura borrar algunos hechos y traer al presente otros.
Al ministro de la Secretaría de Emergencia Nacional, Camilo Soares, muchos se esfuerzan en hacerle acordar que era o es amigo de gente que ahora estaría del EPP. Inclusive se lo reclama gente que fue no solo amiga sino colaboradora y chupamedia de algunos jerarcas stronistas, de lo cual no se arrepienten sino que están orgullosas. Qué notable, ¿no?
Evidentemente, mucho de lo que dicen y comentan los políticos de nuestro país tiene que ver con intereses personales y coyunturales y no debemos tomarlos al pie de la letra. El único problema es saber cuándo dicen la verdad, si es que creemos que la dicen en algún momento.
Hubo un tiempo, no tan lejano, en que ser socialista o de izquierda no era tan terrible. Me viene a la memoria cuando Nicanor Duarte Frutos, aquel que fue presidente del Paraguay en el periodo 2003-2008, no sé si se acuerdan, redefinió en la convención colorada del 28 de abril de 2007 la ideología del Partido Colorado como "Socialismo Humanista". Aunque Nicanor nunca aclaró ni publicó algún libro sobre qué era eso del socialismo humanista, ciertas frases de su discurso en aquella ocasión perfilaron una suerte de definición. Dijo por ejemplo: "Es el conjunto de pensamientos y de acciones a favor de los que menos tienen". "Asume como principio insustituible la solidaridad que garantice la evolución hacia una sociedad igualitaria, sin privilegios ni clases explotadas" (¿lucha de clases? ¡vade retro!). "Tiene como centro de su acción la dignificación de la persona y su crecimiento como tal", etc., etc. Los correligionarios lo aplaudieron de pie aquella vez.
Un poco más atrás en el tiempo, en agosto del 2006, en un discurso ante la plenaria, el senador Galaverna definió a la entonces ministra de Educación Blanca Ovelar como integrante del "ala izquierda del coloradismo". Me provocó tanta extrañeza que en un comentario de esa época consigné que desconocía la existencia de tal ala en el añejo partido de Bernardino Caballero e inclusive me pregunté si no habría sido una broma de Calé.
De aquel periodo presidencial se recuerdan también las veleidades chavistas de Nicanor, quien se esforzaba en presentarse como amigo cercano del presidente venezolano. Creo que ya en esos momentos nadie (incluyendo a Chávez) tomaba muy en serio a Duarte Frutos.
De estas cosas poco y nada se comentan ahora. Evidentemente, existe una memoria selectiva que procura borrar algunos hechos y traer al presente otros.
Al ministro de la Secretaría de Emergencia Nacional, Camilo Soares, muchos se esfuerzan en hacerle acordar que era o es amigo de gente que ahora estaría del EPP. Inclusive se lo reclama gente que fue no solo amiga sino colaboradora y chupamedia de algunos jerarcas stronistas, de lo cual no se arrepienten sino que están orgullosas. Qué notable, ¿no?
Evidentemente, mucho de lo que dicen y comentan los políticos de nuestro país tiene que ver con intereses personales y coyunturales y no debemos tomarlos al pie de la letra. El único problema es saber cuándo dicen la verdad, si es que creemos que la dicen en algún momento.