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A esta altura, quedan aún muchos cargos por llenar en su administración, pese a que pasaron casi cuatro meses desde el 22 de abril, día que ganó las elecciones hasta que asumió el cargo el pasado 15 de agosto.
La imagen que da es de una gran improvisación, aunque se sabe que el motivo de esa demora fue el desgaste al que se sometió por el enfrentamiento con el cartismo.
Antes de que asumiera, el cartismo le jugó sucio. Mucho más, luego de la suerte de comedia que se desarrolló en el Congreso con la presentación de la renuncia del expresidente Cartes, el posterior retiro del documento ante el fracaso de esta iniciativa y los frustrados intentos para que le guardasen “su” banca.
Es obvio que Horacio Cartes no hará un examen político ni mucho menos de conciencia para darse cuenta que gran parte de las desgracias que le caen encima se deben a lo que sembró durante su mandato. Él es de aquellos que siempre buscan culpables.
En tanto, Abdo Benítez es de lo que evitan una confrontación directa. Sin embargo, el día de su asunción al cargo se salió de libreto para contestar algunos ataques y enviar mensajes al cartismo que, en los días previos (y hasta ahora), lo tuvo a maltraer desde los medios de comunicación de su propiedad. En el discurso inaugural, se diferenció tajantemente de Cartes sin mencionarlo.
El escenario que se viene es el de un enfrentamiento permanente. El cartismo está empeñado en una evidente guerra de desgaste a mediano plazo. La presentación de Cartes de una nota al Senado pidiendo jurar como senador activo es solo un amago, sabiendo que no hay condiciones ni tiene respaldo. Pero le servirá como justificación para atacarlo en el momento que considere conveniente.
Es curioso que los legisladores cartistas, como argumento para que a su líder le dejen ocupar la banca, insten a que se respete a la voluntad popular que lo eligió en las urnas. No ha habido expresiones ni masivas ni pequeñas de respaldo, a HC, más allá de los dirigentes cuya incondicionalidad es directamente proporcional a su deuda (política o económica) con él.
En la nota que remitió al Senado, Cartes menciona que encabezó la lista de senadores en su interna y en las elecciones nacionales, por lo cual considera suyos todos los votos que tuvo esa lista. Obvia así el hecho de que, al tratarse de una lista, no es el único que aporta los votos y tal vez ni siquiera el principal, teniendo en cuenta que se trata del Partido Colorado.
Se puede presumir que Cartes aguardará que la guerra que instaló tenga consecuencias en algún momento y le permita asomar nuevamente en el escenario político.
La efectividad de esta estrategia dependerá del manejo del nuevo Mandatario. Hasta ahora, elige hablar poco. Pero pronto comenzará el momento de las decisiones y de la exposición pública.
La dirigencia del cartismo cree que hicieron un muy buen gobierno y que su único déficit fue el de la comunicación.
Aparentemente, creen que comunicar es contar las obras de infraestructura que construyeron. No advierten lo mucho que comunicaron con gestos, acciones y bochornos, ya sea directamente del exmandatario como también de quienes lo rodearon. Léase Leite, López Moreira, Luis Canillas, Darío Messer o Zacarías Irún.
En poco tiempo más, veremos qué comunica Abdo Benítez con sus acciones y omisiones y la de sus colaboradores. Eso nos dirá mucho más que sus supuestas intenciones del discurso inaugural.