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Como las incoherencias no pueden faltar en el Palacio Legislativo, esta semana también trajo lo suyo. El presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Latorre (ANR, cartista), anunció, con bombos y platillos, la firma de una “carta compromiso” entre esa Cámara, representada por Latorre, y la ONG Sound of Freedom, representada por el actor mexicano Eduardo Verástegui, con el objetivo de promover acciones de prevención contra la trata de personas con fines de explotación sexual y el tráfico de órganos de niños y adolescentes.
El texto refiere además que las partes se comprometen a establecer foros de diálogos con los diferentes actores sociales, culturales y empresariales, así como con los otros organismos y entidades del Estado para evaluar los problemas relacionados con la prevención y la atención al crimen organizado. Además, se comprometen a instar al Poder Ejecutivo y al Ministerio de la Niñez y la Adolescencia en la elaboración e implementación de protocolos para la identificación y atención de niños y adolescentes víctimas de trata y explotación. Es decir, el Estado paraguayo, a través de uno de los Poderes del Estado, celebró un acuerdo con una ONG extranjera, que tendrá así la potestad de influir en políticas públicas locales.
Lo llamativo del caso es que cuando se trata de ONG “amigas”, el eslogan de transparencia es lo menos importante. Sin embargo, cuando se trata de aquellas que incomodan al Gobierno, se activan todos los resortes legales y se despliega una fuerte campaña de desprestigio contra las mismas, al punto de considerar una mala palabra el término “oenegesero”, según lo expresó el propio senador Gustavo Leite (ANR, cartista), proyectista e impulsor de la “Ley Garrote” contra las ONG en un audio filtrado.
Recordemos que el mismo Leite figuraba como tesorero de la ONG Oráculos del Paraguay, cuya finalidad, según su estatuto, es la de proponer y estimular el desarrollo de la solidaridad profesional y gremial entre los psicólogos del Ministerio Público. Entre los propulsores de dicha ONG figuraba la esposa del senador cartista, quien en el audio filtrado celebraba diciendo que sobre el término “oenegero” recaía un estigma social de rechazo, aunque después de ser descubierto su vínculo con la citada organización ni corto ni perezoso se autodenominó “oenegesero transparente”.
Incluso, en el Congreso Nacional interín se trataba la “Ley Antioenegés”, se había conformado una Comisión Bicameral de Investigación (CBI) conocida como la “comisión garrote”, para perseguir, investigar y hostigar a ciertas organizaciones sin fines de lucro consideradas “enemigas”, ya que incluso, en plena sesión del Congreso, varios senadores habían puesto en una “lista negra” a ciertas ONG y sus directivos por considerar que los ejes temáticos con los que trabajan dichas organizaciones no conciliaban con la actual agenda estatal. Por supuesto, en esa lista no figuraba la ONG del propio proyectista de la ley, Gustavo Leite, quien solo informó acerca de su ONG una vez que la noticia tomó estado público.
No es menos importante mencionar las palabras del presidente Peña, quien al ser cuestionado sobre la “Ley Garrote” mencionó que las “ONG son instituciones de alto riesgo, porque también se suelen utilizar para manejo poco transparente de dinero” (ABC 15/9/2024). Sin embargo, no emitió comentario alguno sobre la ONG de Gustavo Leite ni sobre las transferencias de importantes sumas de dinero hechas a la misma por parte de la Tabacalera del Este (Tabesa), empresa sancionada por el Departamento de Tesoro de los Estados Unidos y por la Oficina de Control de Activos Financieros (OFAC), lo cual demuestra que el discurso de la transparencia es solo una excusa para perseguir a las ONG “enemigas” y blindar a las “amigas”.
Por si fuera poco, no debemos perder de vista que una de las primeras acciones de nuestro “particular” Congreso Nacional fue el intento de derogación del Convenio de Paraguay con la Unión Europea destinado al sistema educativo paraguayo, con lo cual pretendían dejar sin un aporte multimillonario a este sector afectando al programa de almuerzo escolar. Esto demuestra que la prioridad de nuestro Congreso no son precisamente los niños y adolescentes.
Sin embargo, al momento de suscribir la “carta compromiso” entre la Cámara de Diputados y la ONG del actor mexicano Eduardo Verástegui, el diputado Raúl Latorre expresaba que “Los niños son el tesoro más valioso de la humanidad” y acto seguido, como por arte de magia, el discurso de la transparencia y la exigencia de control a las ONG había desaparecido, para dar paso a la firma de un documento que permitirá a esta ONG extranjera intervenir y participar en las políticas públicas locales, recibir fondos para la realización de talleres, foros de diálogo con los diferentes actores sociales, culturales y empresariales, así como con los otros organismos y entidades del Estado.
Entonces, ¿se ha despertado repentinamente el interés en la protección de la niñez y la adolescencia por parte de nuestros legisladores y ha desaparecido el deseo de aumentar la burocracia en el trabajo de las ONG? Lastimosamente todo indica que este es simplemente el preludio de una metamorfosis de “antioenegés a oenegeseros” según convenga.