La cordura y el respeto mutuo pueden augurar un Año Nuevo feliz

Como es habitual, la Estación de Buses de Asunción registra en estos días una gran afluencia de personas que se aprestan a viajar al interior del país para recibir el nuevo año con sus familiares. Si a esos pasajeros se suman quienes disponen de un vehículo para desplazarse con igual propósito, el tráfico en las rutas habrá de aumentar considerablemente. Los conductores tienen una razón adicional para abstenerse de abusar de las bebidas alcohólicas, para prevenir accidentes. No toda la culpa de las frecuentes desgracias la tienen las autoridades, ya que también incide la inconducta de los propios damnificados, que no atienden su seguridad ni la del prójimo. Se ha dicho que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. No cuesta mucho comportarse como es debido: la cordura y el respeto mutuo bastan para augurar un feliz Año Nuevo, sin perjudicar a persona alguna, como mandan la ley y la moral.

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Como es habitual, la Estación de Buses de Asunción registra en estos días una gran afluencia de personas que se aprestan a viajar al interior del país para recibir el nuevo año con sus familiares, motivo por el que la Dirección Nacional de Tránsito ha liberado los horarios de salida para responder a la mayor demanda. Si a esos pasajeros se suman quienes disponen de un vehículo para desplazarse con igual propósito, el tráfico en las rutas habrá de aumentar considerablemente, de modo que es necesario que la Patrulla Caminera refuerce sus controles para evitar percances causados por la simple imprudencia o por el inmoderado consumo de alcohol. Si las señalizaciones y el estado de las carreteras no han mejorado, los conductores tienen una razón adicional para abstenerse de abusar de las bebidas alcohólicas, a lo que se añade que la alcoholemia en el volante implica un hecho punible, que puede provocar accidentes fatales.

Dado que las fiestas de fin de año hacen que tenga más trabajo, el Hospital de Trauma volvió a activar el 23 de diciembre un “Código Rojo” para que sus servicios den una pronta respuesta en los casos de urgencia. En la Navidad de 2023, se registró un fuerte descenso en el número de atendidos por accidente de tránsito: si en 2022 llegaron a 81, esa vez fueron 44; también se redujo el número de víctimas de quemaduras resultantes del estallido de petardos, una práctica tan deplorable como el delito de hacer disparos al aire, pero hubo más casos de violencia intrafamiliar, quizá porque creció la disposición a denunciarla. Es de lamentar que las cifras de esta última Navidad muestren un aumento del número de atendidos por colisiones de tránsito, que fueron 61; subieron –ligeramente– el de los asistidos a causa de la explosión de petardos y a la violencia doméstica.

El hospital lleva un registro especial de los motociclistas accidentados, que no suelen usar el casco de rigor: si en los dos últimos años fueron 36; ahora llegaron a 48, pese a las campañas de concienciación y a lo que mandan las normas que regulan el tránsito. Según el Dr. Juan Manuel Fernández, director del nosocomio, hay pruebas de que los controles más estrictos hacen disminuir el número de heridos, una obviedad ignorada por las policías municipales de tránsito y por la Patrulla Caminera, que deberían ser mucho más estrictos y no solo en estos días. Parece absurdo que personas adultas deban ser protegidas de su propia negligencia, pero la triste realidad enseña que es necesario inculcarles la prudencia que exigen la sensatez y los reglamentos de tráfico, incluso para preservar el dinero público, pues la cura de un paciente grave politraumatizado cuesta a los contribuyentes 561 millones de guaraníes, en promedio.

El civismo, es decir, el “comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”, debe manifestarse no solo en tiempos electorales, sino también en la vida cotidiana, evitando incurrir en conductas peligrosas, con el pretexto de celebrar algún suceso, como las fiestas de fin de año o el triunfo de un equipo de fútbol. No toda la culpa de las frecuentes desgracias la tienen las autoridades, ya que también incide la inconducta de los propios damnificados, que no atienden su seguridad ni la del prójimo. Se ha dicho que “el respeto al derecho ajeno es la paz”. El que tiene el vecino al descanso nocturno, por ejemplo, suele ser vulnerado por la polución sonora generada por la música estridente, como si fuera lo más natural del mundo. Ningún festejo autoriza a vulnerar el derecho ajeno, que empieza allí donde termina el propio.

Desde luego, nada de esto supone disculpar a quienes no aplican las normativas vigentes, como es su deber, para impedir daños a las personas y a sus bienes: si no basta la persuasión, hay que sancionar al infractor, también para disuadir a los demás de incurrir en el mismo comportamiento incivil. Es de esperar que la gente transite por calles y rutas sin violar los reglamentos y saludar al nuevo año sin arriesgar la integridad física de nadie, lo que permitirá también que el Hospital de Trauma y otros establecimientos sanitarios no resulten agobiados entre hoy y mañana. No cuesta mucho comportarse como es debido: la cordura y el respeto mutuo bastan para augurar un feliz Año Nuevo, sin perjudicar a persona alguna, como mandan la ley y la moral.

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