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El desastroso estado del Jardín Botánico y Zoológico de Asunción no desentona con el de la ciudad cada vez más estropeada por el inepto intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista) y sus serviciales ediles, pese a las intervenciones “urgentes” de dicho sitio recreativo dispuestas por la Junta Municipal en abril de 2021 y en octubre último: el intendente ignoró la primera resolución y hasta hoy hace lo mismo con la segunda. El mayor espacio verde capitalino con sus 230 hectáreas carece en gran parte de vallas de protección debido a las sustracciones, habiéndose convertido en un lugar de riesgo para vecinos y visitantes, tanto que hay una caseta de seguridad, a menudo desocupada, en la que por lo menos se advierte a los visitantes: “Cuidado: zona de robos”, delitos estos a los que pueden agregarse hasta abusos sexuales a la luz del día. Se entiende así que los conductores de empresas de movilidad se nieguen a llegar a los alrededores en horas de la noche por miedo a ser asaltados.
Convendría que la Policía Nacional haga acto de presencia en el parque y en sus inmediaciones si la Municipalidad carece de fondos para solventar un servicio privado de seguridad. En los últimos años, el presupuesto del Jardín Botánico y Zoológico, cuyo acceso no es gratuito para el público, rondó los 30.000 millones de guaraníes, suma que debería alcanzar por lo menos para evitar transmitir una vergonzosa impresión de abandono, algo que podría vincularse con la baja ejecución presupuestaria a causa de la desidia lisa y llana, por decir lo menos. Pero los problemas no se reducen a ese desolado espacio verde, sino también a la paupérrima infraestructura vial aledaña.
Dejando de lado la avenida Artigas, arruinada por obra y gracia de la ineficiencia municipal, es de recordar que el 21 de junio de 2017, el entonces intendente asunceno Mario Ferreiro y el ministro de Obras Públicas y Comunicaciones de la época, Ramón Jiménez Gaona, acordaron interconectar la avenida Costanera con la red vial de la zona del Jardín Botánico y Zoológico: la Municipalidad cedió 1,6 hectáreas del mismo para la construcción de dos viaductos a costa del Ministerio, que se comprometió a concretar varias obras más, entre ellas, instalar cámaras de seguridad en los accesos y en el interior de todo el complejo, así como a renovar las rejas perimetrales y a construir nuevos sanitarios. Además, se comprometió a erigir una base para la Policía Municipal de Tránsito, a revitalizar la avenida Artigas y, en coordinación con la Secretaría Nacional de Cultura, a restaurar cuatro construcciones de valor histórico, como la Casa de Carlos Antonio López, sostenida con troncos desde hace cinco años. Las obras se iniciaron recién en 2019, bajo la gestión del ministro Arnoldo Wiens, y quedaron inconclusas, sin pena ni gloria. Esta es la triste situación actual de este emblemático sitio, que en este caso involucra a dos instituciones, la Municipalidad y el MOPC.
El 5 de julio de 2023, gracias al concejal Pablo Callizo (PPQ), la Junta Municipal recordó el convenio y encargó a la Intendencia que demande al MOPC por el incumplimiento de nada menos que veinte obras y programas complementarios incluidos en el convenio de cooperación. Esta es la hora en que Nenecho no se ha dignado a cumplir con el mandato, tal como omitió intervenir el Jardín Botánico y Zoológico: una vez más, se permite ignorar olímpicamente una resolución de la Junta Municipal como si tuviera la facultad discrecional de cumplirla o no. No cree necesario dar explicación alguna, como si todo dependiera de su exclusiva voluntad: simplemente, no le da la gana hacer que el MOPC haga lo que se comprometió a hacer.
En el intendente asunceno se conjugan el autoritarismo y la desfachatez en perjuicio del patrimonio municipal y del bienestar de la población: una esperpéntica figura que deshonra su cargo y hace que la capital del país sea una verdadera vergüenza. Por si fuera poco, hasta ensaya la ironía en Instagram: “Qué genios son todos! Qué mierda es Asunción! Desde que Nenecho asumió carajo!! Antes Asuncion era Dubai y yo fundí. Váyanos a la al carajo” (sic). Pues bien, este es nuestro intendente. Los comentarios huelgan.