Santi está estresado y el país está preocupado

El presidente Santiago Peña viajó a Brasil a inicios de esta semana para asistir a la Cumbre del G20 en la ciudad de Río de Janeiro, que se llevó a cabo el 18 y 19 de noviembre con la participación de los líderes de las mayores economías del mundo, más la Unión Africana y la Unión Europea. Allí sufrió una descompensación, lo que motivó su traslado a un sanatorio. Tras su regreso atribuyó el hecho a un “estrés” generado por los partidos que jugó la selección paraguaya en las eliminatorias para el mundial de fútbol, a lo que se sumó la “emoción” de su cumpleaños. Es decir, el Presidente pareciera no sentirse preocupado por las recientes violaciones a derechos fundamentales consumados en la ley garrote, ni el despilfarro del dinero público en privilegios y lujos para los parlamentarios. Lo cierto es que mientras él está estresado por su cumpleaños, el país está preocupado por lo que se viene en los próximos años.

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El presidente Santiago Peña viajó a Brasil a inicios de esta semana para asistir a la Cumbre del G20 en la ciudad de Río de Janeiro, que se llevó a cabo el 18 y 19 de noviembre con la presencia y participación de los 19 países miembros, representados por los líderes de las 19 mayores economías del mundo, más la Unión Africana y la Unión Europea.

A propuesta del presidente del Brasil, Inácio Lula da Silva, quien presidía la Cumbre en este periodo, el foro se inició con el lanzamiento de la “Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza”, centrando la reunión en tres ejes principales: eliminar el hambre, la reforma de los organismos internacionales como Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial o la Organización Mundial del Comercio (OMC), y la transición energética.

El presidente anfitrión pronunció un discurso al inicio de la Cumbre en el cual resaltó que es “imprescindible acabar con el hambre para llegar a un mundo de paz”. “El hambre y la pobreza no son resultado de la escasez o de fenómenos naturales”, sino que son fruto de “decisiones políticas que perpetúan la exclusión de gran parte de la humanidad”, resaltó Lula en el marco de la Alianza Global, a la cual Paraguay había manifestado semanas atrás su adhesión voluntaria tras suscribir la “Declaración de Compromisos para la Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza”.

Esta Alianza es fruto de un grupo de trabajo impulsado en el marco del G20 y también forma parte de los ODS 1 y 2 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Sin embargo, ni bien iniciaban las reuniones de este importante foro internacional que aglutina a las grandes potencias mundiales y donde Paraguay ha ido como invitado, aun no siendo Estado parte, recibíamos por redes sociales la información de que el presidente Peña se había descompensado a consecuencia de un dolor en el pecho, lo que motivó su traslado a un sanatorio de Río de Janeiro donde permaneció hasta realizarse todos los chequeos médicos necesarios.

Una vez recuperado, informó que esta “leve descompensación” fue consecuencia del “estrés” generado por los partidos que jugó la selección paraguaya en las eliminatorias para el mundial de fútbol sumádole a la “emoción” de su cumpleaños. Es decir, el Presidente pareciera no sentirse preocupado por las recientes violaciones a derechos fundamentales consumados con la promulgación de la ley que reprime a las organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro y el impacto de esta ley garrote en la percepción internacional de Paraguay como un Estado incumplidor de sus compromisos en materia de derechos humanos. Tampoco pareciera preocuparle el despilfarro del dinero público en privilegios y lujos para los parlamentarios, distrayéndolos de la aplicación que debieran tener esos fondos en políticas públicas de salud, educación, empleo, fortalecimiento de pequeños productores y otras que guarden relación con el combate a la pobreza y el hambre, objetivos primordiales de la “Alianza Global” del G20.

Es decir, por un lado Santiago Peña se presenta ante la comunidad internacional como el líder de un Estado respetuoso de derechos humanos, comprometido con la lucha a la corrupción, la eliminación del hambre, el combate a la pobreza, el fortalecimiento de las instituciones que permitan trabajar en pos de una justicia social y la igualdad de oportunidades, mientras, por otro lado, dentro de casa vemos un copamiento total y absoluto del poder político, que da la impresión de privilegiar a una casta corrupta que encima pregona un discurso de odio hacia la comunidad internacional, los organismos internacionales y la cooperación extranjera.

Pero este doble discurso y el “figuretismo” en grandes cumbres pareciera no estresar al Presidente, tal vez piensa que nadie lo nota. Lo que le estresa verdaderamente es su cumpleaños y que la Albirroja no pierda puntos en las eliminatorias, según sus propias palabras. No sabemos si el estrés se debió a cumplir un año más, al menú de la fiesta de cumpleaños, a la cantidad de invitados o al sabor del pastel. Lo cierto es que mientras él está estresado por su cumpleaños, el país está preocupado por lo que se viene en los próximos años.

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