Peña debe saber administrar el buen momento económico

El Paraguay está atravesando un buen año económico, con perspectivas de crecimiento incluso mejores que las indicadas por las proyecciones oficiales, según analistas privados. Esto es muy positivo, pero conlleva el riesgo de creer que las condiciones favorables serán permanentes, lo que puede inducir a la relajación, el despilfarro y la pérdida de perspectiva de los objetivos de largo plazo. El Banco Central del Paraguay confirmó un crecimiento económico del 4,6% acumulado hasta el segundo trimestre y ratificó su estimación del 3,8% para 2024, mientras que observadores del sector privado han sido incluso más optimistas. Los efectos son beneficios para toda la sociedad, para las empresas, grandes y pequeñas, para la inversión, para la generación de empleos y la reducción de la pobreza, así como para el fisco. Pero que haya más ingresos no significa que haya que gastar más.

Cargando...

Paraguay está atravesando un buen año económico, con perspectivas de crecimiento incluso mejores que las indicadas por las proyecciones oficiales, según analistas privados. Esto es muy positivo, pero conlleva el riesgo de creer que las condiciones favorables serán permanentes, lo que puede inducir a la relajación, el despilfarro y la pérdida de perspectiva de los objetivos de largo plazo.

El Banco Central del Paraguay confirmó un crecimiento económico del 4,6% acumulado hasta el segundo trimestre y ratificó su estimación del 3,8% para 2024, mientras que observadores del sector privado han sido incluso más optimistas. Por ejemplo, la economista Patricia Goto, coordinadora de telemetría de Banco Atlas, señaló que el incremento del producto interno bruto estará por encima de lo proyectado debido a la actividad que están mostrando los servicios y la industria manufacturera, así como el repunte de la construcción, lo que compensa la incertidumbre en el sector agropecuario si se prolongan la sequía y la contracción de los precios internacionales.

Ello sumado a un consecuente mejoramiento de valores macroeconómicos, como el control de la inflación y la reducción del déficit fiscal, y al “grado de inversión” otorgado por la calificadora internacional Moody’s para los títulos nacionales de deuda soberana, lo que ubica a la economía paraguaya como la más dinámica y estable de la región.

Los efectos son beneficios para toda la sociedad, para las empresas, grandes y pequeñas, para la inversión, para la generación de empleos y la reducción de la pobreza, así como para el fisco, que mantiene un consistente incremento en las recaudaciones, con un nuevo aumento del 14% en septiembre en comparación con el mismo mes del año anterior, de acuerdo con el último reporte de la Dirección Nacional de Ingresos Tributarios.

Pero que haya más ingresos no significa que haya que gastar más, con menor razón en la presente coyuntura en la que la economía por sí misma está generando prosperidad. Todos se acuerdan de John Keynes a la hora de reclamar intervención estatal, pero la gran contribución que hizo el célebre economista inglés fue precisamente haber descripto y predicho el funcionamiento de los ciclos económicos que, como su nombre bien lo indica, son cíclicos. Ciertamente Keynes recomendó inyectar fondos públicos para estimular la economía, pero en el contexto de la Gran Depresión de los años treinta. Lo que muchos olvidan es la otra cara de la misma moneda, que es la necesidad de ahorrar en los ciclos buenos, justamente para contar con recursos para enfrentar los ciclos malos.

La gran prueba de fuego se está produciendo ahora mismo con el tratamiento en el Congreso del Presupuesto General 2025. En principio el Poder Ejecutivo presentó un proyecto que reduce el porcentaje de gastos corrientes en relación con el gasto total. Aunque ello mucho tiene que ver con el mencionado aumento de las recaudaciones y no tanto con la racionalización del costo de la burocracia estatal, es de todos modos una buena señal que es preciso mantener.

Asimismo, los períodos de alza económica son propicios para avanzar decididamente en las reformas estructurales, porque las buenas condiciones amortiguan el impacto de corto plazo de las mismas, a la vez que les dan tiempo para empezar a dar frutos para cuando tales condiciones cambien. Por ejemplo, este es un excelente momento para universalizar las contribuciones a la seguridad social, con el fin de neutralizar el enorme peligro que corre el Paraguay si se deja que el 80% de la fuerza laboral llegue a la edad de retiro sin jubilación. De paso, sería justo y necesario que el Poder Ejecutivo vetara el vergonzoso subsidio autoasignado por los parlamentarios para su jubilación vip, porque no es admisible que en Paraguay haya ciudadanos de primera y de segunda.

En economía ocurre como en la canción: “tristeza não tem fim, felicidade sim”. Este no es tiempo de derrochar, sino de ahorrar y de aprovechar para llevar adelante reformas que eleven el potencial del país y lo preparen para cuando lleguen las inevitables épocas de vacas flacas. Ello dependerá no tanto de la clase política, que no se caracteriza por su responsabilidad, sino de la firmeza, liderazgo e imposición de disciplina del presidente de la República, Santiago Peña, que es el encargado de administrar el Estado y los aportes de los contribuyentes.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...