Otra muestra de la pésima formación de quienes imparten conocimiento

La pésima formación docente quedó nuevamente al desnudo con los resultados preliminares de un concurso público de oposición que servirá para que el MEC conforme un “banco de elegibles”: se aplazaron 6.013 de los 12.028 participantes de Asunción y de cuatro departamentos, correspondiendo el mayor porcentaje –63%– a quienes desean enseñar en la educación primaria o quieren seguir haciéndolo, es decir, en los ciclos primero y segundo. Es necesario abandonar la cultura del “ya da ya” y promover la “meritocracia” en la educación pública. Para que este país no deba seguir avergonzándose del común de sus gobernantes y pueda acceder a la contemporánea sociedad del conocimiento, es imprescindible tomar en serio la enseñanza, empezando por la primaria. Más allá del Presupuesto, se la debe liberar de las garras de los corruptos, de los ineptos y de los politicastros.

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La pésima formación docente quedó nuevamente al desnudo con los resultados preliminares de un concurso público de oposición que servirá para que el Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) conforme un “banco de elegibles”: se aplazaron 6.013 de los 12.028 participantes de Asunción y de cuatro departamentos, correspondiendo el mayor porcentaje –63%– a quienes desean enseñar en la educación primaria o quieren seguir haciéndolo, es decir, en los ciclos primero y segundo. Se suspendieron las clases en las escuelas y en los colegios de los docentes examinados. De acuerdo a la mayoría de los concursantes, el nivel de dificultad fue “bastante alto”, lo que, según se supo, fue consecuencia de instrucciones dadas por el propio Ministerio. Por su parte, el bajo rendimiento de los educandos suele ser señalado por el Programa Internacional de Seguimiento de Alumnos (PISA), según el cual siete de cada diez escolares de nuestro país no entienden lo que leen y que nueve de cada diez son incapaces de resolver problemas matemáticos básicos, así que la tasa de alfabetización de casi el 95% resulta falaz.

El presupuesto actual del MEC asciende a unos once billones de guaraníes (1.412 millones de dólares), solo inferior al del Ministerio de Economía y Finanzas y destinado en un 90% a los sueldos de los docentes. Según el proyecto de ley, subiría a casi doce billones el próximo año, incluyendo un aumento de alrededor de 15.000 millones de guaraníes en favor de los directores generales “de planta”, que se han quedado con “un salario muy atrasado”, en opinión del ministro Luis Fernando Ramírez. En cambio, entre 2016 y 2023, el de los maestros se ha adelantado notablemente al salario mínimo legal: pasó de 1.824.055 guaraníes a 3.650.202, gracias a los reclamos y amenazas de paro tan frecuentes de los casi 77.000 docentes, cuyas ganas de mejorar sus ingresos superan en mucho las de capacitarse en el servicio. Por su parte, el salario mínimo legal de los trabajadores en general pasó de 1.964.507 guaraníes a 2.798.309.

Todo ello, sin perjuicio de que no son pocos los que sirven de “operadores políticos” en las campañas electorales del partido oficialista, con la esperanza de obtener un buen “rubro”, sabiendo que se trata de una vía mucho más idónea que la de esforzarse por mejorar la labor profesional. El Instituto Nacional de Educación Superior, “comprometido con la calidad educativa”, según un eslogan de la propia institución, debe elevar notablemente su rendimiento, pues el sistema educativo seguirá siendo desastroso mientras quienes enseñan tengan una preparación tan deficiente. La infraestructura y el equipamiento de los casi nueve mil centros públicos de enseñanza son pobrísimos, pero también lo es la formación docente, parte de un círculo vicioso: los maestros de hoy cargan con déficits formativos arrastrados desde la escuela, que se reflejan en la enseñanza que imparten y que serán transmitidos por sus alumnos en las aulas del futuro.

Es necesario abandonar la cultura del “ya da ya” y promover la “meritocracia” en la educación pública. Para que este país no deba seguir avergonzándose del común de sus gobernantes y pueda acceder a la contemporánea sociedad del conocimiento, es imprescindible tomar en serio la enseñanza, empezando por la primaria. Más allá del presupuesto, se la debe liberar de las garras de los corruptos, de los ineptos y de los politicastros. El pueblo tiene el derecho de aprender, pues la ignorancia lo condena a la pobreza y a la dependencia de quienes la perpetúan en beneficio propio.

Los docentes del sector público deben anhelar capacitarse, aunque más no sea por sí mismos, para tratar de vencer sus limitaciones pedagógicas. Saber más para enseñar mejor conlleva su propia recompensa. Mientras la preocupante situación actual no cambie, el Paraguay continuará siendo furgón de cola para el acceso a la sociedad del conocimiento.

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