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En vísperas de volver a viajar en muy poco tiempo a los Estados Unidos, esta vez para disertar sobre el tema “Asunción verde”, el intendente asunceno, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista), dio una tempranera entrevista radial, tras pasar la noche en vela por ser “un tipo que duerme tres horas al día” nomás. La ciudad debería compensarle por tanto desvelo, aunque, con toda certeza, lo que le quita el sueño no ha de ser que haya sido imputado por lesión de confianza y asociación criminal, hechos punibles que habría cometido durante la pandemia, ni que se le haya abierto una causa penal tras no poder conocerse el destino de los 500.000 millones de guaraníes ingresados para obras de infraestructura.
Aunque cueste creerlo, el reporteado empezó afirmando que “Asunción es la única ciudad en el mundo que tiene espacios verdes”; a semejante disparate, que no precisa más comentarios, siguió el aserto de que los medios de comunicación atacan a la capital del país (¡!) y que él siempre viviría en ella, aunque al parecer reside en Lambaré. A su insensato juicio, el problema sería que los asuncenos “quieren una ciudad de Primer Mundo, pero no pagan”. Conclusión: aparte de los periodistas, la culpa del desastre urbano la tendrían sus propias víctimas, que deben soportar calles y avenidas maltrechas, basuras no recogidas y plazas abandonadas, entre otros infortunios. Mientras tanto, siguen con paradero desconocido los 500.000 millones de guaraníes, correspondientes a bonos emitidos para obras de infraestructura. Esto es lo que debe aclarar Nenecho en vez de atacar a los periodistas y los propios asuncenos. Si la respuesta es clara, el intendente verá de inmediato que las críticas contra él y su administración desaparecerán como por arte de magia. Así de simple.
Si la evasión tributaria es muy alta, el jefe de la administración comunal debe combatirla con la ley en la mano, en vez de publicar de vez en cuando la lista de algunos morosos; el hecho de que los sujetos obligados rehúyan el pago puede atribuirse en gran medida a la falta de contraprestación adecuada, esto es, a las graves insuficiencias en cuanto a infraestructura y servicios municipales, atribuibles al descalabro financiero resultante de la corrupción y del prebendarismo: los nueve mil asalariados son una carga muy pesada que se arrastra, a duras penas, contrayendo deudas para ir pagando otras. En vez de culpar a la población por sus propias penurias, el patético intendente debería intentar poner la casa en orden, pero no lo hará porque está convencido de que la administración pública debe atender, en primer lugar, las necesidades de los que mandan y las de sus respectivas clientelas.
Pese a tanta carga que pende sobre él, con tan graves acusaciones y cuestiones que debe aclarar, el intendente está “tranquilo” porque nunca habría robado un solo guaraní. La ciudadanía también quiere estar tranquila, para lo cual debe recibir con claridad explicación acerca del destino de su dinero, que no aparece por ningún lado. Mientras continúe el misterio, Nenecho debe acostumbrarse a que se le interpele o se le abuchee en cualquier lugar donde aparezca. Pero ajeno a estas inquietudes, prefiere ir a otros países a hablar sobre las “bondades” de Asunción, donde los organizadores de los encuentros tal vez no conozcan las visicitudes de los asuncenos.
Parece una comedia de humor negro interminable. Para más burla, salpicada de vez en cuando con alguna “serenata” ofrecida a través de redes sociales por el intendente junto a su esposa, la senadora Lizarella Valiente. De modo que es inútil esperar que, en vez de desvelarse para proferir insensateces, cargando sobre los asuncenos el fardo de su ineptitud y de sus desmanejos administrativos, ofrezca las respuestas que se esperan de él, o tenga la dignidad de renunciar al cargo, al igual que esa mayoría de concejales cómplices que apañan su deplorable administración.
Resta que la opinión pública le exija, una y otra vez, que diga a dónde fue a parar tanto dinero que los contribuyentes deberán devolver con intereses, sin haber obtenido nada a cambio.