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Si la venta de 100 megavatios de la usina de Acaray al mercado libre brasileño era un “ejercicio y una prueba”, a estas alturas ya se puede decir que el proceso ha servido para algo: para reconfirmar que la ANDE no está en absoluto capacitada para participar en el negocio moderno de la energía, y mucho menos para manejar los intereses de un país que, en los papeles, es uno de los mayores productores percápita de energía eléctrica del mundo. La inoperancia de la ANDE es uno de los principales motivos por los cuales Paraguay nunca ha podido realmente aprovechar su enorme potencial energético para su desarrollo.
Una subasta de energía eléctrica en Brasil, o “leilão”, como se las conoce, se hace, literalmente, en una mañana. Se ponen en venta los bloques en un portal, se reciben electrónicamente las ofertas económicas de empresas distribuidoras previamente certificadas y para el mediodía ya se tienen los resultados y las adjudicaciones a la vista de todos. La ANDE lleva tres meses desde el anuncio de la colocación de este volumen prácticamente ínfimo y ni siquiera tiene todavía una fecha para la resolución.
El mercado eléctrico brasileño se desmonopolizó a principios de la década del 2000, en una transformación que se inició durante el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y se terminó de materializar durante la administración del actual presidente, Luiz Inácio Lula da Silva, quien gobernó durante dos períodos consecutivos desde 2003 hasta 2011, y nuevamente lo hace desde 2023. Ya entonces la ANDE tenía excedentes para ofrecer, fuera de los de Itaipú y Yacyretá (atados por los respectivos tratados), pero nunca ni atinó a hacer gestiones para ello.
Tampoco movió un dedo cuando se abrió la posibilidad con el acuerdo Lula-Lugo en 2009 y hubo que esperar otros quince años para que se digne a empezar a intentar obtener rentas por una riqueza nacional que es de todos los paraguayos, pero que la ley pone monopólicamente en sus manos.
Cuando en mayo pasado este Gobierno firmó con Brasil un acuerdo tarifario en Itaipú, que le permite durante tres años contar con un margen en la binacional en forma de “gastos sociales”, el ministro de Industria y Comercio y uno de los negociadores, Javier Giménez García de Zúñiga, aseguró públicamente que Paraguay quedaba “de inmediato” habilitado para comercializar todos sus excedentes en el Ambiente de Contratación Libre (ACL) de Brasil. Ante las reacciones en el vecino país, ello tuvo que ser rápidamente desmentido por el presidente de la República, Santiago Peña, quien se vio obligado a aclarar que la mención no se refería a la energía de Itaipú, para lo cual, según se señaló, hay que esperar la renegociación del Anexo C del Tratado.
Como para salir del paso, el Gobierno anunció la subasta de 100 MW de Acaray, que no es ni el 3% del volumen que Paraguay no utiliza de la mitad que le corresponde solamente en Itaipú. Se dijo que sería un “ejercicio” para prepararse para cuando se pudiera realmente comercializar a gran escala, pero, por lo que se ha visto, la prueba es un rotundo fracaso.
La ANDE tardó en hacer el llamado con formalidades y burocracia que no se estilan en este tipo de transacciones en ninguna parte del mundo, luego solo abrió los sobres de precalificación de los interesados hace ya más de un mes, y demora inexplicablemente la apertura de las ofertas económicas. Primero estimaron una semana, luego hablaron del 26 de agosto y ahora el presidente de la estatal, Ing. Félix Sosa, dijo que “en unos diez días”. Algo que en Brasil, insistimos, se hace en una mañana.
Para colmo, como si en vez de querer atraer a los compradores los quisiera espantar, la ANDE advirtió que todo el proceso, aun después de las adjudicaciones, quedaba “ad referendum” del cumplimiento de una larga lista de requisitos supuestamente exigidos por Brasil, lo cual no tiene sentido, entre otras razones, porque todas las empresas que se presentaron, once en total, ya están plenamente habilitadas y operan normalmente en el mercado brasileño.
Hace 55 años que se terminó Acaray, hace 40 años que comenzó a generar Itaipú y hace 30 años, Yacyretá. En todo este tiempo, la ANDE no ha logrado que ni el 20% de la matriz energética nacional sea eléctrica. Paraguay ni usa su energía ni la vende, prácticamente regala sus excedentes. Los gobiernos de turno y el monopolio estatal son responsables de un gigantesco daño patrimonial al pueblo paraguayo.