Es inexplicable la demora de los proyectos ferroviarios

¿Qué será lo que impide que nuestro país cuente con un ferrocarril después de décadas de supuestas gestiones para contar con uno? Es muy llamativo, porque según lo han anunciado decenas de funcionarios que han realizado viajes al exterior, sus interlocutores extranjeros les han expresado su interés en invertir en Paraguay, entre otras cosas, en un ferrocarril. También han llegado delegaciones de otros países con ofertas concretas, financiamiento incluido, y el ferrocarril continúa brillando por su ausencia. Parece increíble, pero el Paraguay no cuenta con un sistema ferroviario en funcionamiento, aunque desde 2002 tenga una empresa estatal, Fepasa, una supuesta sociedad anónima con el Estado como único socio, que se ocupa básicamente de gestionar un par de museos.

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¿Qué será lo que impide que nuestro país cuente con un ferrocarril después de décadas de supuestas gestiones para contar con uno? Es muy llamativo, porque según lo han anunciado decenas de funcionarios que han realizado viajes al exterior, sus interlocutores extranjeros les han expresado su interés en invertir en Paraguay, entre otras cosas, en un ferrocarril. También han llegado delegaciones de otros países con ofertas concretas, financiamiento incluido, y el ferrocarril continúa brillando por su ausencia.

En efecto, parece increíble, pero el Paraguay no cuenta con un sistema ferroviario en funcionamiento, aunque desde 2002 tenga una empresa estatal llamada Ferrocarriles del Paraguay SA (Fepasa), una supuesta sociedad anónima con el Estado como único socio, que se ocupa básicamente de gestionar un par de museos. Sus 31 empleados consumen 147.653.000 guaraníes al mes, incluyendo el sueldo del presidente, Facundo Salinas, que llega a 20 millones de guaraníes mensuales. Como no hay mucho que administrar, es comprensible de algún modo que la jefa administrativa sea una licenciada en psicología. En verdad, urge que el personal costeado por los contribuyentes tenga algo que hacer, pero sobre todo que circulen trenes movidos mediante la abundante energía hidroeléctrica disponible. Y bien, pasan las décadas y ni siquiera se ha ejecutado el proyecto del tren de cercanías Asunción-Ypacaraí, que cubriría un tramo de 43 kilómetros, una vez que se realice una inversión que hace seis años se estimaba en 380 millones de dólares.

En los últimos lustros, varios presidentes de Fepasa han recorrido por vía aérea distancias muchísimo mayores para, entre otras cosas, asistir a encuentros en los que se generan “sinergias”, según dijo uno de ellos; pero el tiempo pasa y las sinergias no se han hecho sentir, pues nada se hizo en pro de la infraestructura ferroviaria, ni siquiera con respecto al tramo citado, aparte de promulgarse dos leyes sin vigencia efectiva hasta hoy: la primera data de 2018 y fija el procedimiento para rehabilitar el Ferrocarril Carlos Antonio López e implementar un tren de cercanías en el tramo antes referido, medidas consideradas “de orden público e interés social”; la segunda data de 2023 y establece normas especiales y de financiamiento para ejecutar el mismo proyecto, entre ellas la que autoriza al Ministerio de Economía y Finanzas a buscar el financiamiento; la que faculta al de Obras Públicas y Comunicaciones a acordar la implementación con una entidad pública coreana, y la que permite a Fepasa a celebrar con el mismo órgano un contrato de subconcesión por treinta años, con respecto al tramo Asunción-Ypacaraí.

Pero hasta la fecha no se ha firmado ningún acuerdo con la empresa estatal coreana, que financiaría el proyecto a un costo que ya se ha elevado a casi 600 millones de dólares. Hace unos días y tras un largo silencio, el presidente de Fepasa atribuyó la sempiterna demora para la implementación del proyecto a una “serie de circunstancias”, entre ellas a un cambio de Gobierno en la República de Corea, cuyos “representantes” habrían enviado ciertas “reestructuraciones”, como la implementación por fases, que están siendo analizadas. Resulta que, según Facundo Salinas, “las empresas coreanas tienen también sus prioridades, sus inversiones”. Excusas y más excusas y todo sigue igual.

En otras palabras, los coreanos podrían abandonar el bendito proyecto, cansados de la inoperancia guaraní, sin evitar que se pueda pensar también que los funcionarios paraguayos no hayan conseguido a lo largo de los años acuerdos bajo la mesa para concretar los proyectos.

Si el Paraguay hubiera tenido gobiernos más eficientes, los trenes eléctricos ya habrían circulado desde hace mucho, al menos entre Asunción y Ypacaraí, sin que hubieran importado elecciones coreanas ni cambios de gobiernos. Desafiante, el jefe de Fepasa, una empresa estatal que no transporta pasajeros ni cargas, afirmó con énfasis que el plan avanzará “con o sin Corea”. Es presumible que la búsqueda de nuevos “socios” demandará algún tiempo y el inicio de las obras también, así que habrá que seguir teniendo paciencia para que algún día resucite uno de los ferrocarriles más antiguos de Sudamérica.

No está de más sostener que la energía hidroeléctrica debe ser aprovechada, ya que para el fallido metrobús, increíblemente, se prefirió el petróleo importado. La estupidez puede tener resultados catastróficos en la gestión pública, tanto como la indolencia perfectamente reflejada en las dilaciones del tren de cercanías.

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