Rescatar la educación paraguaya de su calamitoso estado

Es lamentable y crítico el estado de la educación en el Paraguay. Según la última prueba PISA dada a conocer a fines del año pasado, nuestro país está entre los de peor rendimiento escolar del mundo. El Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) es un sistema estandarizado a nivel global de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en el que participan actualmente 81 países. La prueba en Paraguay se hizo entre 5.084 estudiantes de quince años de 281 escuelas públicas y privadas, a quienes se les hicieron preguntas intercaladas sobre las tres áreas evaluadas (matemáticas, ciencias y lectura), algunas de selección múltiple y otras de construcción de respuestas, en un examen que duró aproximadamente dos horas, más un cuestionario de antecedentes. Duele decirlo, pero dos tercios de los chicos evaluados son prácticamente analfabetos funcionales. Apenas el 34% pudo identificar la idea principal de un texto acorde a su edad y casi ninguno logró comprender textos extensos, manejar conceptos abstractos o establecer distinciones entre hechos y opiniones. Enfatizar la lectura comprensiva, la redacción creativa, el pensamiento lógico y el pensamiento científico puede sonar demasiado ambicioso, pero es lo mínimo que debe proporcionar la escuela a los estudiantes y, de manera sumamente alarmante, no lo está consiguiendo. Es absolutamente fundamental empezar por el principio y asegurarse de que los niños y jóvenes entiendan lo que leen de acuerdo con su edad como primera medida, y luego que sepan hilvanar sus pensamientos, construir sus argumentos y expresarlos.

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Es lamentable y crítico el estado de la educación en el Paraguay. Según la última prueba PISA, dada a conocer a fines del año pasado, nuestro país está entre los de peor rendimiento escolar del mundo. El Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes (PISA) es un sistema estandarizado a nivel global de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en el que participan actualmente 81 países. La prueba en Paraguay se hizo entre 5.084 estudiantes de quince años de 281 escuelas públicas y privadas, a quienes se les hicieron preguntas intercaladas sobre las tres áreas evaluadas (matemáticas, ciencias y lectura), algunas de selección múltiple y otras de construcción de respuestas, en un examen que duró aproximadamente dos horas, más un cuestionario de antecedentes.

Duele decirlo, pero dos tercios de los chicos evaluados son prácticamente analfabetos funcionales. Apenas el 34% pudo identificar la idea principal de un texto acorde a su edad y casi ninguno logró comprender textos extensos, manejar conceptos abstractos o establecer distinciones entre hechos y opiniones.

Casi ningún estudiante paraguayo examinado alcanzó un nivel excelente en ninguna de las tres materias consideradas. El 15% llegó al nivel 2 en matemáticas (bajísimo en comparación a la media global), lo que significa que mínimamente consigue interpretar cómo se puede representar matemáticamente una situación simple, tan elemental como calcular la distancia entre dos puntos por rutas alternativas o convertir precios a una moneda diferente. Y en ciencias, menos del 30% puede reconocer la explicación correcta de fenómenos científicos básicos y pudo utilizar ese conocimiento para identificar, en casos simples, si una conclusión es válida a partir de los datos proporcionados. Casi ninguno de los examinados logró aplicar de manera creativa y autónoma sus conocimientos sobre ciencia a situaciones diversas.

Por ello, y por lo menos a priori, son irrebatibles y esperanzadoras las declaraciones de la viceministra de Educación Básica, María Gloria Pereira, a propósito de la nueva visión estratégica que buscarán desplegar en la educación pública desde el período lectivo próximo a iniciarse. Si logran llevarlo a la práctica y no queda todo en simples palabras, por fin se estarían poniendo los bueyes delante de la carreta, como debe ser, y no al revés, como se ha venido haciendo sistemáticamente, con los dramáticos resultados a la vista.

A grandes rasgos, la viceministra Pereira expuso cuatro importantes lineamientos. El primero es que se pondrá el énfasis en la lectura, la redacción creativa, el pensamiento lógico y el pensamiento científico. El segundo es que no se invertirá en nueva tecnología, sino en la utilización de la ya existente, que está desaprovechada. El tercero es que se innovará el sistema de capacitación docente, llevando a los instructores a las escuelas y no a los maestros a los talleres, cosa que no ha dado frutos. Y el cuarto, que no se gastarán recursos ni tiempo en más reformas curriculares, porque el problema no está en el currículum, sino en la implementación, que ha sido claramente deficitaria. También se refirió a cómo abordarán el tema de la infraestructura escolar, pero ese es otro apartado.

Enfatizar la lectura comprensiva, la redacción creativa, el pensamiento lógico y el pensamiento científico puede sonar demasiado ambicioso, pero es lo mínimo que debe proporcionar la escuela a los estudiantes y, de manera sumamente alarmante, no lo está consiguiendo. Es absolutamente fundamental empezar por el principio y asegurarse de que los niños y jóvenes entiendan lo que leen de acuerdo con su edad como primera medida, y luego que sepan hilvanar sus pensamientos, construir sus argumentos y expresarlos.

A juzgar por las expresiones de la viceministra Pereira, parece que finalmente el MEC tomó buena nota de las auténticas dificultades. Dijo que se darán instrucciones para que las clases diarias comiencen con al menos 10 minutos de lectura y terminen con redacción de textos, para instalar el hábito e incrementar el vocabulario de los alumnos. Subrayó que existe suficiente instrumental para ello e instó a los docentes a utilizarlo. Mencionó los C3, distribuidos en las escuelas, que son bases de datos que funcionan sin internet con amplia cantidad de libros, material de lectura y ejercicios, pero su uso es “casi nulo” y los aparatos “sirven de mesitas”.

Muchos sostienen que lo importante en un país como Paraguay es “la educación práctica”, que forme a los alumnos para el trabajo. Esta idea ha llevado a incorporar a la malla curricular largas listas de materias, para crear la ilusión de que se les está dando herramientas a los alumnos, sin reparar en que ese objetivo está cada vez más lejos de alcanzarse. Si no saben lo básico, que es leer, mal pueden avanzar al resto, amén del hecho de que ni siquiera hay docentes realmente capacitados para ello. En cambio, en el mundo moderno, donde existe un volumen casi ilimitado de información disponible con solo tocar una tecla, aquel que sepa leer, y por ende escribir, estará preparado para aprender cualquier cosa, desempeñarse y prosperar en el trabajo y en la vida.

Solo resta desear que los conceptos expresados tan claramente por la viceministra, reforzados por la realidad demoledora de un estado de analfabetismo funcional en gran parte de nuestros escolares, sean llevados a la práctica sin más demora posible. Paraguay no puede seguir postergando ni un segundo más el necesario salvataje educativo para aspirar a un desarrollo humano de calidad.

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