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El Gobierno que encabezará Santiago Peña ha anunciado que, una vez que el Tribunal Arbitral de la Cámara de Comercio Internacional (CCI) de París defina el monto que adeuda la República del Paraguay a Petróleos de Venezuela (PDVSA), se planificarán los pagos. Las incógnitas que se generan a partir de esta noticia son muchas, pero básicamente son cuatro preguntas que habrá que responder: 1) ¿Peleará Paraguay un resultado adverso donde Venezuela pretenda el cobro de intereses leoninos? 2) Asumiendo que existe la deuda, ¿hay un límite que Paraguay considerará racional abonar? 3) ¿De dónde saldrán los fondos para cubrir esta deuda? 4) ¿Qué pasará con los gobernantes y administradores responsables de generar este descomunal endeudamiento que se obligará a pagar a todos y cada uno de quienes vivimos en este país?
Durante mucho tiempo fue casi un secreto de Estado saber cómo se había producido la deuda de la petrolera estatal PETROPAR con la petrolera estatal venezolana PDVSA. Nadie entendía cómo se podía haber agigantado el agujero negro si es que el combustible que se importaba de los venezolanos se comercializaba en la petrolera paraguaya. ¿Dónde estaba el respaldo monetario de los productos adquiridos? ¿Cómo es que abultaron descomunalmente una deuda sin pagarla? O lo que es más misterioso aún, ¿qué se hizo con el dinero que se debió haber destinado al pago de los combustibles comprados a los venezolanos, y vendido al contado a los consumidores de nuestro país?
La composición de la deuda de Paraguay con Venezuela no se mantuvo en secreto por mucho tiempo. La morosidad se originó en el Gobierno colorado de Nicanor Duarte Frutos, con la firma del primer acuerdo que Paraguay acordó con Hugo Chávez. Y se profundizó y extendió por varios meses después, desde el primer momento en que Fernando Lugo arrancó su Gobierno firmando varios acuerdos energéticos con Hugo Chávez el mismo día de su asunción al poder. Insólito pero posible: alguien habrá pensado que comprar combustibles de Venezuela no iba a tener costos, o que nadie tendría que pagar en nombre de la política “bolivariana”. He aquí que está llegando el momento de abonar los desmadres y desbandes que hicieron en la petrolera estatal paraguaya, y lo tendrá que pagar hasta el último habitante de este país, no importa si en su vida haya comprado o no algún litro de combustible. Esta monumental deuda reclamada por Venezuela, que será pagada por todos y cada uno de nosotros, refleja fielmente los manejos ANTOJADIZOS, POLÍTICOS, CLIENTELISTAS Y CORRUPTOS de la petrolera estatal paraguaya. Y este escándalo debe plantearnos seriamente si el funcionamiento de Petropar es un negocio exitoso o es solo otro curro más de los que se inventan para sostener la clientela.
De acuerdo a los últimos datos sobre el valor contable del patrimonio de Petropar que se manejan, aún sumando todos sus bienes inmuebles, capacidad de tancaje, instalaciones regionales tales como las de Hernandarias (Alto Paraná), Mauricio José Troche (Guairá) y otros inmuebles, la planta ya no tiene ni remotamente el valor que tuvo en su mejor época. Tampoco es sustentable su funcionamiento como refinería como para plantear el procesamiento de crudo importado considerando que la compra de productos terminados es mucho más económica y competitiva comparando con los precios del sector privado. Es más, hasta el refinamiento del alcohol que hace la planta de Troche no tendría rentabilidad para la petrolera, sin entrar a debatir su función social en la zona. Según declaraba Alejandro Guggiari (Asociación de Propietarios de Estaciones de Servicio), el sector privado está vendiendo cada litro de alcohol a un valor abultadamente inferior que el refinado en Mauricio José Troche donde, por cierto, sobran las denuncias de sobrecostos y hasta utilización política de la petrolera estatal en la zona.
Con mucho optimismo se podría calcular que el valor total de todo el patrimonio de Petropar pueda estar alrededor de unos 100 millones de dólares, suma que podría ser inferior dado el deterioro sufrido después del incendio ocurrido en 2021, bajo la administración del colorado Denis Lichi, cuando parte del tancaje ardió por espacio de unas casi 20 horas. Para cubrir la descomunal deuda que reclama Venezuela en París, habría que vender varias veces la petrolera estatal, un hecho absolutamente ilógico y sin sustentabilidad.
Con la asunción del próximo Gobierno, Santiago Peña plantea desde ya un novel Ministerio de Economía y Finanzas, que de acuerdo a como vemos que se van sucediendo las cosas, tal cosa terminará consumándose. Es de esperar que el tal Ministerio se ocupe y preocupe por organizar, diseñar y poner en funcionamiento un Estado que deje de ser un gigantesco elefante blanco paseándose por una cristalería. Es injusto, oprobioso e inmisericorde vivir esclavos de pagos de desmanejos y corruptelas, destinar fortunas a pagar malas decisiones, negligencias y hasta delitos financieros que, encima, nunca terminan castigados. Ojalá que el nuevo equipo ingrese con una mirada más racional y menos clientelista: el dinero que nos roban en uno y otro lugar, es el que nos falta para cubrir una vida más decente y digna para todos.