Ejecución presupuestaria municipal solo beneficia a la clientela parasitaria

En 2022, la Municipalidad de Asunción se ocupó casi exclusivamente de abonar los salarios, aguinaldos y bonificaciones de sus más de 8.800 funcionarios, contratados y jornaleros, según surge de la rendición de cuentas presentada a la Junta Municipal por el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista). En efecto, ejecutó el 96% de los 707.604 millones de guaraníes presupuestados para los “servicios personales”, pero solo el 9% de los 848.098 millones previstos para la “inversión física”, es decir, para la construcción y el mantenimiento de la infraestructura. Se trata de un verdadero fiasco, sobre cuyas causas el jefe de la administración municipal debería dar cumplidas explicaciones.

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En 2022, la Municipalidad de Asunción se ocupó casi exclusivamente de abonar los salarios, los aguinaldos y las bonificaciones de sus más de 8.800 funcionarios, contratados y jornaleros, según surge de la rendición de cuentas presentada a la Junta Municipal por el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista) y no revelada por este en su “informe de gestión” presentado en un “show” escenificado de cara a la galería. En efecto, ejecutó el 96% de los 707.604 millones de guaraníes presupuestados para los “servicios personales”, pero solo el 9% de los 848.098 millones previstos para la “inversión física”, es decir, para la construcción y el mantenimiento de la infraestructura. El hecho de que ni siquiera se haya invertido la décima parte de la suma prevista implica un verdadero fiasco, sobre cuyas causas el jefe de la administración municipal debería dar cumplidas explicaciones.

Si el Presupuesto no fue engañoso al estimar una inversión considerable, la ejecución resultó paupérrima. Como sea, está visto que la administración local se ocupa sobre todo de sí misma, con el dinero de unos contribuyentes que deben soportar la falta de obras públicas o sus deterioros. Es fácil retribuir a la abundante clientela ociosa, pero parece que no lo es tanto mejorar la calidad de vida en una ciudad ruinosa, ya que para eso se necesitan honestidad, eficacia y entrega, cualidades que visiblemente brillan por su ausencia en el Palacete Municipal. El intendente se jactó de haber instalado 70 extintores en el Mercado N° 4, pero nada dijo del Abasto, del derruido mirador de Ita Pytã Punta, de las demoras en la construcción de tres desagües pluviales ni de las vías públicas destrozadas, entre otras calamidades. Habló sí de “intervenciones” en 73 colegios, que solo consistieron en la modesta entrega de muebles y algunas reparaciones.

Nenecho se ufanó de un aumento del 37% de la recaudación con respecto a los ejercicios anteriores. En realidad, solo habría llegado al 14%, pues el porcentaje restante correspondería a los empréstitos anuales para “bicicletear” deudas y pagar remuneraciones. En todo caso, la mayor recaudación no se tradujo en obras y servicios para los asuncenos, así que el intendente tendría que aclarar las razones de la vergonzosa ejecución presupuestaria, aunque los sumisos concejales no las pidan. Por lo demás, debería saber que la Ley Orgánica Municipal (LOM) prohíbe que las municipalidades gasten en servicios personales más del 60% de sus ingresos corrientes ejecutados, conforme al último informe anual de ejecución presupuestaria.

Las elocuentes cifras mencionadas dan cuenta de una gestión desastrosa en materia de gastos de capital que –lamentablemente– ya es de muy larga data; no todo empezó con el intendente y los ediles actuales, pero también es cierto que el malgasto se va agudizando cada vez más. Resulta que, para muchas autoridades comunales, atender el bienestar de la ávida clientela es mucho más importante que dotar a la ciudad de obras y servicios públicos de calidad.

Si la Municipalidad capitalina está llena de ineptos y de holgazanes, sin olvidar a los corruptos de tomo y lomo, es porque los asuncenos aún no parecen dispuestos a hacer valer sus derechos, incompatibles con los privilegios de miles de burócratas superfluos. Si deben transitar por calles y avenidas con baches, soportar la basura acumulada o cruzar espacios verdes ocupados es porque la mayor parte del Presupuesto –financiado con sus impuestos, tasas y contribuciones– termina en los bolsillos de prebendarios de diverso pelaje. Ya es hora de que alcen la voz contra una costosa tomadura de pelo que se reitera cada año, con el consentimiento –cabe insistir– de la Junta Municipal. Se debe terminar con esta ignominia.

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