Los trabajadores necesitan que se normalicen el país y la economía

Hoy es el Día del Trabajador en medio de una crisis global sin precedentes en el sector, con la pérdida de 114 millones de empleos directos solo en 2020, no menos de 30 millones de ellos en América Latina, según la OIT. El impacto ha sido durísimo en Paraguay, por la exigua cobertura de sistemas contributivos de seguridad social, pero, sobre todo, por las particulares características de nuestra fuerza laboral. Según datos oficiales, solo el 45% de la población económicamente activa (PEA) está compuesta por asalariados, de los cuales una gran parte se emplea en el sector informal y en micro y pequeñas empresas poco consolidadas y muy vulnerables a los vaivenes económicos. Lo que se necesita urgentemente es que el país y la economía vuelvan a ponerse plenamente en marcha y que el Gobierno cumpla de una vez su compromiso de traer vacunas necesarias, en vez de seguir escudándose en interminables restricciones que solo sirven para desviar la atención y evadir su responsabilidad.

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Hoy es el Día del Trabajador en medio de una crisis global sin precedentes en el sector, con la pérdida de 114 millones de empleos directos solo en 2020, no menos de 30 millones de ellos en América Latina, según la Organización Internacional del Trabajo. Más relevante aún para países como Paraguay, donde predomina el trabajo informal e independiente, se estima la pérdida del 8,8% de las horas de trabajo a nivel mundial, lo que equivale a 255 millones de empleos de tiempo completo, cuatro veces más de lo registrado en la crisis financiera mundial de 2009. La pandemia del covid ha provocado 3.200.000 muertes en el mundo, ya más de 6.000 en Paraguay, pero las restricciones a la actividad económica y la caída del consumo han depredado los ingresos y han llevado pobreza y desesperación a cientos de millones de familias trabajadoras.

El impacto ha sido durísimo en Paraguay, por la exigua cobertura de sistemas contributivos de seguridad social, pero, sobre todo, por las particulares características de nuestra fuerza laboral. De acuerdo con la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística, solo el 45% de la población económicamente activa (PEA) está compuesta por asalariados, de los cuales una gran parte se emplea en el sector informal y en micro y pequeñas empresas poco consolidadas y muy vulnerables a los vaivenes económicos. Excluyendo a 168.572 patrones y empleadores (el 4,5% del total), que a su vez en su mayoría no tienen más de uno a tres colaboradores, a menudo de su propia familia, alrededor de la mitad de la mano de obra nacional está conformada por trabajadores independientes y por jornaleros que cobran por día laborado o por trabajos específicos, algo muy común, por ejemplo, en la construcción y en los servicios domésticos.

En realidades como estas, típicamente el desempleo no suele ser muy alto, por la sencilla razón de que la gente no puede esperar a conseguir un trabajo formal para ganarse el sustento, sino que hace cualquier cosa para procurarse ingresos, con lo cual estadísticamente figura como ocupada. Pese a ello, el desempleo abierto en Paraguay, sufrido por aquellos que buscan activamente trabajo y no lo encuentran, ha crecido fuertemente, hecho que se ha querido minimizar. En el cuarto trimestre de 2020, el desempleo abierto fue del 7,2% de la PEA (había llegado al 8,2% en el tercer trimestre), 1,5 punto porcentual por encima del 5,7% del mismo período de 2019, lo que implica un aumento real del 26%. En las áreas urbanas, donde se concentra la mayor parte de la población, fue peor, con un aumento del desempleo abierto del 40%.

Si sumamos el subempleo visible, que es aquel constituido por los que buscan trabajar y ganar más, pero solo consiguen hacerlo hasta 30 horas semanales, y una categoría nueva de la encuesta denominada “inactivos circunstanciales”, al cuarto trimestre del año pasado había 561.890 personas afectadas directamente por problemas de empleo, lo que representa el 15% de la fuerza laboral.

Esta ha sido una cifra sumamente fluctuante durante la pandemia, lo que da una idea de los efectos inmediatos de las medidas gubernamentales de periódicos endurecimientos de la larga cuarentena. A fines de 2019, las personas afectadas por problemas de empleo eran 425.602; para el segundo trimestre de 2020, ya en cuarentena, eran 718.110 (casi 70% más); en el tercer trimestre, 707.347; y en el cuarto trimestre, con las flexibilizaciones de la última parte del año, los ya mencionados 561.890, todavía un 32% más que en 2019. Aún no hay datos actualizados, pero promediando el segundo trimestre de 2021, ante la ausencia de las vacunas prometidas y el incremento de contagios y fallecimientos, lo que ha impedido la normalización del país, es muy probable que la cifra haya vuelto a aumentar significativamente, sobre todo ahora con la decisión de volver a una fase estricta.

Por otro lado, estos números se refieren a la situación laboral en sí, pero nada dicen de la caída de los ingresos de las familias trabajadoras, que ha sido abrupta en muchísimos casos al reducirse dramáticamente la actividad y la rentabilidad de sectores tradicionalmente intensivos en mano de obra, como el comercio, la hotelería, la gastronomía, el turismo en general y los eventos.

Son muy pocos trabajadores los que quedan al margen de los duros efectos económicos de las restricciones, entre ellos 338.501 funcionarios públicos, ninguno de los cuales ha perdido su puesto de trabajo ni ha dejado de cobrar sus remuneraciones, ni aun sus bonificaciones, pese a que muchos directamente no han ido a trabajar o no lo han hecho con un nivel normal de exigencia.

En el sector privado fue muy diferente. A excepción de algunas grandes empresas que han tenido suficiente espalda como para resistir o han estado en áreas no perjudicadas, o incluso favorecidas, en general en el ámbito privado ha habido quiebras, achicamientos, despidos, reducciones de beneficios en el mejor de los casos, gente que ha quedado cesante y se ha trasladado al sector informal. La mayor parte de los trabajadores en Paraguay está en el sector terciario, que es el más golpeado por los 417 días de cuarentena ininterrumpida. Solo en comercio, restaurantes y hoteles (formales e informales) se emplean 923.000 personas, y en servicios comunales, sociales y personales, otras 640.000.

Como es tradicional el 1 de mayo, hoy saldrán las centrales obreras y los sindicatos estatales a pedir aumentos de sueldos, mayores compensaciones, más “desprecarización”. Están en todo su derecho, pero la verdad es que representan a una porción muy pequeña de la fuerza laboral. Lo que necesita urgentemente la gran mayoría de los trabajadores paraguayos es que el país y la economía vuelvan a ponerse plenamente en marcha y que el Gobierno cumpla de una vez su compromiso de traer las vacunas necesarias para que ello sea posible, en vez de seguir escudándose en interminables restricciones que solo sirven para desviar la atención y evadir su responsabilidad.

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