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Los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) reflejan que la cobertura efectiva de pensiones ya mostraba una tendencia descendente antes del impacto de la pandemia. La crisis sanitaria profundizó esta situación, generando un retroceso de una década en el acceso a los sistemas previsionales. Los últimos datos muestran que los niveles de cobertura volvieron a ubicarse en valores similares a los observados hace una década.
El contexto laboral regional explica en gran parte esta problemática. La alta informalidad, que afecta a más del 50% de los trabajadores en varios países, dificulta el acceso a sistemas contributivos de pensiones. En muchos casos, dependen de ingresos diarios sin la posibilidad de aportar de manera regular a un fondo de jubilación.
Si bien la situación general es alarmante, algunos países han logrado avances significativos en la inclusión previsional. Costa Rica, por ejemplo, presenta una cobertura notablemente superior a la media regional. Sin embargo, en el conjunto de América Latina, el porcentaje de la fuerza de trabajo con acceso efectivo a un sistema previsional apenas supera el 47%.
El número total de cotizantes en la región se incrementó gradualmente entre 2.000 y en la prepandemia, cuando alcanzó un máximo de 137,3 millones de personas. A partir de entonces, la tendencia se revirtió y en 2022 la cifra se ubicó en 145,7 millones, reflejando un leve repunte tras la crisis sanitaria, pero sin recuperar la senda de crecimiento sostenido, de acuerdo con los datos de la Cepal.
Implicaciones para el desarrollo social y económico
El limitado acceso a pensiones genera serias consecuencias para el bienestar social y la estabilidad macroeconómica. Con un creciente envejecimiento poblacional, la falta de cobertura previsional aumenta la presión sobre los sistemas de asistencia social y los presupuestos fiscales. Sin una reforma estructural que amplíe el acceso a la seguridad social, un porcentaje significativo de la población podría enfrentar pobreza en la vejez.
Además, la baja cobertura en pensiones está estrechamente relacionada con la precariedad laboral y la desigualdad en la región. Los trabajadores informales, que suelen percibir ingresos más bajos y carecen de estabilidad, quedan excluidos de los sistemas contributivos y dependen de mecanismos de ahorro personal o del apoyo familiar para enfrentar la jubilación.
Para revertir esta situación, los países de América Latina necesitan avanzar en estrategias que amplíen la cobertura efectiva de pensiones. Algunas alternativas incluyen la creación de esquemas mixtos que combinen contribuciones obligatorias con mecanismos de protección social no contributiva, así como incentivos para la formalización laboral.
El fortalecimiento de los sistemas de pensiones no solo es una medida de protección social, sino también un factor clave para la estabilidad económica a largo plazo. Sin una acción concreta, millones de trabajadores seguirán sin garantías de ingresos en la vejez, ampliando la brecha de desigualdad y limitando el crecimiento sostenible en la región.
*Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones