Los responsables de este estudio son investigadores de la Universidad de Monash (Australia) y los experimentos se han hecho en ratones; los resultados se publican en la revista Science Advances.
La proporción de personas mayores de 60 años en todo el mundo se duplicará en las próximas tres décadas y la incidencia de la diabetes de tipo 2 aumenta precisamente con la edad, recuerda una nota de la universidad.
Por lo tanto, el envejecimiento de la población también supondrá un aumento de la incidencia de la enfermedad a nivel mundial.
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Una de las principales razones del aumento de la prevalencia de la diabetes de tipo 2 con la edad es el desarrollo de la resistencia a la insulina, o la incapacidad del organismo para responder a esta, lo que suele estar causado por la reducción de la actividad física a medida que envejecemos.
Sin embargo, los mecanismos precisos por los que la inactividad física facilita el desarrollo de la resistencia a la insulina siguen siendo un misterio.
Ahora, se ha descubierto cómo la actividad física mejora la capacidad de respuesta a la insulina y, a su vez, favorece la salud metabólica.
“Y lo que es más importante, la enzima descubierta, clave en este mecanismo, puede ser objeto de fármacos que protejan contra las consecuencias del envejecimiento, como el desgaste muscular y la diabetes”, resume el centro.
El equipo, dirigido por Tony Tiganis, revela que la reducción en la generación de unas moléculas llamadas especies reactivas de oxígeno (ROS) en el músculo esquelético durante el envejecimiento es clave para el desarrollo de la resistencia a la insulina.
Según Tiganis, el músculo esquelético produce constantemente ROS y esto aumenta durante el ejercicio.
Así, en ratones, los científicos descubrieron que la enzima NOX4 aumenta en el músculo esquelético después del ejercicio y que esto conduce a un aumento de las ROS.
Esto provoca respuestas adaptativas que protegen a los ratones del desarrollo de la resistencia a la insulina, que de otro modo se produce con el envejecimiento o la obesidad inducida por la dieta.
“En este estudio hemos demostrado, en modelos animales, que la abundancia de NOX4 en el músculo esquelético disminuye con el envejecimiento y que esto conduce a una reducción de la sensibilidad a la insulina”, resume Tiganis.
Por eso, añade, “desencadenar la activación de los mecanismos de adaptación orquestados por NOX4 con fármacos podría mejorar aspectos clave del envejecimiento”.
“Uno de estos compuestos se encuentra de forma natural, por ejemplo, en las verduras crucíferas, como el brócoli o la coliflor, aunque la cantidad necesaria para los efectos antienvejecimiento podría ser mayor de la que muchos estarían dispuestos a consumir”.