MADRID — Hubo tiempos en que la Luna servía para algo. Tiempos en que los amorosos la miraban, los locos la sufrían, los peores poetas la cantaban, los astrónomos trataban de escrutarla con cristales pulidos: esos tiempos, esa forma de la melancolía.
MADRID. Lo sintetizó, no hace mucho, un genio anónimo: “La Argentina es un país donde, si te vas de viaje veinte días, al volver cambió todo, y si te vas de viaje veinte años, al volver no cambió nada”.
MADRID — La palabra empezó a oírse a mediados de los años noventa en la Argentina: entonces, hijos de las víctimas de la dictadura militar desesperaban porque los asesinos de sus padres seguían impunes y en la calle.
Los datos se amontonan, muy variados, y todos van en la misma dirección. Alcanza con mirar cifras oficiales: dicen, por ejemplo, que en los últimos doce meses la industria argentina bajó su actividad un 13,4 por ciento y la construcción un 12,3.
MADRID. España fue a votar con más miedo que esperanza, más estoicismo que entusiasmo. España, como tantos otros países, no encuentra dirigentes que la ilusionen; postulaban para ese rol cinco hombres de menos de 50 años, cinco muchachos guapetones.
BARCELONA. Cuando murió, hace casi 43 años, el generalísimo Francisco Franco tenía a su lado la mano momificada de una monja. La monja —escritora y fundadora de conventos, mística exaltada— había muerto en 1582.
BARCELONA. No es fácil saber cuántos hombres y mujeres y chicos pasan hambre. Los hambrientos suelen vivir en países difíciles, con Estados que no solo son incapaces de asegurar su alimentación; tampoco tienen los medios para contarlos.
BARCELONA. Fue hace unos días: era sábado, todavía sol en Barcelona y el Camp Nou rebosaba. El partido estaba por empezar; miles habían venido para ver a uno, un muchacho ya treintañero llamado Lionel Messi.
BARCELONA.El hecho es claro: si algún dios aburrido no lo impide, en unos días el país más poderoso de América Latina será gobernado por un militar retirado que celebra torturadores y desprecia mujeres, chupa cirios y revolea pistolas: Jair Bolsonaro...