La semana pasada el presidente de Bolivia logró un nuevo récord. Evo Morales, quien ha encabezado el Gobierno por más de 12 años y medio, se convirtió en el líder con más tiempo en el poder en la historia de su país. Ha sido elegido tres veces, pero en el camino se ha convertido en un dictador y amenaza con quedarse en el poder indefinidamente.
Cuando Brasil revele este mes los nombres de los funcionarios y políticos en 11 países sobornados por Odebrecht, paralizará aún más a varias de esas naciones. Provocará además nuevas preguntas acerca del funcionamiento y naturaleza de lo que el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha llamado “El caso de soborno internacional más grande de la historia”. Estamos por darnos cuenta de que lo que sabemos de Odebrecht es solamente la punta del iceberg.
La reacción de muchos ante el bombardeo estadounidense a una base militar en Siria el viernes pasado fue de una satisfacción moral. Es entendible. Después de todo, la dictadura de Bashar al Assad había mostrado su brutalidad una vez más al librar aparentemente un ataque químico contra parte de la población civil –y Washington, finalmente, respondió–.
Por favor no lean el próximo párrafo. Difícilmente lo entenderán y no es placentero leerlo. Se trata de una pequeña muestra de lo que viene en las 297 páginas del acuerdo de paz entre el Gobierno Colombiano y las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) sobre el cual los colombianos se pronunciarán en un plebiscito el 2 de octubre. Lo incluyo aquí solo para dar una muestra del sabor del documento.
El mes pasado se destapó que la exdirectora de la gendarmería chilena, la fuerza penitenciaria del país, estaba recibiendo una jubilación de alrededor de US$ 8.000 por mes. Cuando se aprobó en 1980 la reforma de pensiones que creó el sistema privado, se mantuvieron en el viejo sistema público las Fuerzas Armadas y algunas fuerzas del orden (como la gendarmería).
Venezuela está a punto de colapsar. La crisis que ha engendrado la revolución bolivariana es total: económica, política y social. La escasez de prácticamente todo lo importante –comida, electricidad, medicinas, agua– ha derivado en colas interminables, hambre, una creciente ola de saqueos y conflicto social, y una crisis humanitaria. La gente se muere por falta de medicamentos o equipos médicos que funcionen. En 2015, la tasa de mortalidad de bebés de menos de un mes de vida se incrementó en los hospitales públicos en cien veces respecto del 2012. La tasa de mortalidad de madres primerizas en los mismos hospitales casi se quintuplicó.
Hace unos días se anunció el inicio de un nuevo proceso de paz entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Si las negociaciones con la segunda guerrilla más grande del país terminan pareciéndose al acuerdo al que está llegando la administración Santos con las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), no será causa para celebrar.
¡Qué diferencia pueden hacer cien días en la vida de un país! En ese poco tiempo, el nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, ha logrado un enorme cambio: ha terminado con el clima de odio que definió los 12 años del kirchnerismo, en que todo opositor era considerado un enemigo, y ha vuelto a abrir su país al mundo.