Qué implican para nuestro país –en su economía, en la viva realidad de sus migraciones y de sus fronteras, en sus posibilidades de integración regional y en su propia política exterior– las continuidades y las transformaciones en la política exterior de su mayor vecino, Brasil, es un tema que reclama análisis desde la perspectiva de Paraguay.
El debate sobre el futuro de la política exterior ha girado hasta ahora en lo que se presenta como alternativas excluyentes: defender la dignidad nacional o aceptar la humillación en aras del pragmatismo. Excluyo de este dilema a la postura que equipara la dignidad a la billetera, pues semejante desvergüenza se descalifica a sí misma. En vez de hacer una discusión teórica del dilema, presentaré aquí una hoja de ruta que muestra una manera de armonizar estos dos requisitos.