La creación de capacidades para avanzar hacia la consecución de la cobertura universal de salud en el Paraguay requiere que se tomen medidas en diferentes áreas: (1) aumento de los ingresos impositivos y una combinación equilibrada de los recursos de los impuestos generales y de los impuestos sobre los salarios que no creen incentivos para la informalidad, la evasión o la elusión; (2) esfuerzos para aumentar la proporción del gasto público en salud, para que la capacidad del individuo de hacer pagos de bolsillo no se constituya en una barrera para el acceso a los servicios de salud; (3) optimización de la asignación y distribución de ese gasto, con una adecuada integración de las diferentes fuentes de financiamiento, capaz de garantizar fondos para los diferentes gobiernos departamentales.
El aspecto fundamental para alcanzar una cobertura universal de salud para todos los habitantes del Paraguay es lograr un financiamiento que haga sostenible las prestaciones en salud. Diferentes modelos de financiamiento han sido seguidos por los diferentes países que han logrado una cobertura universal de salud o están en fase próxima a alcanzarlo. Fijémonos primero en países del primer mundo.
En pleno siglo XXI, un país en el que una porción importante de su población no cuente con acceso adecuado a un sistema de cobertura de salud es un país que no puede considerarse haber abandonado el atraso. Aun cuando se pudieran presentar todos los mejores índices macroeconómicos, de qué sirve si la gestión de República no es capaz de brindar seguridad social y una vejez digna a sus ciudadanos que en un alto porcentaje hoy viven en incertidumbre con respecto a su futuro.
Los paraguayos y paraguayas tenemos la obligación más que nunca de construir el futuro. Cada uno debe contribuir con sus ideas o actividades en el área de su mayor conocimiento. Si todos lo hiciéramos dejaríamos un mejor país para nuestros hijos del que recibimos. En el caso mío, en materia de salud. Aunque no soy el primero que aborda este tema, mi paso por el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, me confiere una experiencia práctica de lo que he vivido y de lo que podemos mejorar. A nadie escapa que el sistema de salud de nuestro país es uno de los más atrasados de nuestro continente. Y esto es un fracaso colectivo, aunque los mayores responsables son aquellos que han conducido las políticas de salud en los últimos 50 años.