Aparatos capaces de traducir palabras escritas al braille, talleres de nuevas tecnologías para ancianos y un espacio para las clases de yoga son algunos de los atractivos que han llevado a la Biblioteca Parque Villa Lobos, en Sao Paulo, a ser una de las finalistas del Premio Biblioteca Pública 2018.
La nominación inédita del país sudamericano al premio de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA) supone un nuevo aliento para esta biblioteca inaugurada en 2015 sobre un terreno que sirvió como un gran depósito de basura a cielo abierto.
“Esa nominación inédita es particularmente importante para nosotros aquí en Brasil, porque estamos junto a finalistas de países que tienen una fuerte tradición de invertir en la lectura, cultura y biblioteca”, explica el director de SP Leituras, la organización que gestiona el espacio, Pierre André Ruprecht.
En el complejo del Parque Villa Lobos, la apuesta es por el concepto de “biblioteca viva”, es decir, un local en el que lo importante no es el acervo, sino la comunidad.
En esta biblioteca, las estanterías llenas de libros le ceden el protagonismo a una tienda de hilo que ocupa el centro del salón de tres plantas, donde se distribuyen hamacas en las que las personas leen, charlan o incluso echan una siesta.
La luz natural del sol y el fresco aire de las inmediaciones del parque abundan en las diferentes secciones que conforman el edificio, amueblado con cómodos sofás y sillones que dan la sensación de estar en el salón de casa en un fin de semana.
El silencio, marca registrada de las bibliotecas, tampoco es una normativa. En el marco de la contemporaneidad, la regla es que cada uno ocupe el espacio como mejor le convenga. “La biblioteca es una institución milenaria y solo ha sobrevivido hasta ahora porque en los momentos cruciales ella supo cómo transformarse. Y a lo largo de la historia, ha sufrido algunas bastante grandiosas”, afirma Ruprecht.
El público puede participar en clubes de lectura y sesiones de cine hasta clases de fotografía y escrita creativa. Las personas mayores aprenden también a manosear las nuevas tecnologías a través de talleres sobre el uso de los teléfonos inteligentes y el acervo es renovado cada semana bajo demanda.
La inclusión social también es una prioridad en las bibliotecas contemporáneas. Aparatos capaces de traducir palabras escritas al braille, convertir libros en audio, hojear páginas o imprimir imágenes en relieve son algunas de las herramientas disponibles para los usuarios con discapacidad.
Fue precisamente esa pluralidad de actividades en la Biblioteca Villa Lobos -que acoge más de 900 eventos culturales al año- que llamó la atención de la IFLA y resultó en su nominación. Pero el director subraya que adaptación no es lo mismo que resignación. En su opinión, las bibliotecas siguen como un “espacio para la construcción autónoma del conocimiento”.
“La biblioteca tiene que proporcionar acceso y ser el escenario para discutir y crear. Siempre tiene que haber estas tres visiones: acceso, discusión y creación”, expresa. A partir de estos elementos contemporáneos, la biblioteca tiene el poder de acercar la cultura y la literatura clásicas a las nuevas generaciones, un movimiento considerado “esencial” en la era de las llamadas 'fake news'.
“El volumen de información que está disponible es absurdo y por encima de nuestra capacidad de procesamiento. Entonces el papel de la biblioteca y sus profesionales es ayudar a seleccionar la información que puede ser importante”, recalca Ruprecht.
La nominación al premio de la IFLA, opina el director, puede mostrar a los “políticos, dirigentes y gestores de cultura” de Brasil que es “viable” hacer un fuerte trabajo social por medio de estas instituciones del saber.
“Las bibliotecas son la herramienta cultural más cercana a las poblaciones de baja renta y son capaces de generar un impacto social muy positivo desde que sean promovidas acciones constantes y consistentes”, remata el director.