Saltar de una isla paradisiaca a otra en el oeste de Filipinas

Rocas calcáreas que se alzan verticalmente flanquean la estrecha entrada a la laguna. Los últimos barcos con turistas han abandonado la laguna en la isla de Miniloc y están otra vez en mar abierto cuando José apaga el pequeño motor fuera de borda.

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Su bangka, un barco pesquero filipino, se desplaza silenciosamente hacia el hermoso paisaje de lagunas, que se adentra mucho en la pequeña isla. José dirige el barco hacia una pequeña bahía. “El Big Lagoon - bienvenido al paraíso”, dice el capitán, de 26 años, mientras lanza el ancla al agua verde esmeralda. “A tirarse al agua y a refrescarse. Nosotros en tanto vamos a preparar la comida”, dice Sean, quien es una suerte de chica para todo a bordo del barco.

El clima es tropical húmedo y todo el mundo quiere refrescarse. Andrés y Patricia López, dos españoles, exploran el mundo subacuático con snorkel y gafas de buceador. De repente, Andrés sale a la superficie. “Venid rápido. Aquí hay muchísimas mantarayas. Emocionados, también los otros tres turistas en el barco se tiran al agua y ahuyentan inmediatamente a las mantas.

El paisaje recuerda al escenario de una aventura de James Bond. “Es como un baño en una tarjeta postal perfecta”, comenta Andrés. Pájaros exóticos multicolores aportan una acústica paradisiaca.

“La comida está lista. Vamos a subir a bordo otra vez”, grita Sean, quien junto con su ayudante Ethan ha sacado del agua y asado dos peces gigantescos. Los sirve con arroz, tomates frescos y anillos de cebolla, y de postre hay frutas tropicales.

“Tuvimos suerte de haber salido más tarde que los otros barcos. De lo contrario tendríamos que haber compartido la laguna con decenas de barcos de excursión”, asegura Andrés, un ingeniero originario de Córdoba. Durante dos años está trabajando en Tokio. Desde Japón, Andrés y su mujer, Patricia, intentan viajar todo el tiempo que puedan por Asia. “Palawan era para nosotros uno de los más ansiados destinos”.

Hasta hace pocos años, la localidad de El Nido todavía era un destino secreto para pocos turistas. Actualmente, sin embargo, El Nido ha alcanzado fama internacional como paraíso para saltar de una isla a otra. Las empresas que ofrecen excursiones están brotando como los hongos. Casi todas ofrecen las mismas excursiones. Afortunadamente, frente a El Nido hay unas 40 islitas.

José vuelve a encender el motor fuera de borda y enfila hacia la siguiente isla, Matinloc Island. Ahí se dirige a la laguna oculta o secreta, Secret Lagoon. La llegada es más que decepcionante, porque no hay nada “secreto” allí. La laguna está llena de bangkas. Turistas asiáticos con crema solar blanca en la cara hacen selfies, preferiblemente con algún turista exótico europeo tomado del brazo. Sin embargo, la playa es de ensueño. Díficil de imaginar cuán paradisiaco debe de ser estar aquí en temporada baja.

Secret Lagoon supuestamente inspiró a Alex Garland para escribir su libro “La playa”, aunque la versión cinematográfica “The Beach”, protagonizada por la estrella de Hollywood Leonardo Di Capio, se rodó más tarde en Tailandia.

En El Nido, los turistas pueden alquilar una motocicleta o uno de los muchos mototaxis para viajar a las largas playas de Las Cabanas y Nacpan Beach. La playa de El Nido no es recomendable ya que hace tiempo que dejó de ser un destino idílico para mochileros.

Ese destino idílico se encuentra más hacia el norte. Un ferry comunica El Nido con el archipiélago Coron, un viaje de ocho horas. Esas islas son como El Nido hace diez años. Alojamientos sencillos, casi no hay cobertura para teléfonos móviles y muchas islas con playas de ensueño. Bajo el agua hay bancos de corales intactos y restos de barcos japoneses de la Segunda Guerra Mundial.

Al sur de El Nido se encuentran los poblados de Port Barton y San Vicente. Los turistas pueden explorar por su propia cuenta las numerosas islas situadas frente a la costa. En muchos casos solo viven en cada isla una o dos familias de pescadores. En el interior hay selva y montañas de casi 2.000 metros de altura.

En Sabang, al norte de la capital de la isla, Puerto Princesa, se encuentra el río homónimo, el río subterráneo más largo del mundo que pasa por un sistema de cuevas de ocho kilómetros. Equipados con linternas, los visitantes pueden descubrir aquí maravillosas formaciones de estalactitas y estalagmitas. El parque nacional y las cuevas fueron declarados en 1999 Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Durante mucho tiempo, la isla, situada en el extremo oeste de Filipinas, era considerada como el último paraíso. También hoy, Palawan es, pese al gran número de turistas, una de las más bonitas, más salvajes y más naturales entre las más de 7.000 que conforman el archipiélago filipino. Los lectores de la revista de viajes estadounidense “Travel and Leisure” han elegido varias veces a Palawan como “la isla más bonita del mundo”.

Información básica: Palawan

Destino: la isla filipina de Palawan tiene 450 kilómetros de largo y 40 kilómetros de ancho y está situada entre el mar de la China Meridional, en el noroeste, y el mar de Sulú, en el sureste.

Cómo llegar: en avión a Manila, la capital de Filipinas, desde donde hay vuelos domésticos, por ejemplo de Pal Express o Cebu Pacific, a Puerto Princesa.

Cuándo viajar: la mejor época para viajar es el período comprendido entre mediados de noviembre y abril. De mayo a julio hace mucho calor. La época de lluvias, con tormentas tropicales, va de agosto a principios de noviembre.

Seguridad: se recomienda extremar las precauciones durante los viajes a Palawan. Se desaconseja viajar al sur de la isla, es decir, al sur de Puerto Princesa, donde existe un mayor riesgo de robos y secuestros.

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