En la primera de las salas, un día antes de que se cumpla el centenario de su nacimiento, vio por primera vez la luz, una vieja máquina de coser llama la atención entre las tantas fotografías de la infancia de Eva Duarte -o Evita, cómo seria conocida más tarde- en su pueblo natal acompañada de sus padres y sus cuatro hermanos.
“Eva es la quinta hija de una unión y nos pareció que la máquina de coser de doña Juana -madre de Evita- tenia que ser un foco conceptual y emotivo importante porque allí se juega toda la infancia, una infancia muy feliz a pesar de la privaciones porque doña Juana a través de la costura mantuvo a su familia”, declaró a Efe la curadora general del museo, Marcela Gené.
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Otro de los objetos que se encuentran en esta instancia es un reloj que por aquella época presidía la habitación de su padre, Juan Duarte. A los 15 años Eva abandonó Los Toldos, su pueblo, para probar suerte en la capital, dónde se inició en la interpretación, la radio y el activismo, tal y como refleja la sala contigua del museo, repleta de fotografías hasta hoy inéditas y que fueron donadas en su mayoría por particulares y por revistas que en su momento no se decidieron a publicarlas.
En esta sala, las paredes blancas otorgan mas protagonismo si cabe al vestido azul que preside el espacio, el mismo que Evita empleó en la película que supuso su debut como protagonista, “La Pródiga”, rodada en 1945 pero que, debido a la convulsión política que atravesaba el país, no llegó al gran público hasta 1984.
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“Esa película nunca llegó a estrenarse porque el año 45 es un año muy complicado desde el punto de vista político. (...) Su relación con Perón tenía un par de años y a partir de ese momento ella se casa a fin de año y deja completamente su carrera artística”, destacó Gené.
Evita dejó de actuar y dejo de ser Duarte para pasar a ser Perón, iniciando la fase de su vida que la convertiría en parte de la historia argentina, una etapa que no sería posible sin sus vivencias previas que desde hoy están al alcance del público.
“Viene de una familia muy humilde, muy pobre, pero con mucho amor y muy unida. Siempre le habían enseñado a ayudar a los demás y a pensar en clave colectiva y no individual, y eso lo tuvo hasta el último día de su vida y lo convirtió en derechos para los demás”, subrayó a Efe la presidenta honorífica la presidenta honorífica del museo y sobrina-nieta de Evita, Cristina Álvarez.
El resto de la vida de Evita ya no se explica sin la presencia de Juan Domingo Perón, y entre ambos forjaron la leyenda de un apellido que sigue muy presente en la vida política argentina. “No hay Perón sin Evita, porque ella le puso el deseo a la política, y no hay Evita sin Perón, porque ella como mujer no hubiese llegado nunca si no hubiera tenido un gran hombre que la permitió estar a su lado a la par”, concluyó Álvarez.