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En la plaza central de Kingston, un hombre vestido con una festiva capa roja sacude su campanilla de latón. "God save Kingston, God save the Queen", exclama Chris Whyman. Muchos turistas dirigen curiosos la vista hacia él. ¿Quién es ese hombre con un tricornio en la cabeza que se parece a una persona que pertenece a otra época remota?
Whyman es el pregonero oficial de Kingston, una de las ciudades más antiguas de Canadá. Por encargo de la oficina de turismo hace publicidad en voz alta para las principales atracciones turísticas de su ciudad. En forma de poema recita versos sobre los históricos edificios de piedra caliza, los bonitos callejones, los faroles de gas, el viejo puerto o las fortificaciones de la ciudad.
En Kingston, la palabra historia se escribía con mayúscula inicial: la ciudad, situada en el lugar donde el río San Lorenzo desemboca en el lago Ontario, es el centro histórico de los lealistas británicos en Norteamérica. "Tenemos tanta historia que uno no sabe por dónde comenzar", dice Whyman mientras camina con sus zapatos barrocos sobre la plaza adoquinada.
Después, enumera algunos hitos en la historia de la ciudad: en Kingston se organizó el primer mercado campesino de Canadá, se construyó la primera gran prisión del país, se inauguró la primera iglesia anglicana, se imprimió el primer periódico y se fundó una de las universidades más antiguas.
De 1841 a 1844, Kingston fue también la primera capital de las Colonias Unidas de Canadá, predecesora del Canadá actual. Más tarde, la reina Victoria otorgó ese honor a Ottawa.
Con ocasión del 150 aniversario de la fundación de Canadá, que se celebra este año, los turistas pueden hacerse una idea de la historia colonial del país en un tour de una hora en trolebús. La excursión también pasa por el parque donde estaba previsto que se construyera el Parlamento de Canadá. "Antes, los diputados sesionaban en el hospital de Kingston", relata Whyman mientras señala un espacio verde con una estatua de bronce.
La estatua está dedicada al hijo más ilustre de la ciudad: Sir John A. Macdonald. En Canadá, cada escolar lo conoce, también porque su efigie aparece en los billetes de diez dólares. Macdonald fue el primer primer ministro de Canadá, que gobernó el país durante 19 años.
Sin embargo, el lugar más emblemático de Kingston es Fort Henry. El bastión, hecho de piedra, se construyó dos décadas después de la Guerra Anglo-Americana de 1812 como fortaleza contra una eventual invasión desde Estados Unidos. Cuando hace buen tiempo, se puede avistar con prismáticos a los vecinos del estado de Nueva York al otro lado del río San Lorenzo.
Hoy, la fortaleza y el terreno adyacente forman parte del Patrimonio de la Humanidad. "¡Firmes! Están llegando nuevos turistas", grita el alférez Kateen Massey-Allard cuando los visitantes entran en el fuerte.
A las 12:00 en punto, un soldado mete con un barrote largo pólvora en un cañón emplazado sobre una de las imponentes murallas de la fortaleza. Luego se oye un tremendo estruendo. Los muros vibran, las puertas de madera se tambalean, el humo se alza sobre el horizonte. Aquí y en este momento, uno se siente realmente trasladado a los primeros años de la existencia de Canadá.
Información básica: Kingston
Cómo llegar: En avión a Toronto y desde allí en coche de alquiler a Kingston, un viaje de unas dos horas y media.
Cuándo viajar: Cualquier época del año es buena para visitar Kingston. Sin embargo, en invierno el horario de apertura de los sitios de interés histórico está limitado.
Atracciones turísticas: En Fort Henry hay visitas guiadas del 20 de mayo al 3 de septiembre. Las excursiones por la ciudad en trolebús cuestan 27,50 dólares canadieses (20,40 dólares estadounidenses o 19 euros) por día. Entre mayo y septiembre, los trolebuses circulan cada 30 o 45 minutos y los fines de semana en invierno solo una vez al día.
Informaciones: Visitor Centre, 209 Ontario St, Kingston, ON K7L 2Z1, Canada (Tel. 01805 62 62 32).