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Enfrentando a la metropolitana y moderna Buenos Aires -aunque divididos por kilómetros de agua- el contraste es aún mayor. Colonia de Sacramento, en Uruguay preserva rastros de la arquitectura portuguesa y española.
Inicialmente construida como fortificación portuguesa, en medio de la disputa fronteriza entre el imperio portugués y la corona española, hoy sus muros perimetrales parecen contener el avance del tiempo. En realidad, el mérito corresponde a un grupo técnico especializado y a la iniciativa del arquitecto Miguel Ángel Odriozola que proyectaron e hicieron posible la revitalización del "Barrio histórico", tal como hace varios siglos atrás.
Un muro restaurado es como la entrada a una burbuja de tiempo que remonta a 1680, año de fundación de la ciudad por parte de los portugueses. En la entrada una placa de bronce advierte al visitante que está ingresando a apreciar un patrimonio declarado.
Muros de casi 80 centímetros, techos con caída hacía el frente con tejas llamadas "musleras" y calles con piedra de cuña son sellos visibles de los portugueses.
Los españoles por su parte utilizaban techos más planos, con balcones y puertas tipo arco y adoquines más regulares.
La "Calle de los Suspiros" es una de las más reconocidas en el pueblo por su tinte de antaño. Federico Costa, guía local, comenta que es uno de los sitios donde mejor se aprecia la arquitectura portuguesa del siglo XVIII.
También dice que ha escuchado muchas versiones sobre el origen del nombre "Calle de los suspiros", y aunque esas teorías son políticamente más correctas, la historia real es que debe el nombre a que en la etapa posterior a la Colonia era una zona roja donde abundaban los burdeles.
También hay pequeños vestigios de comunidades religiosas como las de los franciscanos y de los jesuitas, aunque estas no pudieron ser restauradas por falta de datos precisos.
Cañones originales también descansan recordando sus mejores años. Los hay en la pared perimetral y otros frente a uno de los museos existentes en el lugar.
Actualmente las viviendas restauradas están ocupadas para actividades dedicadas a los turistas, tiendas de arte, de regalos y locales gastronómicos, que saben empaparse del ambiente general de la ciudad histórica.
Un muelle se presta para contemplar el bello paisaje que ofrece el amplio Río de la Plata y al igual que en casi todas las ciudades costeñas uruguayas, una rambla (costanera) muy bien cuidada y acogedora es un atractivo más.
Colonia del Sacramento es relativamente asequible con facilidad para cualquiera que vista Uruguay -sobre todo para los paraguayos-. Ya sea viajando unos 170 km desde Montevideo (dos horas y un poco más por ruta rápidas, en buen estado y señalizadas y con paisajes rurales), aunque también queda de camino para los que ingresan desde la Argentina en automóvil.
En ese último caso existen tres puentes por donde se puede ingresar desde la Argentina o bien en ferry desde Buenos Aires y continuar viaje -si así lo quisiere- hacía Montevideo, Punta del Este u otros destinos tradicionales uruguayos.
María Cristina Otero, subdirectora de Turismo del municipio de Colonia destaca sobre todo el interés no sólo de recibir a los turistas de paso, sino de que se queden en el departamento y el país.
Todos los que llegan en ferry necesariamente pasan por las oficinas de turismo, donde además de recibir información sobre los atractivos de Colonia de Sacramento, también en una experiencia audiovisual inmersiva son invitados a conocer los demás atractivos del país.
El departamento de Colonia además se destaca por productos como el queso e igualmente puede disfrutar de los buenos vinos uruguayos, donde evidentemente resalta su cepa destacada, el tannat.