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Durante una caminata de diez días por la selva, los bosques húmedos de la Sierra Nevada de Santa Marta, por puentes colgantes y cruzando ríos sujetos a cuerdas desgastadas, también pasamos junto a decenas de cocinas de cocaína.
Hoy en día la ruta a la Ciudad Perdida también es una gran aventura incluso sin la presencia de paramilitares o guerrilleros de las FARC o el ELN, aunque el riesgo es mucho menor. Ciudad Perdida está considerada como el lugar de culto precolombino más grande de toda Sudamérica después de la ciudadela inca de Machu Picchu, en Perú.
La caminata con hamacas para pasar la noche es una aventura en medio de la naturaleza. El camino es el objetivo. Durante muchos años fueron secuestrados numerosos mochileros en esta ruta.
En 2003, por ejemplo, fueron retenidos ocho turistas de Europa e Israel. Hasta 2.000 soldados fueron movilizados para buscarlos. Algunos de ellos estuvieron durante meses en manos de la guerrilla del ELN, que se financiaba cobrando rescates.
Este año se está implementando un acuerdo de paz con las FARC. Los casi 7.000 guerrilleros están concentrados en 26 zonas, donde a finales de mayo deberán entregar sus armas y organizar su reinserción en la vida normal.
Al mismo tiempo se han puesto en marcha negociaciones de paz con el ELN. El conflicto ha alcanzado su nivel de violencia más bajo desde hace 52 años, aunque hay paramilitares que, a pesar de haber depuesto las armas en 2006, están metidos hoy en bandas criminales.
Despúes de la caminata a Ciudad Perdida nada atrae más que la costa caribeña con el Parque Nacional Tayrona, donde hay cabañas románticas situadas junto a una playa de arena tan blanca como la nieve. Allí está San Andrés, una isla de ensueño, y Cartagena, una hermosa ciudad colonial. O se puede hacer una visita a Aracataca, que no está muy lejos, para experimentar el realismo mágico del país.
Aquí nació Gabriel García Márquez. Aquí se encuentra Macondo, su pueblo ficticio, escenario del ascenso y la caída de la familia Buendía en la novela "Cien años de soledad". Leer este libro en este lugar es sumergirse en su mundo literario. En las paredes de Aracataca también se ven por todas partes las mariposas amarillas, un motivo recurrente en la novela.
Para la Organización Mundial del Turismo (OMT), el fin del conflicto armado en Colombia es "una de las buenas noticias" en un mundo lleno de crisis y violencia. "El acuerdo de paz va a beneficiar enormemente a Colombia", asegura el secretario general de la OMT, Taleb Rifai.
En 2016, el número de turistas extranjeros que visitó Colombia aumentó de tres a unos 3,5 millones. Y la tasa de ocupación de los hoteles alcanzó el año pasado en todo el país un 56,2 por ciento, su máximo histórico.
El Gobierno colombiano pretende fomentar un turismo sostenible que beneficie precisamente a las numerosas zonas rurales afectadas por el conflicto.
Al mismo tiempo, se espera que los ingresos por turismo desalienten el desarrollo de actividades ilegales como el narcotráfico. El auge turístico en Colombia ya está siendo comparado con el que está viviendo Cuba, que recibió en 2016 la cifra récord de cuatro millones de turistas.
En Colombia atraen también las regiones con selvas húmedas y cafetales, así como ciudades emergentes como Medellín, que tienen una vida musical y cultural muy intensa y comida muy buena.
Por supuesto que Colombia aún tiene que recorrer un largo camino para dejar atrás los tiempos de los cárteles de la droga y para generar una mayor seguridad. Sin embargo, el turismo ya es hoy un motor de crecimiento.
Colombia apuesta en su oferta turística por la naturaleza y la cultura. El presidente y premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos ha prometido una mayor protección del medio ambiente, que ha sido "víctima del conflicto", promoviendo el ecoturismo y luchando contra los cultivos ilegales (la coca) y la minería ilegal, que han sido las principales fuentes de ingresos en las zonas bajo control de la guerrilla. Ahora, el turismo debe ayudar a consolidar la paz en esas regiones.