“Nosotros siempre solemos decir que el Día de los Enamorados es como la Navidad para los moteles”, explica el director de la Asociación Brasileña de Moteles, Felipe Martínez, dueño de uno en el centro de Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil. Este año, apunta Martínez, los más de 5.000 moteles de Brasil esperan unos ocho millones de huéspedes a lo largo de la llamada “Semana del Amor”, lo que representa un incremento de un 20 % respecto al número de reservas durante una semana normal.
Los moteles son establecimientos frecuentemente asociados en el imaginario popular al sexo rápido y a las relaciones sentimentales extramatrimoniales, aunque en Brasil, hoy representan algo más. Puede que esa fuera la idea por detrás de los primeros instalados a las orillas de las carreteras, pero Martínez asegura que el perfil de los huéspedes ha cambiado “fuertemente” en los últimos años. “En Brasil el motel quedó muy asociado como algo para las personas que buscaban o mantenían una relación extramatrimonial y esto se fijó muy fuerte en el imaginario”, afirma.
Sin embargo, tan solo un 10% de los huéspedes habituales se encuadran en ese supuesto, mientras que un 15% suelen ser parejas “ocasionales” (esporádicas). El resto, un 75%, mantiene una relación sentimental estable, de acuerdo con un estudio encomendado por la asociación sobre el perfil de los visitantes. Este cambio en el “retrato de los moteles del país”, explica Martínez, exigió que los establecimientos se adaptaran a las nuevas demandas de las parejas, como periodos de alojamiento más largos y servicios adicionales que “ofrezcan una experiencia completa” , como una gastronomía elaborada ("Un ítem casi obligatorio hoy en día"), entre otros.
“Las parejas hoy adquirieron una dinámica en la que tanto el hombre como la mujer trabajan fuera y ya no tienen más tiempo de disfrutar un momento juntos a solas. El único momento juntos que tenían era cuando viajaban, entonces los moteles vienen precisamente para sanar esa demanda”, recalca.
Martínez añade que en los últimos cinco años los establecimientos se han “modernizado mucho” e invertido “de manera muy intensa” en una “profesionalización de la gestión”, como es el caso de uno de los moteles que el propio director administra, en Sao Paulo, con precios equivalentes a un hotel de tres estrellas convencional.
Aunque el sexo en cierta medida aún se trate de un tema tabú en el país, Martínez cree que los brasileños están, poco a poco, “abriendo más la mente” . “Sin duda alguna, el brasileño se ha vuelto más abierto para tratar este tipo de tema. Pero por supuesto que aún es tabú, las personas tienen un cierto prejuicio incluso en decir abiertamente que suelen ir al motel” , opina Martínez.
“Sin embargo, esto está cambiando y un indicativo que refleja este cambio son las redes sociales. Muchos moteles tienen sus páginas web, con muchos seguidores y en las cuales las parejas comentan”, agrega.
Con el paso del tiempo, Brasil “ha exportado” su modelo de motel a otros países del mundo, sobre todo a América Latina. Aunque estos establecimientos hayan surgido a partir del concepto estadounidense de alojamientos en las carreteras para acoger a los viajeros, la falta de hábito de los brasileños en hacer largos viajes en auto hicieron con que “personas en búsqueda de discreción” se convirtieran en el principal público de estos locales. Así, aclara Martínez, los empresarios vieron una oportunidad de invertir y adaptar los moteles a este público más específico.
Finalmente, los moteles se popularizaron entre otros tipos de públicos y pasaron a formar parte de la identidad brasileña hasta convertirse en una suerte de “refugio” para parejas que buscan un momento para disfrutar -con total privacidad-. Hoy, millones de ellas podrán hacer una pausa en sus atareadas actividades diarias y brindar al amor: “Suelo decir que los huéspedes no tienen 12 días para hacer un viaje, pero tienen 12 horas para hacer una pausa en su rutina, desconectar y disfrutar”, concluye Martínez.