“Hay jacarandás en todo el país, pero en Lisboa es donde mejor se adaptaron” al clima local, explica a AFP Ana Luisa Soares, directora del jardín botánico de Ajuda, donde se plantaron los primeros árboles importados de Brasil.
Los jacarandás fueron introducidos en Portugal a principios del siglo XIX, cuando la familia real se había exiliado a su colonia sudamericana para huir de las invasiones napoleónicas.
Durante la ausencia del rey, el color azul de este árbol -asociado a la monarquía- lo convirtió en un medio de “mostrar el poder real”, señala la oficina de turismo de Lisboa en su sitio internet.
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Los jacarandás se difundieron gracias a Félix Avelar Botero, considerado como el padre de la botánica en Portugal, que “empezó a ofrecer semillas de este árbol” por toda la ciudad, precisa Soares.
Belleza mágica
Ahora el número de jacarandás no deja de aumentar en la capital.
“Es un árbol que no presenta muchos problemas. Es longevo y florece casi siempre. Es una especie que se adaptó excepcionalmente bien”, detalla Ana Julia Francisco, una de los responsables de la dirección de Medio Ambiente del ayuntamiento de Lisboa.
Aún hoy el municipio sigue plantando jacarandás evitando los lugares ventosos, donde tienen más dificultades para desarrollarse.
Hay jacarandás en los barrios más turísticos, como en la plaza del Rossio, centro neurálgico del viejo Lisboa -con sus adoquines blancos y negros-, o en las calles que dan a la rotonda del Marqués de Pombal, la gran plaza central de la capital.
En la época de Instagram y de las redes sociales, los turistas, a quienes les gusta fotografiarse delante de los árboles en flor y de las alfombras de pétalos morados que cubren las aceras de la capital cuando comienzan a caer, contribuyen a su popularidad.
Es muy primaveral
“¡Es hermoso!”, exclama Cheryl Mitchel, una jubilada de 76 años originaria de Atlanta, Estados Unidos, que disfruta haciéndoles fotos.
“Es muy primaveral. Es mágico. Creo que esto representa a Lisboa”, estima por su parte Magali Cirillo, una trabajadora social francesa de 34 años, de vacaciones en Lisboa.
También muy apreciados por los lugareños, los jacarandas suscitan a veces algunas críticas debido a los inconvenientes causados por las flores que caen al suelo y se descomponen cubriendo las aceras con una sustancia pegajosa.
Al plantar nuevos árboles el municipio intenta evitar al máximo los lugares que podrían crear inconvenientes para los vecinos.
“Pero su belleza compensa las molestias”, afirma Ana Julia Francisco.