Campings de lujo para safaris en Sudáfrica invierten en sostenibilidad

Hace tiempo que los safaris en África han dejado de tener como objetivo la caza mayor. Incluso el turismo masivo, con docenas de vehículos compitiendo por acercarse a un leopardo, está cada vez peor visto. En su lugar, los operadores de viajes ven otra tendencia: el “turismo suave”.

Hace tiempo que los safaris en África han dejado de tener como objetivo la caza mayor.
Energía solar para la electricidad y pasarelas sombreadas para los animales pequeños, en el nuevo "Tswalu Loapi Camp" en el desierto de Kalahari, al norte de Sudáfrica.Kristin Palitza

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Quienes desean vivir de cerca la vida salvaje ya no quieren hacerlo en su detrimento, y también prefieren que las empresas de safaris canalicen parte de sus ingresos hacia la conservación de la naturaleza.

Estos turistas se cuestionan: ¿Mis gastos solo reportan beneficios al organizador? ¿O una parte se destina a la conservación?

Sobre todo la generación más joven de clientes de safaris hace muchas preguntas antes de reservar y elige a los proveedores según criterios ecológicos, explica Julie Cheetham, gerente de Weeva, una plataforma que apoya a las empresas turísticas en el campo de la sostenibilidad.

Sudáfrica es pionera en safaris ecológicos, afirma Cheetham, que observa un gran cambio de mentalidad en especial en este sector del turismo. Muchas empresas de safaris invierten en proyectos medioambientales, se implican en la lucha contra la caza furtiva y posibilitan compensar las emisiones de dióxido de carbono (CO2).

Campings de lujo para safaris respetuosos con el ambiente

Un safari ecológico empieza ya por un alojamiento lo más sostenible posible. En lugar de edificios de cemento y ladrillo de estilo colonial, ahora se apuesta por “lodges” más respetuosos con el medio ambiente, construidos con materiales disponibles en la región, aclara Cheetham.

El nuevo “Tswalu Loapi Camp”, en el desierto del Kalahari, en el norte de Sudáfrica, es un buen ejemplo: está construido principalmente con madera y lona locales, se alza sobre pilotes y, debajo de las pasarelas elevadas, pequeños animales y reptiles encuentran sombra.

Además, el campamento funciona con energía solar, el agua de lluvia se utiliza para las duchas y no hay botellas de plástico ni bolsas de basura, tampoco envases desechables ni film transparente para cubrir los alimentos.

El restaurante ofrece platos de temporada con, en la medida de lo posible, ingredientes procedentes de proveedores locales. El operador de safaris Singita, que gestiona alojamientos en el famoso Parque Nacional Kruger, adopta medidas similares.

Campings de lujo para safaris que compensan el efecto invernadero

Muchos operadores de safaris ecológicos calculan ahora el consumo de energía y agua de cada huésped e invierten en proyectos de protección del clima.

Lo que siempre queda, sin embargo, es el largo viaje, por lo que también se ofrece a los huéspedes la posibilidad de compensar los gases de efecto invernadero producidos por sus vuelos.

Algunos de los efectos de la nueva sostenibilidad son sorprendentes: Tswalu, una reserva de 114.000 hectáreas, se ha convertido en una zona protegida positiva en carbono, porque allí se compensa más de lo que se emite.

La reserva captura 13,5 toneladas de carbono al año, informa Prince Ngomane, responsable de sostenibilidad de la Fundación Tswalu.

“De eso, solo consumimos una cuarta parte. El resto está disponible como créditos de carbono”, es decir como colchón para posibles emisiones.

Criterios de sostenibilidad

Otros proveedores ecológicos, como Singita, también prometen a sus huéspedes una estancia neutra en CO2, o documentan hasta qué punto comprueban detalladamente los aspectos de la estancia según criterios de sostenibilidad.

Cheetham cita como ejemplo los menús de algunos alojamientos ecológicos, en los que figura incluso la huella de carbono de cada plato.

También en la sabana se está impulsando la movilidad eléctrica. El alojamiento de lujo “Cheetah Plains”, en el Parque Kruger de Sudáfrica, opera con vehículos eléctricos que recargan energía solar.

Numerosos establecimientos experimentan con vehículos eléctricos todoterreno, pero parece que la conducción eléctrica no está exenta de problemas, porque los safaris suelen recorrer largas distancias, demasiados kilómetros para ciertas baterías.

Cheetam observa que, hasta ahora, las estaciones de carga en medio de la sabana apenas son una opción, y agrega que el polvo y la arena también son un problema para los motores eléctricos. Por ello, Tswalu invirtió inicialmente en cuatro vehículos de safari convencionales más pequeños, que al menos consumen menos combustible.

Opciones de paseos

Otras opciones son salir a pie, montar a caballo o realizar un safari en bicicleta, todas ellas son alternativas cada vez más demandadas, agrega la gerente de Weeva.

En lugar de estar protegidos por la carrocería de un coche, los huéspedes tienen que confiar aún más en la pericia de un guardabosques experimentado que lleva un rifle cargado en caso de emergencia.

Durante décadas, los beneficios fueron el principal objetivo de este sector en el que los proveedores explotaban la naturaleza sin pensar en las consecuencias a largo plazo.

En cambio, Tswalu se considera ahora uno de los mejores ejemplos de safaris ecológicos. En 2021, los propietarios de la reserva gastaron el 86 por ciento de sus inversiones en conservación, rehabilitación del hábitat y lucha contra la caza furtiva.

Pioneros en conservación

El “Lepogo Lodge”, en la provincia sudafricana de Limpopo, va un paso más allá. Se trata de una empresa sin ánimo de lucro que reinvierte el cien por ciento de sus beneficios en conservación.

Lepogo, palabra en sesoto que significa guepardo, se centra en la reintroducción y conservación de estos felinos.

Ferry, coordinadora de sostenibilidad del operador Singita, resume lo que debería darse por sentado: “Puesto que un safari es esencialmente un producto natural, tiene todo el sentido del mundo que seamos pioneros en conservación”.

Informaciones sobre Sudáfrica como destino de safaris

Clima y temporada de viaje: la temporada alta de safaris se sitúa en los meses de verano, de octubre a abril.

Cómo llegar: en avión hasta Johannesburgo; desde allí, alquilar un coche o tomar un vuelo nacional a Mbombela o directamente a las pistas de aterrizaje dentro de las reservas.

Entrada al país: a la entrada se expide gratuitamente un visado turístico de tres meses para Sudáfrica.

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