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Böll (1917-1985) escribió muchos de los capítulos breves que relatan sus experiencias en la isla irlandesa de Achill, donde aún hoy mucha gente recuerda al premio Nobel de Literatura (1972), sentado en alguna de las pequeñas posadas y los cafés.
La isla, situada en el condado de Mayo, a cuatro horas en coche de Dublín, es la mayor de la costa oeste de Irlanda, con 146 kilómetros cuadrados de superficie. Solo se puede acceder a ella a través de un puente giratorio especial, y suele hacer allí algo más de frío y viento que en el resto de la Isla Esmeralda.
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Hacia la bahía de ensueño
Cuando el sol brilla en la isla de Achill, conviene hacerse un tiempo para ir a la bahía de Keem, al oeste de la isla, antes de que vuelva a cambiar el clima.
El camino hacia allí lleva por una carretera que serpentea entre montañas con vistas al océano Atlántico, cuyo mar turquesa y arena blanca nos transporta, por momentos, a una bahía caribeña. Solo los prados verdes y salvajes y los acantilados altos delatan la verdadera situación geográfica.
Y además, están las ovejas, que siempre tienen el “derecho de paso” cuando pastan libremente y sin prisas al borde de la carretera o trotan por la calzada. Son proveedoras de lana y carne, por lo que son muy valiosas y deben esquivarse cuidadosamente también en la carretera de Keem Bay.
Sin embargo, las ovejas normalmente no son las responsables de que la carretera esté de vez en cuando cerrada. Posiblemente se deba a que el pequeño aparcamiento y los lugares de parada en la bahía están demasiado llenos o que una densa niebla envolvió repentinamente la montaña. Lo que no significa que ese sea el clima que reina en toda la isla.
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A unos pocos kilómetros, en la playa de Dooagh, el cielo puede estar completamente azul. Pero lamentablemente aquí el mar no es apto para nadar, debido a las corrientes peligrosas.
Surf y sauna
Un poco más adelante se llega a la playa Keel Beach. Tiene tres kilómetros de largo y es uno de los mejores sitios para la práctica de surf en Irlanda. Hay escuelas de surf locales y una sauna en un barril en las dunas. Consejo: vaya a la sauna cuando la marea esté alta, entonces el camino hasta el agua no está tan lejos.
El “Diario irlandés” incluye una serie de fotos en las que se ve a Heinrich Böll en Keel Beach, a veces solo, otras con su mujer Annemarie y sus hijos Raimund, Vincent y René, quien aún es un asiduo visitante de la isla de Achill.
“Los tres eran tan diferentes de todos los niños irlandeses, con sus pantalones hasta debajo de la rodilla y tan pulcros. Tengo siete hermanos y dos hermanas, sé de lo que hablo”, señala Liz Barrett, propietaria del Bervie, una bonita posada de Keel.
Encuentros con Böll
“A Heinrich Böll le encantaba Achill. Al principio le alquilaba a mi padre una casa de vacaciones y a veces me dejaban llevar allí la leche”, cuenta.
Barrett agrega con orgullo que su madre, su tía y una de sus hermanas aparecen en el “Diario irlandés”, del cual, por supuesto, hay un ejemplar en su salón, la “habitación delantera” de la posada. Además de otras tantas obras del escritor alemán.
“Más tarde compró una casa de campo al otro lado de la isla, frente a la playa Golden Strand de Dugort”, prosigue la irlandesa, de 70 años. La casa es ahora un lugar destinado para escritores, que pueden solicitar pasar un tiempo allí. No está abierta al público.
“Böll fue siempre muy jovial y abierto para escuchar las historias de la gente de aquí. A menudo se sentaba con mi padre en el Molloy’s Pub, en una antesala donde nadie podía escucharlos. Y siempre fumaba. Nunca lo vi sin un cigarrillo en la mano”, destaca.
Una Guinness con vista panorámica
El Molloy’s ya no existe, y hace tiempo que en Irlanda está prohibido fumar en pubs y restaurantes. Quien quiera acompañar una pinta de Guinness con un cigarrillo debe hacerlo fuera del recinto.
La mejor vista es desde Gielty’s, en Dooagh, el pub y restaurante más occidental de Irlanda. Desde allí se puede ver hasta la isla de Clare, donde está enterrada la famosa pirata Grace O’Malley.
Para un tentempié típico irlandés, pruebe en Mastersons, ubicado en Dugort, al norte de la isla, que tiene todo tipo de platos, desde la “chowder”, una cremosa sopa de pescado, hasta bacalao frito con patatas fritas, el clásico “fish & chips”.
Las alpacas son más listas que las ovejas
A pocos minutos a pie, en la playa de Dugort, John McNamara contempla la bahía. “Es un buen día para el salmón”, dice.
En el pasado, McNamara fue pescador, y actualmente se dedica a instalar calentadores y a realizar paseos veraniegos con Bruno y Bailey, sus dos alpacas.
McNamara sabe mucho de esta especie de camello, originaria de Sudamérica. “Las alpacas son animales de rebaño y temen incesantemente ser presas, por lo que son muy asustadizas. Son parecidas a las ovejas, solo que más listas: prefieren orinar en agua que corre para que sus enemigos no las encuentren tan rápido”.
El pelaje de las alpacas también es más valioso que la lana de oveja, pues tienen propiedades térmicas únicas, afirma McNamara. Por eso, las alpacas ni se inmutan cuando de repente empieza a caer la lluvia, tal como la describe Böll en su diario de viaje: “absoluta, grandiosa y aterradora”.
Uno casi se imagina estar en Santorini
De regreso a Dooagh espera una pequeña tienda y cafetería, con repostería casera, café, té y charla incluida. “¿Dónde ha estado hoy?”, pregunta la propietaria, Sarah Lavelle, en un tono relajado, propio de los irlandeses. La pregunta muestra un interés genuino, pero no impone ninguna obligación de dar una respuesta detallada.
“¿Siguiendo los pasos de Heinrich Böll? Qué bien, mi padre solía ir a pescar con él. Era un hombre muy agradable, sin aires de grandeza. Böll es para Alemania lo que William Butler Yeats es para Irlanda, ¿no?”, comenta. Al igual que el escritor germano, el poeta y dramaturgo irlandés fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1923.
“Que pasen una buena noche y cuídense”, señala Lavelle al entregarnos las bebidas. Afuera, el sol hace resplandecer las numerosas casitas blancas, como en la isla griega de Santorini.
“Esta Irlanda existe, pero el autor no se hace responsable si alguien va allí y no la encuentra”. ¡Böll tenía razón!
Cinco recomendaciones de la autora para la isla de Achill:
- - La tragicomedia “The Banshees of Inisherin” salió con las manos vacías a pesar de sus nueve nominaciones para los premios Oscar en 2023. La película, ambientada en el contexto de la Guerra Civil Irlandesa, se rodó en gran parte en la isla de Achill. Se pueden visitar las locaciones del film en un recorrido que organiza la oficina de turismo local.
- - Calvey’s Equestrian: cuadra de equitación para principiantes y jinetes avanzados. Hay paseos por la playa para los más experimentados y campamentos de ponis para niños.
- - Achill Sea Salt: el centro de visitantes de esta empresa familiar ofrece información sobre cómo se extrae la famosa sal irlandesa. Además hay una furgoneta de helados, cuya especialidad es naturalmente el “caramelo salado”.
- - Achill Aquarium: el edificio de color azul brillante contiene mucha información sobre el mar y la costa. El personal explica con mucho entusiasmo qué animales viven, dónde y en qué condiciones. Merece la pena visitarlo, sobre todo si llueve.
- - Achill Isle Picnics: ofrece cenas al aire libre en los lugares más bellos de la isla.