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Para el vulcanólogo alemán Boris Behncke, la región que va del Etna a las islas Lípari es un paraíso terrenal. “Aquí vivo cada día el sueño de mi infancia”, afirma el científico.
Behncke trabaja en el Instituto Italiano de Geofísica y Vulcanología (INGV) que vigila todos los volcanes del país. El especialista se centra en el Etna y los volcanes de las islas Lípari, situadas frente a la costa siciliana en el mar Tirreno, y que atraen a turistas de todo el mundo.
Especialmente el Estrómboli, de 900 metros de altura, es un auténtico “showmaker”. “Allí se producen erupciones con hermosa regularidad”, afirma Behncke.
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A veces solo se elevan pequeñas nubes de ceniza desde el cráter de la cima, como si el Estrómboli quisiera enviarle señales de humo a su isla hermana Vulcano, que también burbujea, y al Etna, en Sicilia. Otras, fuentes de lava se disparan hacia el cielo.
Fuego y “dolce vita” y a veces con erupciones
En el verano europeo de 2019, las excursiones para turistas en Estrómboli se suspendieron temporalmente tras una erupción inusualmente violenta. Una persona murió y varias resultaron heridas por la lluvia de rocas.
Los flujos de lava en Estrómboli a menudo fluyen por la Sciara del Fuoco en el flanco norte. Durante las erupciones violentas -como en el verano de 2014- llegan a la costa, donde desaparecen siseando en el mar.
“Ver las erupciones y flujos de lava desde el mar es un espectáculo inolvidable, especialmente al atardecer”, afirma entusiasmado Gianni Arena.
Su tarea es acompañar a los turistas que no se sienten lo suficientemente seguros como para acercarse a estos colosos solos o no tienen las licencias de navegación necesarias y que alquilan un velero en la base de la empresa Sunsail, en Portorosa, que se dedica a organizar vacaciones en velero.
Fuego y “dolce vita”, los puertos más hermosos
Este navegante nacido en un pueblo pesquero cerca de Mesina conoce el archipiélago con las siete islas de Vulcano, Lípari, Salina, Estrómboli, Panarea, Filicudi y Alicudi como la palma de su mano.
¿Acaso se buscan las playas más solitarias para bañarse, las rutas de senderismo más bonitas, los fondeaderos más tranquilos o los puertos más hermosos? Arena conoce la respuesta a todo.
El momento de mayor actividad es cuando el jet set romano y milanés pone rumbo a las islas en pleno verano y el lugar se llena de gente. El clan Bulgari, por ejemplo, disfruta de la “dolce vita” en su mansión del pueblito de Ginostra, en Estrómboli.
El zar de la moda Giorgio Armani y la mayoría de las demás celebridades invaden la vecina isla de Panarea, donde en invierno viven poco más de 200 personas.
Si hace menos calor
“Las islas son más lindas cuando hace menos calor, antes y después del verano”, dice Arena.
Incluso los viajes más largos, como el que va de Estrómboli, en el noreste del archipiélago, pasando por Panarea hasta Salina, en el centro del archipiélago -unos 50 kilómetros por el mar-, son para el profesional apenas excursiones relajadas de un día.
Cuando sopla una fuerte brisa en las velas blancas, el yate, que destaca nítidamente sobre el cielo azul y las islas volcánicas de color marrón grisáceo, surca el mar Tirreno a una velocidad considerable.
Salina es la segunda isla más grande y también la más verde de las “Isole Eolie”, islas Eolias, como llaman los italianos a estas islas, que deben su nombre a Eolo, el dios griego del viento.
Los vientos
Un nombre atinado, después de todo, ya que el viento sopla ferozmente a veces. En ocasiones incluso hay que suspender las conexiones por ferry.
Pero la mayoría de las veces se puede llegar por este medio varias veces al día a las islas situadas a entre 30 y 80 kilómetros de la ciudad costera siciliana de Milazzo.
Pero ir de isla en isla en velero es más bonito. “Y esta experiencia no es tan cara como mucha gente cree”, afirma Arena, profesional de la vela.
Un velero de nueve metros para dos personas, por ejemplo, cuesta unos 2.200 euros (2.400 dólares) por semana a principios de septiembre, siempre y cuando se pueda navegar el barco uno mismo. Contratar un navegante añade unos 1.600 euros al precio.
“A menudo, varias parejas o amigos alquilan juntos un yate más grande y comparten los gastos”, señala Arena.
De hecho, en el puerto deportivo de Salina atracan muchos barcos grandes con cuatro, seis o más personas a bordo.
Los restaurantes de la ciudad de Santa Marina Salina
Tras amarrar exitosamente, se impone un ambiente festivo. Las copas de vino tintinean en cubierta, mientras ollas y sartenes repiquetean por debajo.
Algunas tripulaciones cocinan a bordo, pero la mayoría sale a comer a uno de los muchos restaurantes de la ciudad de Santa Marina Salina. Estrechas callejuelas conducen entre casas pintadas de blanco y tonos pastel con exuberantes buganvillas trepando por sus paredes.
En el puerto se alquilan coches y motonetas. Esto facilita el acceso a todos los lugares de interés de la isla, de solo siete kilómetros de largo y unos cinco de ancho.
Vale la pena hacer una parada en la bodega Capofaro Locanda & Malvasia, en el extremo noreste de Salina. La dinastía vinícola siciliana Tasca d’Almerita cultiva allí, en torno a un antiguo faro, sus famosos vinos de malvasía junto a las alcaparras, el éxito de exportación de la isla.
Las vides en terrazas
Las vides crecen allí en terrazas que descienden hacia el mar y están abovedadas como en un antiguo teatro.
Solo las personas más adineradas pueden alojarse en el complejo, pero la mayoría puede permitirse una comida con cata de vinos en Capofaro. Ya solo las vistas sobre las viñas y el faro de Estrómboli merecen la pena.
Salina es considerada la perla de las islas Lípari, y no solo por el panorama desde Capofaro. La isla atrae a los visitantes con sus resorts y restaurantes de categoría y los pueblos pesqueros de Santa Marina y Malfa.
Dado que no es tan rápidamente accesible como Lípari, la mayor isla del archipiélago, Salina es comparativamente más tranquila.
Y si quiere ver la película Il Postino (El cartero)
Los cinéfilos también adoran esta isla, donde se rodó el romance ganador de un Oscar “Il Postino” (El cartero). La encantadora historia y los paisajes poéticamente filmados hicieron mundialmente famosa a Salina en 1994.
En muchos lugares, las bicicletas decoradas recuerdan al “postino”.
Por supuesto también en Pollara, en la costa oeste, donde la película se proyecta todas las noches en el bar L’Oasi tras la puesta de sol. “Para los románticos, no hay isla más bonita”, asegura Arena.
La isla principal de Lípari, en cambio, es más concurrida, sobre todo su casco antiguo, bajo la fortaleza. Los excursionistas que llegan en ferry desde Milazzo casi siempre visitan también la isla de Vulcano, que linda con el sur.
Atraviesan su paisaje lunar hasta el impresionante cráter del volcán, que apesta a huevos podridos. Casi todo el mundo hace la excursión guiada al cráter, pero solo unos pocos se dan un baño de barro caliente en la playa de Vulcano.
El volcán activo más alto de Europa
Quien se encuentre en el noreste de Sicilia debería hacerse un tiempo para hacer un desvío hacia Taormina y el cercano Etna. Ningún volcán es tan genial como este, afirma entusiasmado el experto Behncke.
El volcán activo más alto de Europa se eleva 3.357 metros. Sus frecuentes erupciones han sido relativamente suaves en los últimos tiempos.
Sin embargo, el Etna, al que los sicilianos llaman “vulcano buono”, es decir, volcán bonachón, es muy capaz de provocar erupciones devastadoras, advierte Behncke. También es posible que se produzcan flujos piroclásticos si confluyen ciertos factores.
En ese caso, las erupciones podrían ser explosivas, aunque en el pasado reciente parecía que el Etna, con sus ahora cuatro cráteres en la cumbre, se limitaba a liberar de vez en cuando un exceso de presión.
El Etna bien vigilado
Hasta ahora, los flujos de lava se deslizaron lentamente y dieron a la gente tiempo suficiente para ponerse a salvo.
“Pero el volcán no es tan bueno como algunos piensan. Lo bueno es que la gente vive relativamente lejos de él y que el Etna está muy bien vigilado”, explica el vulcanólogo.
La gente de la zona se ha acostumbrado al volcán. Convive bien con él. En comparación con la por lo general árida Sicilia, sus fértiles laderas son un jardín del Edén.
Información: islas Lípari
Destino: el archipiélago del mar Tirreno, frente a la costa norte de Sicilia, es un paraíso para los amantes de los volcanes, los bañistas, los excursionistas, los bon vivants y los navegantes.
El archipiélago puede recorrerse cómodamente en ferry o velero.
Cómo llegar: desde el aeropuerto de Catania en tren o coche de alquiler vía Taormina hasta Milazzo, desde donde parte la mayoría de los transbordadores a las islas. Muchos navegantes parten desde Portorosa.