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Sin embargo, no hay ninguna estatua allí, sino apenas una placa conmemorativa. Se encuentra en la casa en la que vivió alguna vez Russell, hoy en día el hotel Royal Albion.
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En la placa se lee: “If you seek his monument look around”, es decir, “si buscas su monumento, echa un vistazo a tu alrededor”. Así que...¡a echar un vistazo!
Atracciones junto al mar, el famoso muelle
El lugar más distintivo de esta ciudad se encuentra en el agua. El muelle Brighton Palace Pier, con su famoso letrero, invita a divertirse recorriendo sus distintos sitios de interés, una mezcla de parque de atracciones, casino, bares y restaurantes que se adentra en el mar.
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Además de atracciones de feria y máquinas tragamonedas, en Brighton también florece la adivinación.
En el muelle también se puede jugar a ser rey por un día. A fin de cuentas, Londres y su Palacio de Buckingham quedan a solo una hora de tren de distancia. El decorado de madera en el que se puede meter la cabeza para sacarse divertidas fotos muestra al rey Carlos y a la reina Camilla.
Atracciones junto al mar, un médico y un príncipe hedonista
El balneario de Brighton comenzó a funcionar en 1753, cuando el médico británico Richard Russell se mudó allí. Previamente había publicado un escrito en el que afirmaba lo sano que era pasar tiempo en el mar.
Además del “dipping” (sumergirse), Russell también aconsejaba a las personas el “drinking”, beber. Es decir que no solo debían sumergirse en el mar, sino también beber sus aguas.
Por suerte, algunas recomendaciones médicas, como esta, ya no tienen vigencia hoy en día.
La ciudad creció. Mientras que en los años 1780 contaba con unos 3.600 habitantes, en 1831 eran ya más de 40.000. Y el rey Jorge IV fue en parte responsable de ello.
Este viajó en 1780 a la ciudad siendo aún príncipe de Gales y quedó prendado enseguida de ella. “Drinking, womanising and gambling”, decían en Brighton sobre sus actividades (“beber, salir con mujeres, jugar”). El “beber”, por otra parte, no se refería justamente al agua de mar.
El Royal Pavilion
A diferencia de Russell, Jorge IV sí tuvo una estatua. Se encuentra junto al Royal Pavilion, el palacio de estilo oriental que el noble hizo construir en su ciudad favorita. Con su imponente jardín, es uno de los destinos favoritos de los visitantes.
En el museo de arte aledaño, que también informa sobre la historia de Brighton, se encuentra finalmente un retrato del médico Russell con la típica peluca que se usaba en ese entonces.
El ascenso a destino turístico
Hoy en día viven en Brighton algo menos de 280.000 personas y cada año acuden unos ocho millones de visitantes. El ascenso definitivo de pueblo pesquero a centro turístico comenzó a mediados del siglo XIX con la conexión de tren de Londres a la estación balnearia.
Algunas fechas clave: en 1866 se inauguró el Westpier, con teatro, jardín de invierno y orquesta; en 1872, el acuario, que se autodenomina el “más antiguo abierto ininterrumpidamente” del mundo; y en 1899, el famoso Palace Pier, el muelle repleto de diversiones.
El Palace Pier y el acuario siguen en pie, pero el Westpier se incendió en 2003. Ahora solo se erige su esqueleto sobre el mar.
El paseo marítimo de Brighton es extenso. Hay cuatro kilómetros desde el este, con alojamientos de lujo en el puerto deportivo, hasta el mirador futurista i360 de altura regulable y situado en una torre de 160 metros de altura, en el oeste.
En el medio hay todo tipo de mundos: piscina de lujo solo para socios o voley de playa para todos. Helados para perros o los clásicos puestos de fish & chips. Y el Volk’s Electric Railway.
El primer ferrocarril eléctrico del mundo recorre el paseo marítimo desde 1883, conectando el tramo entre Palace Pier y Black Rock, una sección oriental de la playa. Los vagones, de color crema y marrón oxidado parecen sacados de una película de Wes Anderson: anticuados, surrealistas y, a su manera, bonitos.
La ciudad más abierta del Reino Unido
Muchas cosas en Brighton podrían beneficiarse con una renovación, como por ejemplo los bancos desgastados o las balaustradas oxidadas de la playa. Pero la ciudad es joven, colorida y animada.
Un paseo por el barrio de Kemptown: en el escaparate de una librería hay un libro sobre padres homosexuales y una guía para padres con hijos trans. Allí trabaja Remony Hart. Esta joven de 23 años dice que Brighton no es tan conservadora como Londres. Asegura que en la capital, la gente siempre tiene prisa.
Caminando por el barrio uno se topa con una panadería que ofrece clases de repostería de masa madre con un panadero alemán, una tienda que vende ropa para perros que se asemeja a chalecos salvavidas o equipajes de mano, mientras que en una cafetería se puede elegir entre 37 tipos de zumos y batidos.
En la elegante Hove, que limita al oeste con el centro de Brighton y donde se aloja la gente con dinero, la escena callejera apenas difiere: una librería feminista aquí, una tienda de pinturas caras para murales allá, elegantes galgos paseando junto a sus dueños. En la cafetería, la leche de avena es la norma.
Pasear y bañarse
También vale la pena visitar The Lanes en el centro, las callejuelas estrechas e intrincadas con boutiques especiales, el pub más antiguo de Brighton (“The Cricketers”) y simpáticos cafés y restaurantes.
Pasear por Brighton ya es entretenimiento suficiente, pero también se pueden contratar excursiones. La oferta es tan variada como la misma ciudad.
¿Una visita guiada nocturna por los “Lanes” siguiendo la pista de los fantasmas? ¿Una excursión de pesca mar adentro? ¿Cena nocturna en el mirador del i360? Tampoco hay que olvidar la verde campiña de Sussex, que invita a realizar extensas excursiones en bicicleta y a pie.
Pero lo mejor es no complicarse la vida y seguir a Robert Russell. Porque entre tanto ajetreo, el mar sigue siendo la principal atracción.
Después del trabajo, residentes y turistas se reúnen en la larga playa de guijarros -piedras pequeñas redondas- para pescar, leer, hacer asados, coquetear o pasear. O simplemente a nadar. A fin de cuentas, Russell recomendó zambullirse en el mar hace casi 300 años.
Información: Brighton
Cómo llegar: hay conexiones directas a Brighton con el tren que parte desde el aeropuerto London-Gatwick, en el sur de Londres. El viaje dura unos 30 minutos y el boleto cuesta unos 12 euros (13 dólares).