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Sebastian Wilken vive en la localidad finlandesa de Turku. El editor del newsletter “Zugpost” viajará el próximo verano europeo con su compañera en un tren con coche cama a Laponia, en un trayecto por el que pagó en total unos 45 euros (unos 59 dólares).
“Los ferrocarriles finlandeses tienen más coches cama que (la empresa de ferrocarriles austríacos) ÖBB para sus Nightjets”, señala el experto al explicar el precio comparativamente bajo. “Como la capacidad es mucho mayor, suele haber ofertas mucho más baratas que en Alemania, por ejemplo”, agrega.
Patrick Neumann, de la iniciativa a favor de los trenes nocturnos “Back on track”, brinda algunos consejos. Se puede encontrar un “gran cine en trenes nocturnos” en las rutas hacia el extremo norte. De Londres a Escocia en el Caledonian Sleeper, o de Estocolmo al Círculo Polar Ártico.
Un enorme potencial para realizar descubrimientos y vivir experiencias hay también en el Europa del Este. Por ejemplo rumbo a los balnearios polacos sobre el mar Báltico, de Belgrado a Montenegro y a través de Rumania con un auténtico vagón comedor.
¿O a través de la noche francesa? Se puede abordar un tren nocturno en París rumbo al sur, propone Wilken. Por ejemplo, con destino a Niza o hasta la frontera con España y luego seguir viaje a Barcelona.
“Si bien en principio solo hay vagones con literas, vale la pena porque los billetes son baratos”, explica.
Ambos expertos recomiendan con entusiasmo la ruta Milán-Sicilia (Palermo/Siracusa).
Desde Nápoles, el recorrido discurre casi exclusivamente junto al mar, y como el tren solo llega a Sicilia por la tarde (incluido el ferry que cruza el estrecho de Mesina), también se ve mucho del paisaje.
“Dar la vuelta al Vesubio desayunando con café recién hecho, eso es algo exclusivo”, recuerda Neumann de su último viaje por esta ruta, que es una de las conexiones europeas más largas en tren nocturno.