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En el centro mismo de la ciudad de Atyrá, la iglesia San Francisco de Asís domina el paisaje urbano y ofrece a los visitantes una vista privilegiada de un retablo tallado en madera que data del siglo XVIII, herencia de los frailes franciscanos con ayuda de nativos guaraníes.
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En sus pintorescas calles cada rincón evoca y recuerda la importancia de preservar el medioambiente con carteles reciclados, basureros y obras de arte urbano inspirados en materiales reutilizados o en elementos naturales, como el corpóreo de tacuara (bambú) de una de las plazas principales.
Un poco más adentro, uno de los tesoros naturales escondidos es el chorro Karumbey, un salto de agua de unos cuatro metros de altura regado por el epónimo que divide a Atyrá de Tobatí.
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El aire de misterio y aventura lo tiene el lugar conocido como Pombero Róga, donde se ha construido la casa del señor Pombero y la señora Pombera, así como la fuente de la vida en el que esculturas de Tau y Keraná saludan a los visitantes para dar paso a un recorrido por la casa del Pombero, así como de otros seres mitológicos característicos del Paraguay.
Cómo no mencionar la artesanía autóctona del lugar. En el Paseo Peatonal, artesanos del cuero como don Pedro Encina muestran en vivo y tiempo real cómo se elaboran las creaciones repujadas, con paciencia y creatividad dando forma a piezas de arte utilitario.
Y cómo olvidar las exquisitas piezas talladas en madera por las mágicas manos de Silvio Franco. Esto es solo parte de lo mucho que se puede ver y disfrutar visitando esta ciudad que queda a 61 km de Asunción.
Ahora bien, si desean tener una travesía más detallada y “con conocimiento de causa” sobre el lugar, la persona adecuada para ello es don Gustavo Villalba, guía oficial quien conoce historia, vida y milagro de esta ecológica y mágica localidad cordillerana.