La temporada invernal en el desierto, conocida por los locales como el Al Enna, arranca precisamente durante la competición de Qatar 2022. Las dunas de arena blanca se convierten en el hogar de los cataríes que aprovechan para hacer camping o darse un baño en uno de los pocos lugares en el mundo en los que el mar se adentra en el desierto.
“El desierto aquí es muy diferente de lo que te imaginas. La arena tiene un color mucho más blanco. No es como el rojo anaranjado. Así que es bastante diferente de lo que probablemente la mayoría de la gente espera. Igualmente, tiene muchos espacios que son terrenos muy firmes, así que es como conducir por una autopista”, destaca Berthold Trenkel, Director de operaciones de Turismo de Catar.
Las principales actividades que se pueden realizar en el desierto de Qatar son:
- atravesarlo en un 4x4 conduciendo a gran velocidad con pilotos experimentados,
- montar a camello,
- hacer kitesurf,
- asistir a una sesión de caza con halcones,
- deslizarte por las dunas en una tabla o
- asistir a una fiesta en una tienda tradicional beduina.
“Si quieres adrenalina y acción, puedes ir al desierto a conducir un 4x4 por las dunas de arena o hacer ‘sandboarding’ (tirarse con una tabla por las dunas). Es una experiencia increíble. Intenta llegar muy temprano por la mañana y cuando digo temprano, tienes que levantarte y salir a las 4 de la mañana de la ciudad. Son sólo 60 minutos en coche, pero disfrutar del amanecer en el desierto es una experiencia mágica”, añade.
El Mar Interior
El Mar Interior o Khor Al Adaid, como lo llaman los cataríes, es un paisaje extraordinario en el que las dunas y el mar se unen, formando una estampa difícil de olvidar.
Ubicado en el sureste del país y reconocido por la Unesco como la mayor reserva natural de Catar, alberga todo tipo de fauna silvestre, marina y vegetal. Encontrarás tortugas, flamencos y, con suerte, antílopes o camellos.
“El desierto está orientado hacia el este, así que el sol sale por encima del agua. (...) Lo normal es que vivamos en ciudades o quizás tengamos montañas cerca, pero esto es algo muy diferente”, asegura Trenkel.
Se trata de un paisaje único en el que predominan las zonas de piedras, mesetas elevadas por unas dunas en contraste movimiento y la naturaleza silvestre, que se abre camino exuberante en contacto con el agua.
El Mar Interior es una gran bahía de unos 15 kilómetros de norte a sur y hasta 12 kilómetros de este a oeste que conecta con Arabia Saudita por un canal relativamente estrecho. Te sorprenderás al ver que desde la orilla catarí se divisa, como un espejismo en el desierto, la inmensidad de su país vecino, Arabia Saudita.
La calidad medioambiental de la zona permite la vida de una variedad de especies marinas extraordinarias, muchas de ellas en peligro de extinción como los dugongos, un enorme animal vegetariano de unos 2,5 metros similar al manatí visible cuando sale a respirar y saca su enorme cabeza sobre la superficie de la laguna.
Por las tardes, cuando la marea baja, el sol cae rojizo haciendo que las dunas cambien de color en un espectáculo que merece la pena disfrutar.
El alma beduina
El desierto y su vegetación ha sido el hogar de tribus beduinas, moradores considerados el origen del pueblo árabe. En la zona existían asentamientos de agricultores y pescadores, un estilo de vida que ha desaparecido casi por completo en la actualidad, con pequeñas excepciones de pastores de camellos que aprovechan las zonas de mesetas con pastos.
“Para los lugareños, el desierto es algo especial. Es lo más importante. Especialmente para los locales a los que les gusta pasar sus fines de semana. Y encontrarás lo que en términos locales se llaman tiendas prefabricadas. Así que piensa en un remolque, aparcan en el desierto y montan todo como si fuera un camping”, apunta.
Famosos por organizarse en familias y vivir en tiendas rectangulares fabricadas con pelo de animal, las tribus beduinas se dedicaban a moverse por el desierto buscando zonas para la agricultura adaptándose a los movimientos de las dunas y la disponibilidad de agua.
En estos lugares es donde pueden revivir su esencia nómada: “Estos sitios de acampada suelen funcionar desde octubre-noviembre hasta marzo-abril. Es una temporada de seis meses donde el clima es hermoso y a la gente le gusta alejarse en el desierto. Tal vez hagan una hoguera, pero simplemente disfrutan de la tranquilidad con sus amigos. Toman un té o Karak (típica bebida catarí con té, leche, especias y azúcar) o beben un café árabe”, concluye.
Se trata de un momento de tranquilidad en el que se puede aprovechar para buscar al animal nacional del país, el antílope árabe, que vaga por las dunas en busca de alimento y bebida, a pesar de aguantar semanas sin agua potable. Reconocible por su pelaje blanco y sus largos cuernos, aprovecha para recorrer largas distancias y es un momento idóneo para verlo recorrer el paisaje solitario del desierto catarí.
Animales que vagan en libertad gracias en parte a la Operación Antílope, una medida de conservación adoptada en el país para criar en cautiverio y liberarlos al desierto, algo que ha permitido que haya en estos momentos más de 1.000 especies de antílopes salvajes en la península arábiga.
Si se quieren ver de cerca sin la arbitrariedad del desierto se pueden visitar en el santuario de Al-Maha, lo que permite apreciar a este elegante animal y conocer su peculiar forma de vida y a tan solo media hora en coche al oeste de Doha.
Ser testigo de cómo la vida se adapta a la falta de agua, la arena y las altas temperaturas, y florece en este entorno aparentemente hostil, es otro de los aprendizajes que el turista puede sacar del viaje a Qatar 2022 durante la Copa del Mundo.