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A la vista de la línea de rascacielos se encuentra Souk Waqif, un lugar que con su bazar en el casco antiguo recuerda como ningún otro al Catar tradicional. No muy lejos del paseo del puerto de Doha, el aroma de las maderas de incienso fino impregna las sinuosas callejuelas. El laberinto de tiendas atrae a turistas y lugareños por igual.
Al borde del zoco se encuentra el bazar de los halcones. En salas con aire acondicionado, los vendedores esperan con sus aves de rapiña a los posibles compradores. A menudo pagan tanto por los halcones como por un coche nuevo de alta gama.
“Nuestros abuelos los necesitaban para sobrevivir”, dice Tamim Al Kaabi en un caluroso día de julio. Mientras que antes las aves de presa se utilizaban para la caza, la cetrería es hoy una afición que a menudo está al servicio del prestigio.
“Los programas de televisión con halcones son especialmente populares entre los jóvenes”, asegura el joven de 26 años.
En la temporada de halcones, entre otoño e invierno, cuando el clima es más templado en el Golfo, los cataríes se miden en competencias. Por ejemplo, quién tiene el ave de rapiña más bella o más rápida. El halcón de Al Kaabi ya ha ganado un premio.
La cetrería es una cuestión de familia para el joven empleado bancario. “Mi tío me enseñó a convivir con los halcones y cómo tratarlos”, explica. En verano, estas aves reposan en espacios climatizados. “Es que afuera hace demasiado calor para ellos”, señala.
¿Hace mucho calor en Catar?
El calor y las altas temperaturas de más de 40 grados son cosas de todos los días para los habitantes de Catar. Por ello, a muchos locales les gusta pasar los insoportables meses de verano en el extranjero, en zonas más frías.
El hecho de que un centroeuropeo haya llegado al Estado desértico en pleno verano siempre hace que la gente sacuda la cabeza. No en vano, la Copa del Mundo se trasladó a los meses de invierno. El balón empezará a rodar el 20 de noviembre.
Al igual que en muchos países del mundo árabe, en Catar están muy extendidos los aires acondicionados móviles que se colocan junto a las mesas de los restaurantes y cafés y proporcionan aire fresco, la contrapartida, por así decirlo, de los calefactores de exterior que se usan en países de regiones frías.
En Katara, un barrio cultural en la costa en el norte de Doha, se han colocado aires acondicionados incluso en la calle a lo largo del paseo marítimo, para refrescar el complejo de estilo neoclásico al aire libre. Aquí nadie se preocupa por desperdiciar energía.
Algo más respetuosos con el medio ambiente pueden ser los paseos con los antiguos barcos de madera de los buscadores de perlas, llamados dhows, en la bahía, en esta zona hay brisas refrescantes incluso en verano.
Sin embargo, durante el verano, en Doha la gente en general solo sale al exterior cuando refresca por la noche.
Catar, comercio de perlas, petróleo y turismo
Antes de que en 1939 se hallara por primera vez petróleo en Catar, el país vivía del comercio de perlas.
Sin embargo, la economía se hundió en gran medida con la irrupción en la década de 1930 de las perlas cultivadas japonesas. Catar vivió años difíciles que se grabaron en la memoria colectiva del país.
El desarrollo de los primeros yacimientos petrolíferos supuso un impulso a partir de mediados del siglo XX, y los enormes yacimientos de gas natural contribuyeron finalmente a la prosperidad actual del emirato.
Pero el Estado en el Golfo Pérsico también debe su rápido crecimiento a los millones de trabajadores llegados del sur de Asia que están presentes en todos los ámbitos de la vida cotidiana, ya sea en la industria de la construcción, en los taxis, en los vestíbulos de los hoteles o en los restaurantes.
Actualmente, solo uno de cada diez residentes de la monarquía absoluta tiene la ciudadanía catarí.
El emirato es criticado reiteradamente por la violación sistemática de los derechos humanos y la explotación de migrantes. El Gobierno rechaza las acusaciones y lleva adelante reformas.
Aún a pocos meses del inicio del Mundial de fútbol, se sigue construyendo por todos lados. Los visitantes casi pueden observar a diario el crecimiento literal de Doha.
Las numerosas obras en esta ciudad, que está diseñada para moverse en coche, obligan a menudo a los taxistas a dar rodeos para llegar a destino.
Los que gustan de recorrer distancias a pie pueden hacerlo en los barrios de moda, como Mshereib Downtown, en el bazar o en los paseos marítimos del puerto a lo largo de la bahía.
En otros lugares, sin embargo, los visitantes suelen buscar en vano senderos. Por ello, las distancias más largas se cubren en taxi o en metro, cuyas paradas de diseño futurista recuerdan a decorados de películas de ciencia ficción.
Merece la pena ver los barrios de la isla artificial de La Perla, en el norte de la capital. Además de los fondeaderos para yates de todos los tamaños, se han construido zonas de ocio nocturno, villas y lujosos rascacielos para atraer a las personas con altos ingresos.
La arquitectura aquí rompe con el estilo tradicional, muchos barrios se asemejan a diversas ciudades europeas. Hay un barrio de estilo veneciano, por ejemplo. Numerosas tiendas de conocidas marcas de coches deportivos recuerdan al acomodado sector social al que apunta La Perla.
Algunos consideran que el tamaño compacto del pequeño emirato es una ventaja, no solo para la Copa del Mundo.
Cultura, deportes acuáticos o viajes al desierto, “Catar ofrece lo mejor de Oriente Medio de forma compacta”, afirma Berthold Trenkel, director de la autoridad turística.
Pero quien busque bares o pubs aquí probablemente se sentirá decepcionado.
“No somos conocidos por nuestra vida nocturna”, dice Trenkel. “Así que si se busca eso, probablemente Catar no sea el mejor destino”, advierte.
Bebidas alcohólicas solo se venden en lugares con licencia en el país, no hay nada en el supermercado. El lugar más probable donde encontrarlas es en los hoteles de cuatro o cinco estrellas.
“Seguimos teniendo una población muy orgullosa que se preocupa por la historia y la herencia”, destaca el director de turismo.
Los visitantes perciben la conciencia histórica catarí en casi todos los rincones, ya sea en el Museo Nacional, que merece la pena ser visto, o en el Museo de Arte Islámico, que todavía estaba siendo renovado unos meses antes del comienzo del Mundial.
Quienes viajen al país deben ser conscientes de que “es una cultura islámica, es un país conservador, y eso conlleva cosas como el código de vestimenta”, dice Trenkel. “No se corre por ahí con ropa inapropiada”, aclara.
Un cartel como “señal de tráfico” en un proveedor de deportes acuáticos demuestra lo que esto significa en la práctica: prohibido el uso de bikinis.
Incluso se debe ser muy discreto en público con las manifestaciones de afecto, que en el mundo islámico pertenecen a la esfera privada.
Hay algunas actividades que se pueden realizar fuera de la metrópolis, como deportes acuáticos, safaris por el desierto o paseos en camello.
Los que prefieran un enfoque más meditativo pueden navegar en kayak por los manglares del norte y disfrutar de una agradable tranquilidad junto al piar de los pájaros del biotopo.
Un viaje al sur del país promete un poco de aventura, donde numerosos operadores turísticos ofrecen excursiones por las dunas del desierto, ya sea en vehículo todoterreno o en cuatriciclos.
Tamim Al Kaabi aprecia los viajes al desierto. Los hombres suelen acampar allí por las noches junto con sus aves de caza, como sus antepasados beduinos. “Sin teléfonos móviles”, dice Al Kaabi con una sonrisa.
Todos los viajeros que lleguen a Catar deberán descargar en sus teléfonos la aplicación Ehteraz, que permite un seguimiento de la situación del coronavirus.
La moneda vigente en el emirato es el rial catarí, que equivale a 0,28 euros o dólares.
Mundial de fútbol: El torneo comienza el 20 de noviembre, la final es el 18 de diciembre. Doha es el punto central del Mundial. El estadio de la ciudad de Al Khor, a unos 50 kilómetros al norte de Doha, es el más lejano. Los otros siete estadios de la Copa del Mundo se encuentran en la capital o en ciudades directamente vecinas.