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Durante larga parte de su vida, Ignacio fue todo, menos un santo. Era un caballero y se lo consideraba un mujeriego, un vividor aristocrático. Pero su vida cambió cuando en 1521 fue gravemente herido por una bala de cañón durante la guerra contra los franceses.
Mientras yacía en su lecho de enfermo, Ignacio leyó historias sobre santos. En 1522 decidió iniciar un viaje de fe que lo llevó por el noreste de España, desde la costa atlántica vasca hasta Manresa, cerca de Barcelona, en el Mediterráneo.
Tras las huellas de un viaje espiritual
Unos 500 años después se puede seguir hoy su viaje espiritual, que lo llevó a crear la Compañía de Jesús, la orden religiosa de los jesuitas, a través de un sendero de larga distancia.
A lo largo del río Urola, el sendero primero serpentea lentamente desde el Santuario de Loyola por las antiguas vías del tren a través de un valle verde hasta Zumarraga. En lo alto de la pequeña y bonita ciudad se encuentra la antigua iglesia de peregrinación de Santa María La Antigua, con su magnífica bóveda de roble.
En la entrada del templo se encuentra Fermín Lopetegui. El vasco cuida de la iglesia y sella los pasaportes de los peregrinos. “Ignacio también durmió y rezó aquí en su camino”, dice.
Lopetegui fue el primero en recorrer el nuevo Camino Ignaciano en 2012. “En aquella época, el camino apenas estaba marcado y había pocos lugares para dormir”, dice.
Desde entonces, este hombre de 67 años ha recorrido los 676 kilómetros del Camino Ignaciano nueve veces. Cada año, el vasco completa al menos un tramo. Lopetegui ya ha escrito libros sobre el camino y también dirige grupos por encargo.
Paisajes que van de la alta montaña hasta zonas desérticas
Lopetegui destaca que el camino es tan atractivo gracias a sus tan diferentes paisajes.
“Desde las altas montañas hasta los densos bosques y las regiones vinícolas, pasando por las extensiones desérticas y los paisajes mediterráneos, simplemente se ve de todo en el Camino Ignaciano”, asegura.
Pero lo más impresionante, afirma, es el silencio y la soledad que se puede disfrutar en este camino. “Es como el Camino de Santiago hace 50 años”, compara.
Pasado el embalse de Barrendiola, el sendero asciende ahora de forma pronunciada a través de densos bosques hasta el paso de Biozkornia, a más de 1.200 metros de altitud. El monasterio de Aránzazu, siguiente destino de la etapa, ya no está lejos.
Este santuario mariano, espectacularmente situado en un desfiladero de la montaña, es uno de los lugares de culto más importantes de los vascos. Según la leyenda, la Virgen se le apareció aquí a un joven pastor en 1468.
Xirimiri crea un ambiente místico
Una de las etapas más bellas del sendero comienza justo detrás del santuario de Aránzazu. Pero la mañana es lluviosa. La niebla se cierne sobre el desfiladero. Cada vez es más difícil seguir las señales naranjas.
Los vascos llaman xirimiri a la fina llovizna de la niebla. A través de los densos bosques de montaña, xirimiri le da al camino una atmósfera casi mística.
Arriba, en el refugio de Urbia, a más de 1.000 metros de altitud, vacas y caballos semisalvajes pastan en un paisaje de prados en pleno Parque Nacional de Aizkorri-Aratz.
Un tramo por el Camino de Santiago, con muchos peregrinos
En el descenso a Araia, el sendero del Camino Ignaciano discurre a través de un denso bosque durante unos kilómetros por el Camino de Santiago y por una antigua calzada romana casi hundida en el suelo del bosque.
Pintorescos pueblos de piedra se alinean a la salida de las montañas vascas. Los campos de cereales dominan ahora el paisaje de las colinas.
La ruta atraviesa el paraíso del vino tinto en España, La Rioja. Se ven viñedos hasta donde alcanza la vista. En Navarrete, Ignacio visitó a su amigo el Duque de Nájera, cuyo rústico palacio es ahora un bonito hotel, la Posada Ignatius.
Entre Navarrete y Logroño, el Camino Ignaciano coincide con el Camino de Santiago, aunque en sentido contrario.
“Después de los días de soledad en las montañas vascas, siempre es extraño encontrarse de repente con tantos caminantes”, dice Imanol Goikoetxea, quien con su empresa “Slow Walking” acompaña a grupos en el Camino Ignaciano.
En Logroño, capital de la antigua homónima provincia y actual comunidad autónoma de La Rioja, se impone una pausa, ya que el aroma a comida es demasiado tentador. En las calles del casco antiguo, con su catedral barroca, se suceden los bares de tapas y vinos. Un paseo a caballo por los viñedos, visitas a las bodegas, gastronomía de primera clase..., aquí hay mucho que experimentar.
La Rioja es un buen lugar para hacer una pausa en el Camino, antes de adentrarse en el amplio Valle del Ebro, sin sombra alguna, y en los paisajes desérticos de Navarra y Aragón, recomienda Goikoetxea.
Los sufrimientos durante el peregrinaje
El Camino Ignaciano continúa a lo largo del Ebro, hacia Zaragoza, la capital de Aragón. La impresionante Basílica de Nuestra Señora del Pilar está considerada como el lugar de devoción mariana más antiguo de la cristiandad.
Poco después de Zaragoza comienza la parte más dura del extenso sendero, el paisaje desértico de Los Monegros.
El sol quema sin piedad. Apenas hay pueblos donde conseguir agua en este paisaje estepario. Inevitablemente, en la inhóspita soledad, se recuerdan las palabras de Goikoetxea: “También hay que sufrir un poco en el Camino Ignaciano. Eso también forma parte de la peregrinación”.
Ya en Cataluña, el paisaje se caracteriza por árboles frutales y campos de cereales y vuelve a ser más verde. En lugar de las anteriores señales de color naranja, un símbolo de sol muestra el camino a seguir. Con paradas en Lleida (Lérida), El Palau d’Anglesola y Verdú, la ruta se dirige a Montserrat.
Pasar la noche en el monasterio
La silueta dentada de la montaña puede verse desde lejos. Ignacio se confesó aquí, durante tres días, en el monasterio, ante la Virgen de Montserrat, conocida como “La Moreneta”, renunciando definitivamente a su vida anterior.
El monasterio de montaña que surge de las rocas es un lugar mágico. En cuanto los turistas que llegan para pasar el día desaparecen de regreso a Barcelona, los peregrinos que pueden dormir aquí en los albergues tienen el monasterio de Santa María de Montserrat y las vistas panorámicas para ellos solos, después de las misas vespertinas cantadas por los monjes.
Llegada a Manresa
Resta la última etapa, apenas 25 kilómetros para la meta final del sendero de peregrinaje. Pasada la ermita de Santa Cecilia, el camino desciende desde el monte Montserrat hasta Manresa.
Aquí, en una cueva a la orilla del río, Ignacio escribió los Ejercicios Espirituales. En torno a ella, los jesuitas construyeron un enorme monasterio, el santuario Cueva de San Ignacio, en el que también se exponen una sandalia, objetos personales y un documento de San Ignacio.
Los Ejercicios Espirituales conforman hoy la base fundamental de la orden de los jesuitas, a la que pertenece el papa Francisco, me dice el padre jesuita José Luis Iriberri mientras me entrega la Ignaciana, el certificado de peregrinación que se otorga a todos los que han recorrido al menos 100 kilómetros del camino a pie o 200 kilómetros en bicicleta.
La solitaria alternativa a la conocida ruta de peregrinación
Iriberri no solo dirige la Oficina Central de Peregrinación Ignaciana, sino que también fue el encargado de diseñar, en base a documentos históricos, el Camino Ignaciano, que se abrió hace apenas diez años.
“El camino representa una interesante alternativa al Camino de Santiago”, dice el sacerdote. “Aquí se sigue un camino histórico y en él se conoce a una persona histórica. En el Camino de Santiago, solo se va a una tumba. El apóstol Santiago nunca peregrinó a Santiago de Compostela”, comenta.
Y el Camino Ignaciano brinda soledad y silencio. En 2019, el año previo a la pandemia de coronavirus, solo 2.500 peregrinos arribaron a Manresa, mientras que 350.000 personas recorrieron el Camino de Santiago.
El Camino Ignaciano tiene 676 kilómetros de extensión y cuenta con 27 etapas diarias, recorriendo el País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña, desde Azpeitia hasta Manresa.
La mejor época para realizar la peregrinación son los meses de abril, mayo y hasta mediados de junio, como así también desde septiembre hasta mediados de noviembre.
La planificación de la ruta, así como la información sobre el alojamiento, los proveedores de excursiones, los medios de transporte, los documentos de la peregrinación, la historia y mucho más se puede encontrar en el sitio web de la Oficina de Peregrinos Ignacianos: www.caminoignaciano.org.