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Visitar lugares abandonados, explorar edificios en ruinas o recorrer sitios que cerraron sus puertas al público hace años puede ser una curiosa forma de hacer turismo. Los japoneses denominan a esta práctica haikyo, que significa “ruina”. En otras zonas del mundo lo llaman “turismo sin alma”.
En nuestro país, visitar sitios abandonados gana adeptos que se pasan el dato y se internan intrépidos entre sus muros, que albergan misterios y leyendas. Un antiguo complejo, donde por casi diez años vivieron sus alegrías y miserias los obreros que construían la Represa de Yacyretá, es uno de esos destinos.
El campamento en ruinas antiguamente conocido como Complejo G7, hoy forma parte de la “Reserva Natural Guasu Puku”, de 3.492 hectáreas, administrada por la Entidad Binacional Yacyretá y se encuentra en el límite de los distritos de Ayolas (Misiones) y San Cosme y Damián (Itapúa). Dista del pórtico de la ciudad de Ayolas unos 20 kilómetros y desde el distrito de San Cosme se debe recorrer una distancia similar para llegar.
Disfrutar de la tranquilidad de un abandonado sitio y de lo excitante que puede ser, aunque entrañe cierto peligro, brinda la oportunidad de intentar adivinar algunos de sus secretos, detalles e historias del pasado. En esta nota te mostramos un recorrido por el antiguo campamento de la EBY, que hoy forma parte de una reserva natural con fauna y flora por doquier. Algunos lo llaman el “Chernóbil paraguayo”, por sus características de ciudad abandonada.
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De entrada seamos claros: Aquí no hay radiación y no ha explotado nada. El complejo G7 se edificó expresamente para albergar a los cerca de 3.000 obreros que se encargaron de la construcción de la Represa Yacyretá entre los años 1984 y 1994. El lugar contaba con todos los elementos urbanísticos que sus residentes podían necesitar.
En la época floreciente de la construcción de la hidroeléctrica el recinto albergaba cómodamente a los miles de obreros. Intramuros había hasta un pequeño centro comercial. Recorría el complejo una calle principal cementada donde se ubican hasta hoy la capilla, las barracas donde dormían los trabajadores, la cocina, el comedor, un salón multiuso, canchas de basquetbol, vóley y futbol y hasta una sala de cine con butacas. Se creó un ambiente para que los obreros estuvieran a gusto durante el largo periodo de obras, lejos de sus familias.
Llegar al sitio y verlo en silencio y ruinas despierta la evocación del bullicio causado por el trajinar de las 3 mil almas que habitaron el lugar durante unos diez años y que luego, al colocarse la última de las 20 turbinas de la Represa Yacyretá en junio de 1994, cargaron sus mochilas y retornaron a sus hogares.
Hoy nadie vive allí. Caminar por las construcciones abandonadas y los diferentes edificios tiene un encanto que crece a medida que la naturaleza se abre paso entre la rapiñada infraestructura. La maleza y la humedad dan color al desgastado amarillo de las paredes y le dan un plus tenebroso al entorno.
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Así como la flora, la fauna local también fue ganando terreno. Entre las ruinas se descubren centenares de nidos de aves. Las redes que tejen las arañas le aportan un toque tenebroso. Las ventanas de vidrios rotos invitan a espiar.
No es para temerles, pero las lagartijas, los amberé y los tejú guasú y otros animales pequeños son capaces de causar un susto al visitante que recorre absorto los rincones del complejo.
La cárcel modelo que no fue
Todo el equipamiento, la parte eléctrica, los generadores, puertas y sanitarios y los utensilios utilizados durante el período en que este fue un pujante albergue fueron rapiñados debido a la desidia, el desinterés y la falta de visión de las autoridades nacionales que tras la salida de los obreros no proyectaron un uso adecuado a esas millonarias inversiones.
Si bien en el 2005 hubo un proyecto de readecuar el sitio como una “cárcel modelo”, pues estaba alejada de la población local y ya contaba con infraestructura, este nunca sea ejecutó. Se firmó incluso un convenio entre el entonces Ministerio de Justicia y Trabajo y la Entidad Binacional Yacyretá, pero como tantos otros proyectos estatales, quedó solo en los papeles.
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Hoy es un área silvestre protegida
En el 2015 el lugar fue declarado Área Silvestre Protegida bajo dominio privado por el Decreto N°3724/2015. y así nace lo que hoy es la “Reserva Natural Guasu Puku”, de 3.492 hectáreas.
A partir del 2017, se incorporó al sitio el sendero “Kurupay”, en cuyo recorrido se pueden apreciar las imágenes de animales de especies nativas, puentes colgantes y frondosos árboles, mayormente de la especie de Kurupay. De allí viene el nombre del sendero.
Guasu Puku se encuentra ubicado entre la zona del asentamiento Atinguy de Ayolas y el distrito de San Cosme y Damián, departamento de Itapúa. Pero si querés llegar hasta el Complejo G7 debes caminar como 5 kilómetros, un trayecto entretenido.
Los turistas pueden disfrutar de un paisaje de grandes superficies anegadizas e inundadas. Hay esteros, bañados, bosques con diferentes fisonomía, arroyos y pastura que forman parte de la reserva natural.
En el interior, en un día de suerte, uno se puede cruzar con un guasu puku, un aguara pope, un carpincho, un tapiti, y diferentes tipos de serpientes, además de jakare’i, teju y una importante variedad de aves.
¿Cómo llegar al complejo G7, en la “Reserva Natural Guasu Puku”?
Los interesados en conocer el lugar deben contactar antes de ir con el área de Difusión Ambiental y Ecoturimo, del Programa de Reservas y Biodiversidad, Sector Medio Ambiente de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY). El teléfono habilitado para las reservas es el (021) 325-3701.
¿Qué fue el accidente nuclear de Chernóbil?
Estas ruinas paraguayas tienen para quien las visita un aire a la Central Nuclear Vladímir Ilich Lenin, más conocida como Chernóbil, en Ucrania, pues da la impresión de que sus habitantes abandonaron todo, apurados, sin mirar atrás. En lo que ahora forma parte de la reserva dejaron sus enseres, muebles y hasta hoy se pueden encontrar tiradas en el piso cintas filmográficas de las películas que veían los obreros en el cine particular del complejo.
Chernóbil fue un accidente nuclear sucedido el 26 de abril de 1986 debido a la explosión de su reactor 4. Hasta hoy se lo considera un sarcófago peligroso y el área no volverá a ser habitable en 20.000 años. Sin embargo, uno de los barrios cercanos y abandonados cada año recibe a centenares de turistas. Claro, con un permiso del Gobierno de Ucrania y limitaciones especiales debido al alto grado de radiactividad. Este permiso fue recientemente suspendido por el enfrentamiento bélico de Ucrania con Rusia.
Hoy, lastimosamente, su nombre vuelve a sonar fuerte porque como parte de la avanzada rusa sobre Ucrania, los soldados rusos tomaron el área de la central nuclear, luego de encarnizados combates.