En una carta, la alcaldesa Femke Halsema consideró que se le debería prohibir la entrada a los “coffeeshops” a todos los que no sean residentes de Países Bajos porque el aumento de lo que ya se tilda como “los turistas del cannabis” ha contribuido de manera significativa a la gran demanda de drogas blandas en la capital neerlandesa.
“Hemos visto a muchos grupos de jóvenes que solo vienen a Ámsterdam para ir a los ´coffeeshops´” , recordó la alcaldesa de una capital que ha visto el número de estas cafeterías reducirse de 283 a 166 en las dos últimas décadas, mientras se dispara la demanda.
Casi un tercio de las cafeterías que acoge Países Bajos se encuentran en Ámsterdam, lo que, según Halsema, supone un “importante incentivo para los turistas extranjeros” que suelen “causar molestias a los residentes” después de consumir drogas en una ciudad que lucha contra la fama de ser un lugar de “fiestas y alcohol”.
La alcaldesa tiene claro el objetivo de esta medida: “Nos gustaría que vinieran turistas interesados en la riqueza y la belleza de las instituciones culturales. y no los turistas que solo vienen aquí a caminar ebrios y drogados por las calles”, sentenció, en declaraciones a la televisión holandesa NOS.
Según una investigación llevada a cabo por el municipio, un gran número de turistas extranjeros ya no querrían venir a Ámsterdam si se les prohíbe la entrada a los ¨“coffeeshops” , lo que supondría que, en 2025, la capital neerlandesa solo necesitaría 73 locales de venta y consumo de marihuana para atender a la demanda local. La alcaldesa aún tiene que hablar de sus planes con los propietarios de los “coffeeshops” y el concejo municipal, y encargará una investigación para determinar hasta qué punto la venta ilegal de cannabis puede trasladarse a las calles de la ciudad si estos locales ya no son accesibles a los extranjeros.
Halsema espera poder implementar esta prohibición dentro de un año.
Estos planes son un cambio importante de política en la capital neerlandesa, que hasta ahora se había negado a seguir el criterio de residente que sí aplican otros municipios de Países Bajos, admitiendo únicamente a los ciudadanos neerlandeses, lo que la capital justificaba en sus temores a que esta estrategia aumente el tráfico ilegal de drogas en sus calles.
El ayuntamiento de Ámsterdam también investiga la posibilidad de trasladar el Barrio Rojo a una especie de “centro erótico” en otro lugar de la capital, alejando la prostitución del centro turístico. Se trataría de una apuesta por atraer “un turista diferente” a la ciudad, para hacerla más atractiva también para los propios residentes, que en los últimos años se han trasladado a la periferia para huir del turismo masivo.