Una consola para dos mundos: la Nintendo Switch a prueba

El concepto de la nueva consola Nintendo Switch es comenzar el juego en el sofá de casa y poder seguir en el autobús al trabajo. ¿Funciona este concepto o se trata de una pirueta forzada?

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Hasta ahora, el universo Nintendo consistía en dos mundos separados: las portátiles como la Gameboy y la 3DS y, por otro lado, los aparatos fijos como la Super Nintendo o Wii. Pero esto ha cambiado con la nueva Switch, que es tanto una consola para el salón de casa como para llevársela para el viaje al trabajo o de vacaciones. Pero este nuevo proyecto enfrenta dificultades: por una parte problemas de principiante y, por otro, la disponibilidad de pocos juegos.

El grado de complejidad del aparato se nota solamente al abrir la caja y encontrarse con la gran cantidad de accesorios que lleva. Al televisor se conecta el llamado Dock, una caja gris con un par de conexiones y una tapa muy práctica para guardar la ensalada de cables, pero que no tiene ni un solo botón y es sorprendentemente ligero.

Esto se debe a que Dock no es más que un adaptador: el corazón del hardware está en la Switch, una pequeña tablet con una pantalla táctil de 6,2 pulgadas que se coloca en el Dock para jugar. Cuando esto ocurre, la pantalla de la tablet se apaga y la imagen pasa al televisor, y viceversa cuando uno la quita del soporte.

Esta maniobra funciona muy bien, sin demoras. Algunos juegos, como “The Legend of Zelda: Breath of the Wild”, incluso se ven mejor en la tablet. Aunque la resolución HD (1.280 x 720 píxeles) no sea tan buena como la de un televisor Full HD (1.920 xl 1.080 píxeles), como la pantalla es tan pequeña la densidad de píxeles es mayor y en muchos casos el resultado es muy bueno.

Los juegos se manejan con algo que Nintendo ha bautizado como Joy-Con: dos mandos a distancia con un stick analógico y ocho botones, motor vibratorio y sensor de movimiento. Para jugar fuera de casa se montan a la derecha e izquierda de la tablet, y en casa se quitan y se ponen en el llamado Joy-Con Grip (agarre). De esta forma se monta un gamepad que es muy distinto a los de la competencia de Playstation o Xbox, pero que pese a todo funciona muy bien en la mano.

Quien quiera también puede montar la tablet sobre una mesa con un soporte y jugar con el gamepad, pero la pantalla resulta muy pequeña. Por ejemplo, los textos son casi ilegibles. Algunos juegos sencillos también se pueden jugar con un solo Joy-Con.

El primer problema que se detecta es que no solo la pantalla es algo pequeña, sino también los mandos, que parecen pensados para niños o personas con manos pequeñas.

Otra dificultad es que a veces hay que usar la fuerza para quitar los mandos de los lados de la tablet y el soporte para esta última es muy delgado y ofrece estabilidad solamente sobre una superficie bien firme.

El interior es, en cambio, bastante sólido: la consola lleva un procesador Tegra de Nvidia que reproduce sin dificultad juegos como el nuevo “Zelda” o “Just Dance” tanto en la tablet como en el televisor. Pero el chip, concebido para smartphones, no puede competir con el rendimiento de la Playstation 4 o la Xbox One. Por otro lado, esto no es demasiado grave teniendo en cuenta el tipo de juegos más bien divertidos con los que suele triunfar Nintendo.

Como contrapartida es un problema que la batería no dure más o menos lo mismo siempre. Según sea el juego elegido, puede valer para entre dos y seis horas. Si uno juega en casa, no es un problema, pero tiene que acordarse de cargar de forma regular los Joy-Cons en la tablet. La memoria interna, de 32 GB, es otro punto débil, aunque se la puede ampliar fácilmente con una tarjeta SD.

No están claras aún las otras funciones que tendrá la consola. Por ahora no lleva incorporado navegador de Internet ni app multimedia para servicios de streaming como Netflix. El servicio para jugar online estará disponible en unas semanas y aún no está del todo claro cómo va a funcionar.

El precio, inclusive Dock, tablet, Joy-Cons, agarre y resto de accesorios, es de unos 330 euros (o dólares, según mercado), bastante adecuado a las prestaciones. Pero los accesorios sí son caros: el Pro Controller, un gamepad clásico para jugar en casa, cuesta unos 70 euros, y un nuevo set de Joy-Con, 80 euros.

La buena noticia es que no es necesario comprarlos, basta con lo que trae la caja. Pero incluso así, a menos que usted sea un fan de Super Mario, quizás convenga esperar antes de comprarla. Todavía hay muchas cuestiones abiertas y pocos juegos disponibles.

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