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El robot bautizado AntBot, desarrollado por un equipo de científicos franceses del Instituto de Ciencias del Movimiento Étienne Jules Marey (ISM), reproduce las capacidades de navegación de Cataglyphis, una hormiga capaz de recorrer varios cientos de metros en pleno desierto y volver a su hormiguero al cabo del día.
Como ese animal, puede fijar su dirección gracias a una brújula óptica que le permite percibir de forma diferenciada la luz polarizada del cielo (a la que el ojo humano es insensible). El margen de error de esa brújula óptica es de 0,4 grados, tanto con tiempo despejado como nublado.
También, como la hormiga del desierto, es capaz de calcular el espacio recorrido, en este caso por un captor orientado hacia el suelo. Mediante esos instrumentos, el robot se ha demostrado capaz de volver por sus propios medios al punto de partida después de recorrer 14 metros con un margen de error de un centímetro.
Esa precisión pone en evidencia la capacidad de innovación de la robótica que se inspira en la biología, que al mismo tiempo ha aportado más conocimientos sobre los métodos de navegación de la hormiga del desierto.
El robot pesa 2,3 kilos y está dotado de seis patas que le dan una gran movilidad en entornos difíciles donde otros robots con ruedas o drones serían menos operativos. Sus creadores piensan en zonas siniestradas, con una orografía accidentada o en la exploración extraterrestre.
Antes de su aplicación a la robótica aérea o, por ejemplo, a la industria automovilística, queda una serie de etapas previas como son hacer posible su utilización por la noche (cuando no hay luz solar para establecer la dirección) o en grandes distancias.