En un capítulo monográfico en su nuevo informe económico anual, el BPI hace hincapié “en que el aumento de criptomonedas y criptoactivos exige redibujar los límites reguladores”.
“Estos límites necesitan encajar una nueva realidad en la que las líneas que delimitan las responsabilidades de diferentes reguladores en las jurisdicciones se han vuelto cada vez más borrosas”, dice el BPI en el informe, que publicará completamente el 24 de junio.
“Dado que las criptomonedas son globales por naturaleza, solo una regulación coordinada globalmente tiene posibilidad de ser efectiva”, según el banco de los bancos centrales, cuya sede está en la ciudad suiza de Basilea.
El BPI presenta este año un informe anual renovado que repasa sus actividades y sus resultados financieros durante el último ejercicio, y traslada el tradicional análisis de la economía mundial al nuevo informe económico anual.
“El modelo de generación de confianza en el que se basan las criptomonedas limita su capacidad de sustituir al dinero convencional”, sostiene el BPI. Afirma que “la tecnología descentralizada en la que se basan los tokens digitales privados no puede reemplazar al sistema de bancos centrales, plenamente probado y seguro ” .
“El uso de las actuales criptomonedas se hace más laborioso conforme aumenta el número de usuarios, a diferencia del dinero convencional, que funciona mejor cuantas más personas lo utilizan y confían en él”, añade el BPI.
“Las criptomonedas prometen mucho, pero no siempre cumplen. El dinero tiene valor en la medida en que cuenta con usuarios. Sin usuarios sería inservible, ya se trate de un trozo de papel con un rostro insigne o de una moneda digital”, declaró el asesor económico y jefe de Estudios del BPI, Hyun Song Shin, al presentar el artículo.
Cuanta más gente acepta el dinero como tal, más gente lo quiere utilizar, pero las criptomonedas no funcionan así, sino que cuanto más se ofrece al minero, que es el sistema de confirmación de las transacciones en una red de cadena de bloques, más posibilidades hay de que la transacción sea procesada y se ejecute el pago.
Además, las tasas por transacción varían mucho, por ejemplo, en diciembre del año pasado, en el caso del bitcoin llegaron a 57 dólares (unos 49 euros), de modo que para pagar un café de 2 dólares (1,7 euros) habría que añadir esa tasa, según el BPI.
Esto ocurre porque mucha gente tiene criptomonedas, entre las que se encuentran bitcoin, ethereum, litecoin o ripple, como activos y no como dinero, eso crea congestiones y además hay que pagar por mantener esos activos.
El BPI alerta del desastre medioambiental que suponen por el gigantesco consumo de energía que requiere hacer una transacción descentralizada que usa la criptografía para que sean anónimas. Solo ordenadores muy potentes pueden verificar la entrada de transacciones, por lo que no son adecuadas para realizar pagos diarios minoristas.
Su valor es muy inestable porque no tienen el respaldo de un banco central emisor con un mandato que garantice la estabilidad de la moneda y, por ello, la fluctuación de la demanda se traduce en cambios en su valor, que son extremadamente volátiles, añade el BPI.
Estas monedas se han usado con frecuencia para actividades ilegales, “pero como son anónimas, es difícil de cuantificar en qué medida se usan para evitar controles de capital o impuestos o para dedicarse a transacciones ilegales”, según el BPI.