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Lo reveló en la revista Nature Materials el grupo coordinado por la matemática Natalia Berloff, de la Universidad británica de Cambridge. En el proyecto colaboraron las universidades de Southampton y Cardiff, con el Instituto ruso Skolkovo. Las partículas capaces de comportarse al mismo tiempo como luz y materia se llaman polaritones.
Los investigadores las llaman en broma “polvo mágico” porque se comportan como una suerte de “faro” capaz de indicar la solución más simple para resolver un problema complejo.
De la estructura de una proteína hasta los mercados financieros, pasando por los viajes en el espacio profundo, las futuras computadoras podrían afrontar problemas complejos en cualquier sector: todo depende, afirman los investigadores, de la capacidad de hallar la fórmula matemática que comporte el menor número de pasos.
Aun cuando se las considera potentes, las actuales supercomputadoras lograr afrontar solo un pequeño número de problemas complejos.
Lo que proponen los investigadores de Cambridge es un punto de vista radicalmente nuevo. Es como si para buscar el punto más bajo de un paisaje adornado de montes y valles se decidiese no recorrerlo a lo ancho y a lo largo relevando datos y medidas,sino extendiendo un polvo mágico que brilla sólo en el punto más bajo.
Se trata de una propuesta acogida con el escepticismo de la comunidad científica y drásticamente rechazada varias veces por revistas internacionales.
“Así hemos decidido seguir adelante solos –dijo la investigadora–. Y ahora tenemos datos experimentales en apoyo de uestra hipótesis” .
Los investigadores utilizaron un láser compuesto por átomos de tipo diverso (galio, arsénico, indio y aluminio), cuyos electrones absorben y emiten luz de distinto color. Mucho más débiles que la luz, los polaritones pueden asumir una densidad tal de alcanzar un nuevo estado de la materia llamada condensado de Bose-Einstein e hipotizado en 1925 por Albert Einstein en base al trabajo del físico teórico indio Satyendra Nath Bose. La condensación de los polaritones dio origen a un superátomo. Pero esto, afirman los investigadores, es solo el punto de partida.
El objetivo ambicioso, aun muy lejano, es llegar a construir un microchip cuántico.