La tecnología al acecho de los misterios del antiguo Egipto

EL CAIRO. Desde las pirámides de Guiza hasta las tumbas de Luxor, los secretos del antiguo Egipto siguen desafiando a la humanidad, pero científicos equipados con instrumentos cada vez más sofisticados intentan desentrañar los misterios.

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El 1 de julio de 1798, el general Bonaparte desembarcaba en Alejandría junto a 40.000 hombres para intentar cerrar el paso de la ruta de Indias a los ingleses. Llegó acompañado por decenas de científicos y artistas, que sentaron las bases de la egiptología moderna.

Desde hace ya más de 200 años, los egiptólogos utilizan la ciencia para revelar secretos sepultados desde hace milenios bajo las arenas del desierto egipcio.

Para lograr su ambiciosa meta, hoy los científicos instalan aparatos repletos de electrónica o hacen uso de las últimas técnicas químicas. Aunque la química aún necesita muestras —por muy ínfimas que sea— los nuevos métodos no invasivos permiten preservar los vestigios arqueológicos.

Utilizando termografía a infrarrojos, muografía —tecnología basada en la detección de partículas muones— y simulación 3D, ScanPyramids es uno de los proyectos más ambiciosos que apuntan a revelar los misterios de la pirámide de Keops, en la meseta de Guiza cerca de El Cairo, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo, construida hace 4.500 años.

ScanPyramids reveló en octubre pasado que la gran pirámide podría contener cavidades desconocidas.

“Todos los dispositivos instalados (...) están destinados a ubicar con precisión la cavidad. Sabemos que existe, pero lo que buscamos es localizarla con exactitud” , explica Mehdi Tayoubi, presidente y cofundador del Hip Institute, que dirige el proyecto ScanPyramids.

Los dispositivos de muones son emulsiones químicas desarrolladas por la Universidad de Nagoya, o bien captores electrónicos del laboratorio de investigación sobre partículas japonés KEK, o telescopios de muones fabricados en Francia. Los resultados obtenidos deben luego ser confrontados a la observación mediante rayos infrarrojos y 3D. Un insondable misterio sigue rodeando desde hace siglos la construcción de las pirámides.

Lo mismo ocurre con Nefertiti, la reina egipcia de legendaria belleza, esposa de Akenatón, nacida hace cerca de 3.400 años. Nunca se encontró su momia y cada cual tiene su teoría acerca de la localización de sus restos.

El egiptólogo británico Nicholas Reeves está convencido de que están ocultos en la tumba de Tutankamón, en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor. En el otoño de 2015, las autoridades egipcias realizaron un examen de la tumba del famoso faraón usando un radar. En ausencia de resultados definitivos tras aquella operación muy mediatizada, el debate se empantanó.

Para salir del paso, un equipo de la Universidad Politécnica de Turín hará mediciones con otros métodos: tomografía, según la técnica ya utilizada por la medicina, la magnetometría o medida del campo magnético y el georadar, concebido para escrutar los suelos.

Sin embargo, según el arqueólogo egipcio Zahi Hawass, no existe cámara secreta en la tumba de Tutankamón. Explica además que Nefertiti, adoradora del dios Atón, jamás pudo haber sido enterrada en el Valle de los Reyes.

De momento, ni el ministerio de Antigüedades egipcio ni el Politécnico italiano quisieron expresarse sobre el tema de la existencia o no de una cámara secreta, sin duda para evitar volver a caer en el fiasco de experiencias anteriores.

Lejos de la agitación mediática, el laboratorio de datación del Instituto Francés de Arqueología Oriental (IFAO) , con sede en El Cairo, trabaja en otro gran proyecto: hacer más precisa la cronología del antiguo Egipto.

La venerable institución, instalada en la capital egipcia desde 1880, incluye un laboratorio de datación y otro destinado al análisis de materiales.

“Para el Egipto antiguo, la cronología no está definida claramente. Se recurre a una cronología relativa, se habla de imperio antiguo, medio y nuevo, hay referencias a reinos, a dinastías, pero no se sabe exactamente de qué fecha se está hablando” , explica Anita Quilès, responsable del servicio de arqueometría del IFAO.

Zahi Hawass advirtió sin embargo que la ciencia no puede reemplazar a los arqueólogos. “Durante los 10 últimos años, la tecnología ha aportado cosas buenas, pero no podemos dejar a los científicos anunciar descubrimientos sin que sean examinados por los arqueólogos” , insistió.

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