Así informa la revista Flexible Electronics.
El sensor metálico diseñado por un grupo de la Universidad Huazhong de Ciencia y Tecnología es extremadamente delgado, con un grosor de menos de una milésima de milímetro, y se puede pegar directamente sobre la piel.
Al ser una capa tan delgada, el sensor se adapta a la textura de la piel y no interfiere con la transpiración ni resulta afectado por los movimientos del cuerpo.
Fabricar tatuajes electrónicos de uso sanitario a partir de materiales inorgánicos ha resultado hasta ahora un proceso largo y económicamente costoso.
Diversas investigaciones han explorado la posibilidad de pegar ese tipo de sensores a la piel con cinta adhesiva de uso médico a fin de abaratar la producción, pero esa estrategia aumenta el grosor del dispositivo e impide la transpiración.
YongAn Huang y su grupo trató de solventar ese problema con un nuevo diseño basado en un lámina plástica de 1,4 micrómetros de grosor fabricada con tereftalato de polietileno, el mismo material con el que se confeccionan algunos envases de bebidas y fibras textiles.
Esa lámina se recubre con una fina película de partículas de oro y se corta con un cuchillo electrónico controlado por ordenador.
El tatuaje resultante, una fina hoja flexible y transpirable se puede pegar sobre la piel humana de forma temporal, y se puede utilizar para medir parámetros cómo hidratación y temperatura, así como para recoger señales eléctricas, de las cuales se puede inferir el ritmo cardíaco y respiratorio.