Según un estudio de PwC encargado por Microsoft, las técnicas de inteligencia artificial, basadas en el “aprendizaje” de sistemas informáticos mediante el procesamiento de enormes cantidades de datos para poder tomar decisiones “inteligentes”, tendrán un impacto determinante en cuatro sectores clave: agricultura, energía, agua y transporte.
“Los vehículos sin conductor, por ejemplo, son mucho más eficientes que los tradicionales”, dijo el jefe de Medio Ambiente de Microsoft, Lucas Joppa, quien explicó que la automatización en la circulación permite elegir la mejor ruta, adecuar la velocidad a cada caso y, en consecuencia, ahorrar en combustible.
“Esto es así hasta el punto de que incluso si en total el número de horas que los vehículos pasan circulando en el futuro se incrementa, su mayor eficiencia hará que la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos se reduzca”, aseguró el responsable medioambiental de la firma de Redmond (estado de Washington, EE.UU.).
El estudio halló, sin embargo, que los beneficios económicos de la inteligencia artificial se producirán esencialmente en Europa, Asia Oriental y Norteamérica, que en su conjunto podrían elevar su PIB gracias a esta tecnología en hasta un billón de dólares en 2030, dejando a Latinoamérica y África subsahariana al margen.
Esta diferencia en el aprovechamiento de la nueva tecnología se debe básicamente al desequilibrio actual en el grado de desarrollo digital, algo que podría ser mitigado si se acelera la implantación tecnológica en esas dos regiones del mundo (que, por otro lado, son de las que más sufrirán los efectos del cambio climático).
Junto a la presentación del informe, Microsoft reveló un nuevo plan para luchar contra el cambio climático tanto a nivel operativo dentro de la compañía como en lo referente al aumento de la visibilidad social y política de esta causa.
“Si queremos evitar las peores consecuencias del cambio climático, todos los sectores, tanto públicos como privados, debemos hacer algo al respecto inmediatamente”, apuntó Joppa, quien detalló que Microsoft se ha comprometido a que la electricidad usada en todos sus edificios sea 100% libre de carbono.
Además, la firma que dirige Satya Nadella subirá a 15 dólares la multa interna que sus distintas unidades de negocio tienen que pagar cada vez que sus actividades generan una tonelada métrica de carbono, ya sea por el uso de centros de datos, oficinas, fábricas o vuelos en avión.
Microsoft emplea el dinero proveniente de esas multas internas -que se empezaron a aplicar en 2012- con un doble objetivo: incentivar a sus departamentos para reducir la emisión de dióxido de carbono y pagar programas medioambientales con lo recaudado que le permitan operar un campus con huella de carbono cero (libera tanto CO2 a la atmósfera como el que elimina de ella).
“No se trata solo de reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera, sino también de eliminar los gases ya presentes. Nos vamos a asegurar de que la sostenibilidad sea una pieza clave en las operaciones de cada esquina de nuestra compañía”, indicó Joppa.
En cuanto a los centros de datos, que albergan grandes cantidades de ordenadores de gran potencia con el correspondiente elevado consumo energético y que actualmente operan con un 50% de energías renovables, la empresa creadora del sistema operativo Windows se fijó incrementar esta cifra al 60 % para finales de 2019 y al 70% para 2023.
“Las acciones dentro de nuestras propias paredes como las que hemos llevado a cabo hasta ahora son necesarias, pero claramente insuficientes para el éxito de la causa a nivel global”, explicó Joppa, que también destacó la “importancia” de que Microsoft se haya sumado al Consejo de Liderazgo Climático (CLC), una organización internacional que actúa como “lobby” ambientalista.