La información aparece en un estudio publicado por la revista estadounidense Science Advances.
Liderados por el profesor André Studart, jefe del Laboratorio de Materiales Complejos de la ETH, los investigadores han creado esta tinta con hidrogeles a los que se les introducen las bacterias en la proporción deseada, dependiendo del propósito de la impresión.
Los científicos han llamado a la tinta “flink”, una variación de la palabra “ink” (tinta en inglés) que según ellos significa “tinta viva funcional”. Este material, el “flink”, se diferencia de otros utilizados de forma más habitual en impresiones 3-D como el plástico o el metal porque estos son materia inerte.
Los autores aún no han estudiado el tiempo que las bacterias viven una vez creada la estructura, pero “asumen” que “pueden sobrevivir durante mucho tiempo” porque estos microorganismos necesitan muy pocos recursos, explicó Patrick Rühs, uno de los investigadores.
Los científicos creen que las estructuras creadas con su tinta pueden tener usos médicos y biotecnológicas. También puede servir como un detector de toxinas en el agua o como filtros en derrames de petróleo.